El «plato de espaguetis» y las cadenas internacionales de valor



La integración regional de América Latina está caracterizada por la coexistencia de múltiples acuerdos comerciales: hay 33 en total, el número de miembros que participan en cada uno es limitado y, generalmente, funcionan como silos separados entre los cuales faltan interconexiones importantes.
El sentido común indica que, si bien este «plato de espaguetis» de acuerdos puede alentar vínculos productivos entre los miembros signatarios de cada uno, también puede limitar el surgimiento de cadenas de valor entre países que forman parte de distintos acuerdos, ya que los aranceles y las reglas de origen —las disposiciones que determinan de dónde es originario un bien— elevan significativamente los costos de utilizar insumos extranjeros provenientes de fuera del bloque.
No resulta sorprendente que América Latina se compare desfavorablemente con otras regiones en términos de su participación en cadenas internacionales de valor, en general, y en la formación de cadenas regionales de valor, en particular. 

Dado el estado actual de la integración en América Latina, la pregunta es si resolver este plato de espaguetis podría redundar en el surgimiento de más cadenas regionales de valor.

Una forma de responder a este interrogante es analizar una modesta experiencia de eliminación de dicha maraña llevada a cabo en nuestra región. Empecemos por analizar cómo surgió este plato de espaguetis. Entre 1995 y 2001, México firmó tres tratados de libre comercio (TLC) por separado con países centroamericanos: uno con Costa Rica (1995), otro con Nicaragua (1998) y el tercero con el «triángulo norte», compuesto por El Salvador, Guatemala y Honduras (2001).
Debido a que estos acuerdos tenían reglas de origen diferentes, en la práctica, funcionaban como si hubiese un nodo central (México) desde el que surgían tres radios independientes (cada TLC), que no interactuaban entre sí. Por ejemplo, los chocolates costarricenses ingresaban a México libres de aranceles, siempre y cuando estuviesen enteramente producidos en Costa Rica, pero los mismos chocolates estaban sujetos a un arancel si estaban hechos a base de pasta de cacao proveniente de Honduras.
Posteriormente, en 2011, todos los países firmaron un nuevo acuerdo con un conjunto unificado de reglas de origen.
El plato de espaguetis original generado por estos tres acuerdos que no tenían ninguna interactividad cambió de manera efectiva gracias a un único acuerdo, que les otorgó a las empresas mucha más flexibilidad para adquirir sus insumos desde distintos proveedores dentro de Centroamérica.
La evidencia que surge de los datos de Costa Rica indica que esta mayor flexibilidad a la hora de abastecerse de insumos puede haber dado lugar a una producción más compartida entre los países de la región. Por ejemplo, si comparamos datos a nivel de transacción antes y después del acuerdo, resulta revelador ver que, entre 2010 y 2013, la cantidad de empresas costarricenses que exportaban a México y que utilizaban insumos importados de otros países centroamericanos aumentó un 20%, mientras que la cantidad de empresas costarricenses que exportaban a México pero que no utilizaban insumos importados de países centroamericanos permaneció invariable durante esos dos años.
Asimismo, si comparamos los patrones de aprovisionamiento de los exportadores costarricenses que compraban insumos en Guatemala, Honduras, Nicaragua o El Salvador antes y después del acuerdo, vemos que dicho tratado prácticamente duplicó el porcentaje de insumos provenientes de esos países centroamericanos utilizados en las exportaciones de Costa Rica a México.
Por consiguiente, estos primeros hallazgos sustentan la idea de que, si los exportadores cuentan con más flexibilidad para adquirir sus insumos en otros países de la región, esto puede dar lugar al surgimiento de más cadenas regionales de valor.
Los países de la Alianza del Pacífico también constituyen otro ejemplo interesante de un conjunto de TLC distintos y sin interacción entre sí que fueron sustituidos por un único acuerdo. Sería interesante analizar el impacto futuro de esta área de comercio ampliada sobre la formación de cadenas regionales de valor en los próximos años.
Según un estudio recientemente publicado por el BID, resolver el plato de espaguetis en América Latina a nivel continental puede no ser tan difícil como parece. Lograrlo podría ampliar significativamente la cantidad de países de la región disponibles para que las empresas latinoamericanas se abastezcan de insumos, lo que conllevaría un gran aumento de la eficiencia.
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