Diversidad: cuando todo converge en lo mismo


Los hechos ocurridos en los últimos días han generado una particular reflexión en quienes trabajamos en temáticas de diversidad e inclusión. Por un lado presenciamos la explosión de un vergonzoso conflicto social en el sector oriente de Santiago, dado por la imposibilidad de convivir unos con otros y, por otro, conocimos las razones que motivaron las denuncias de personas que se han sentido agredidas en la comunidad en el marco de la Ley Zamudio. Conocimos, en ese contexto, que de las 319 causas 90 han tenido sentencia y la mayoría afectaron a personas en situación de discapacidad, seguidas por vulneraciones relacionadas a enfermedades, diversidad sexual y diferencias ideológicas.
Creemos que una vez más estas manifestaciones sociales tienen su punto de origen en lo mismo. Desde una arista social son todas acciones de rechazo y de desafección hacia el otro, impulsadas por grupos que se perciben distintos y donde impera la falta de confianza y la existencia de prejuicios y estereotipos sobre otros que parecen difíciles de quebrantar. Lo hemos visto en éstos y en muchos escenarios donde se pone a prueba la capacidad de convivencia, como en los establecimientos educacionales, donde siguen ocurriendo episodios de bullying con consecuencias graves, o en la postura de algunas personas hacia la migración.
Así se hace hora de que entendamos y asumamos que todos los problemas que nos aquejan como comunidad convergen y que cuando logremos bajar nuestros temores y desarrollar interés y voluntad por ponernos en lugar del otro seremos mejores ciudadanos y también mejores personas. Es momento de que nos hagamos responsables del contexto y del país que hemos construido, de que humanicemos los desacuerdos y cambiemos nuestra mirada sobre lo colectivo. Las leyes relacionadas a promover la diversidad están creando un escenario favorable a ello. Ese será el punto de inicio para realmente avanzar.
En Ronda lo evidenciamos y trabajamos todos los días cuando facilitamos puentes entre sectores y el mundo de la diversidad y discapacidad, donde vamos aportando para terminar con los miedos y barreras para convertirlos en confianza y en empatía. Ese es nuestro rol en la creación de una sociedad que valore la diversidad y sea colaborativa. Anhelamos que todos aprendamos de lo que más nos gusta del “efecto San Francisco”, el cómo ser una sociedad en la que se respira y se siente libertad y variedad sin prejuicios. El llamado es a reflexionar y a dejar de ser nosotros quienes generamos los obstáculos en el camino al desarrollo social que, paradójicamente, sí anhela gran parte de la sociedad chilena.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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