El hombre que cuida a sus hijos no “ayuda”, es papá



 
Por equipo ¿Y si hablamos de igualdad?
Uno de los grandes desafíos para avanzar en la igualdad de género es lograr el involucramiento activo y corresponsable de los hombres en el cuidado y la crianza de los hijos, así como en los esfuerzos de prevención de la violencia.
El mensaje es sencillo: la igualdad de género no es un tema solo de mujeres. ¿Por qué? Por el simple hecho de que la paridad en el hogar y en el trabajo es una situación de ganar-ganar que resulta en más oportunidades y más felicidad para todos.
En las últimas décadas, las mujeres de América Latina y el Caribe han realizado avances importantes en temas como el acceso a la educación y la incorporación en el mercado laboral. Sin embargo, a la fecha, en ningún país hombres y mujeres asumen una participación igualitaria en el trabajo doméstico y de cuidado. En la región, las mujeres dedican de seis a 23 horas más por día que los hombres al trabajo renumerado y al no renumerado combinados. Esta disparidad limita sus oportunidades tanto de educación como de empleo. Otro dato preocupante es que una de cada tres mujeres en la región experimenta a lo largo de su vida violencia física y/o sexual por parte de su pareja masculina.
Para acabar con estas desigualdades y promover oportunidades plenas para que niñas y mujeres puedan desarrollar su potencial y vivir vidas sin violencia es crucial que los hombres asuman este compromiso.  En la medida en que los hombres compartan más responsabilidades en sus hogares, especialmente en el cuidado de los hijos, las mujeres tendrán mayor oportunidad de aumentar su participación laboral e incrementar sus ingresos, lo cual redunda a favor del hogar.
Tal vez está bastante claro cómo se benefician las mujeres de la igualdad de género en el hogar, pero ¿y los demás?
La paternidad activa también impacta de manera positiva a los hijos, ya que está vinculada a niños más felices y saludables. Los niños que crecen en hogares con padres cuidadores suelen tener menos ausentismo de la escuela y una notable mejora en su desempeño escolar. Igualmente, tienden a participar más en las tareas domésticas cuando son adultos. En el extremo contrario, los niños que presencian violencia en sus hogares son entre dos y tres veces más propensos a utilizar violencia contra sus parejas al crecer.
Los padres también ganan. La paternidad activa está asociada con mayor felicidad, mejor salud y menos probabilidades de sufrir de depresión o morir prematuramente. La evidencia también muestra que los padres que participan en el hogar gozan de una mayor estabilidad y satisfacción matrimonial.
Tomando todos estos beneficios en cuenta, parece obvio que hay que lograr un mayor involucramiento de los hombres en el hogar, pero en la región aún existen diversas barreras que dificultan el proceso. En América Latina y el Caribe prevalecen normas rígidas de género que refuerzan el rol de la mujer como cuidadora. De igual forma, las políticas de conciliación familia-trabajo aún dejan mucho que desear. Entonces, ¿qué podemos hacer para romper estas barreras y promover la paternidad activa y sin violencia en la región?
Desde el BID, en colaboración con la organización PROMUNDO, impulsamos la implementación del Programa P en Bolivia, una iniciativa educativa dirigida a padres y madres para fortalecer sus competencias de crianza y desarrollar relaciones positivas y equitativas entre ellos y con sus hijos. El diseño del programa asegura que los hombres sientan que estos son espacios donde ellos pertenecen y puedan conversar sintiéndose seguros y escuchados. Asimismo, es importante empezar el trabajo con los jóvenes y no esperar a que sean adultos, porque la evidencia demuestra que la violencia en relaciones de noviazgo entre adolescentes puede llevar a la violencia íntima de pareja entre adultos más adelante.
Por otro lado, es necesario mejorar las condiciones laborales para la conciliación trabajo-familia, con permisos como las licencias de paternidad. Las políticas de licencia para los padres pueden no solamente impulsar la participación de los hombres en tareas del cuidado, sino también contribuir a una mayor equidad en el mercado laboral, cerrando significativamente la brecha causada por la “maternidad penalizada”. Si tanto hombres como mujeres pudieran hacer uso de este beneficio, la baja por maternidad dejaría de ser un factor de peso en la contratación de las mujeres.
El domingo pasado se celebró en gran parte de la región el Día del Padre. Aprovechamos la oportunidad para destacar el gran impacto positivo que pueden tener los hombres en la vida de su familia y en la sociedad cuando están presentes, mano a mano, en igualdad de condiciones.



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