5 ideas para los centros juveniles en vecindarios de alta criminalidad



Foto: Joel Korn
En muchos barrios de América Latina y el Caribe existen pocos espacios para que los jóvenes pueden hacer deporte y aprender, y cuando existen, muchas veces están descuidados, son difíciles de acceder o son demasiado inseguros. En el caso de las zonas con alta criminalidad, los gobiernos muy a menudo proponen la construcción de centros juveniles. ¿Por qué? La idea es crear un lugar seguro en la comunidad donde los jóvenes pueden participar en actividades recreativas, culturales o de capacitación vocacional que los apoya a construir relaciones saludables, participar en actividades formativas y, en definitiva, apartarlos de las calles.
En Curitiba, Brasil, visitamos el Centro Juvenil Eucaliptos. El centro tiene un espacio bastante amplio, al lado de un parque con enormes árboles de eucaliptus. Esta decorado con murales diseñados y pintados por jóvenes participantes, y tiene un equipo de profesionales amable, preparado y comprometido. Desafortunadamente, no cuenta con los recursos necesarios para maximizar su potencial. Por ejemplo, su área más destacada, la piscina techada, no funciona. Tampoco opera los fines de semana, que es cuando los jóvenes tienen más tiempo libre. La idea del centro de comunitario parece sencilla, pero llevarla a cabo de manera exitosa es más complicado de lo que parece. ¡Ojalá fuera tan fácil como sólo colocar los ladrillos!
La experiencia con estos centros nos arroja algunas buenas prácticas en su diseño y operación:
Mejor poco pero bien utilizado, que mucho y sin usar
En el momento de conceptualizar un centro de juventud debería haber mucho enfoque en el costo de operación y mantenimiento. Es esencial evaluar qué tan caros de mantener son los servicios ofrecidos -por ejemplo, una piscina o un gimnasio. La ubicación del centro también es crítica. Tiene que haber acceso relativamente fácil y de bajo costo para que la población de interés pueda acceder sin inconveniente.
La importancia de definir responsabilidades

Antes de iniciar la construcción de un centro juvenil debería de haber claridad sobre quiénes serán los administradores y el personal responsable del centro, especialmente cuando hay competencias cruzadas de gobiernos estatales y municipios. Las responsabilidades de operación y mantenimiento deberían de estar documentadas en los convenios interinstitucionales. Igualmente, el análisis de la viabilidad del proyecto debería tomar en cuenta la capacidad financiera e institucional de los administradores, e intentar asegurar la correcta transición cuando cambia una administración.  En muchos casos, se ha observado que los gobiernos locales son buenos administradores de este tipo de centros porque conocen bien el entorno y están más cerca de las comunidades beneficiarias y sus organizaciones. Para mejorar la oferta de los centros juveniles en Paraná, el BID está de hecho canalizando fondos del Estado a los gobiernos municipales para que puedan responder mejor a las necesidades e intereses de las comunidades. Los fondos servirán para adaptar infraestructura y también para la capacitación del personal e instructores especializados, ampliando el menú de actividades que se ofrecen.
Programas novedosos que emocionen a los jóvenes
El objetivo de un centro juvenil no es únicamente mantener a los jóvenes ocupados, sino también darles opciones que los motiven, les ayuden a desarrollar su lado creativo y los preparen para el mercado laboral. Por ejemplo, en el Centro de Curitiba se va a crear un laboratorio de robótica y un taller de formación en diseño de moda. También, está previsto otorgar becas a 40 jóvenes de las comunidades seleccionadas para que puedan montar proyectos formativos que se desarrollen en el mismo centro juvenil durante un período de hasta dos años.
Rigurosidad para identificar a la población beneficiada
La relación de los programas de prevención y la reducción de la violencia depende, en gran medida, de cómo se seleccionan los beneficiarios. En el estado de Espíritu Santo tienen un programa estatal de prevención de la violencia conocido como Ocupación Social. En este programa son los propios jóvenes de las comunidades beneficiarias, los bolsistas, quienes identifican a jóvenes en riesgo de entre 10 y 24 años para participar en las actividades del programa. Estos jóvenes trabajan con los trabajadores sociales para definir la oferta de actividades. Aunque carecen de una sofisticada herramienta de evaluación de riesgo, los bolsistas aprovechan del conocimiento de sus comunidades y sus redes para identificar e interesar a sus vecinos y que participen en el programa.
La calidad de la gestión, tan importante como el objetivo
El grado de éxito de estos centros no depende tanto del número y de su tamaño, como de la calidad de su gestión. Antes de apresurase a construir un nuevo centro es importante considerar las siguientes preguntas básicas: 

¿Hay infraestructura en las inmediaciones que pueda usarse para los mismos propósitos que el centro juvenil propuesto?
¿Qué entidad será responsable de la operación y el mantenimiento del centro?
¿De dónde provienen los recursos presupuestarios para la operación y el mantenimiento?
¿Qué tipos de empleados serán contratados para trabajar en los centros?

Los centros juveniles pueden contribuir a reducir la violencia en barrios con mucha criminalidad. Pero no perdamos de vista que los centros son un medio, un medio para un fin, y que para funcionen de manera efectiva, tienen que estar bien gestionados y financiados, y tienen que llegar a las personas que más los necesiten con programas que los motiven y los preparen a salir adelante.



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