1968: hoy es día de luto en Ciudad Universitaria



Nota del editor: Desde el 23 de julio, Animal Político presenta materiales periodísticos para conocer los hechos, nombres y momentos clave del movimiento estudiantil del 68 que se vivió en México.
La cronología se publica en tiempo real, a fin de transmitir la intensidad con que se vivieron esos días y se tenga, así, una mejor comprensión de cómo surgió y fue frenado a un precio muy alto el movimiento político social más importante del siglo XX.
Queda mucho por saber y entender: 50 años después aún no sabemos por qué una riña estudiantil –como muchas que hubo previamente– detonó la brutal represión del gobierno.
Lo que es cierto es que el 68 fue, es mucho más que la masacre del 2 de octubre
Hubo un contexto que lo explica. Y eso es lo que les presentamos aquí.
***
Ciudad de México, 30 de julio de 1968.- Ya era demasiado: durante días los jóvenes preparatorianos de la UNAM habían resistido la presencia hostil, primero, los ataques, después, de uniformados en las cercanías de sus instalaciones, pero nada parecido a lo que unas horas antes, durante la madrugada del 30 de julio, había ocurrido en el barrio universitario de San Ildefonso: un soldado del batallón de fusileros paracaidistas derrumbó de un bazucazo el portón colonial de la preparatoria 1 y cientos de integrantes de batallones militares tomaron por asalto las preparatorias 2 y 3, golpearon y detuvieron a centenares de adolescentes.
Agotadas las horas oscuras de la madrugada, a las 9:30 de la mañana unos 250 universitarios hacen un mitin frente al edifico del café central y al terminar van en busca del rector. Aunque ninguno de sus antecesores hizo jamás algo parecido, Javier Barros Sierra sale de su despacho y camina unos 100 metros hasta el asta que se encuentra en la explanada de la Rectoría.[1]
A las 10 de la mañana Ciudad Universitaria es el delirio de las protestas y las conjeturas, las interpretaciones. En Radio UNAM se leen en voz alta los boletines de noticias. A la explanada llegan en oleadas los estudiantes que protestan con estrépito por la violación de la autonomía y el ánimo se desborda al ver a Barros Sierra.[2]
Una multitud tensa y respetuosa lo sigue, acompasada por gritos previsibles: “Viva la Universidad!”, “Viva México!”, “Viva Barros Sierra!”.
Ya cerca del mediodía, el ingeniero Barros Sierra, ex profesor y ex director de la Facultad de Ingeniería, se acerca al mástil e iza la bandera nacional a media asta en señal de duelo.
Algunos asistentes, como el escritor Carlos Monsiváis, capturan la gravedad de la escena: “Al descenso de la bandera lo circunda un silencio herido, súbitamente patriótico”. Se canta, entonces, el Himno Nacional. “Y los asistentes, sin preverlo y sin evitarlo en sus declaraciones faciales, se consideran patriotas y mexicanos, tal y como en otros actos similares, los asistentes se piensen politécnicos o normalistas y patriotas”.[3]
Barrios Sierra lee entonces una cuartilla, menos de 20 líneas que convierten “el malestar colectivo en una protesta política formal”. Su breve discurso le da la legitimidad a lo que se ha empezado a conocer como “movimiento estudiantil”, y aporta “la convicción de justicia” que evita que se quede en una protesta marginal de la izquierda, “fácilmente reprimible o desgastable”.[4]
Por eso resulta tan importante la defensa de la autonomía de la UNAM, porque se ha vulnerado la esencia de la Universidad: “su extraterritorialidad, primero garantía de lo excepcional y luego zona de garantía crítica”.[5]
Lee el rector:
Universitarios:
Hoy es un día de luto para la Universidad; la autonomía está amenazada gravemente. Quiero expresar que la institución, a través de sus autoridades, maestros y estudiantes, manifiesta profunda pena por lo acontecido.
La autonomía no es una idea abstracta. Es un ejercicio responsable que debe ser respetable y respetado por todos.
Una consideración más: debemos saber dirigir nuestras protestas con inteligencia y energía: ¡que las protestas tengan lugar en nuestra casa de estudios!
No cedamos a provocaciones, vengan de fuera o de adentro; entre nosotros hay muchos enmascarados que no respetan, no aman y no aprecian a la autonomía universitaria.
La Universidad es lo primero, permanezcamos unidos para defender, dentro y fuera de nuestra casa, las libertades de pensamiento, de reunión, de expresión, y la más cara: ¡nuestra autonomía! ¡Viva la UNAM! ¡Viva la autonomía universitaria![6]
Ha reivindicado la autonomía porque le resulta “el derecho de excepción ante la barbarie represiva, la sujeción a una retórica y la violencia ilegal en nombre de la ley”.[7]
Luego de pronunciar su discurso, Barros Sierra, en silencio, regresa a sus oficinas de la torre de Rectoría.
[1] Castillo García, Gustavo, “El bazukazo a la Preparatoria 3”, La Jornada, 30 de julio de 2008. Consultado en www.jornada.unam.mx/2008/07/30/index.php?section=politica&article=014n1pol
[2] Monsiváis, Carlos, Democracia, primera llamada: el movimiento estudiantil de 1968, Conaculta y gobierno del estado de Colima, México, 2010, pp. 35-36. Consultado en www.mty.itesm.mx/dhcs/deptos/ri/ri-802/lecturas/nvas.lecs/1968-monsi/mc0292.htm
[3] ídem.
[4] Véanse dos testimonios que abordan la importancia del momento: Gilberto Guevara Niebla, La libertad nunca se olvida. Memoria del 68, Ed. Cal y Arena, México, 2004, p. 58, y Carlos Monsiváis, op. cit., p.37.
[5] Monsiváis, op. cit., p.36.
[6] Barros Sierra, Javier, Conversaciones con Gastón García Cantú, Siglo XXI, México, 1972, p. 174
[7] Monsiváis, op.cit., p.36.



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