El poder de los laicos: el rol clave que han jugado en la desestabilización de la jerarquía de la iglesia


El 6 de marzo de 2015 fue la primera vez que alguien habló sobre el poder de los laicos de Osorno. Ya habían hecho manifestaciones, como el 10 de enero de ese mismo año cuando realizaron una protesta que no tuvo mayor repercusión, o el 26 de ese mismo mes cuando recolectaron firmas. Luego, el 3 y 4 de marzo, cuando el obispo Juan Barros visitó Osorno llevaron letreros a su casa y al colegio Santa Marta. Pero el 6 de marzo, el día de la velatón frente a la Catedral de la ciudad, se sintieron visibilizados y eso marcó una línea de acción que terminaría, varios años después, con el cuestionado obispo fuera de la Diócesis.
No fue un camino fácil, sobre todo porque todos quienes conformaban el grupo se enfrentaron a otros católicos como ellos e incluso debieron recibir el desprecio de sus vecinos. “Durante algún tiempo ni siquiera podíamos entrar a la Iglesia, porque nos decían que éramos los culpables de todo lo que pasaba”, cuenta uno de los integrantes del grupo que generó la mayor presión para que los laicos que estaban descontentos, en diferentes ciudades y diócesis de Chile, comenzaran a reunirse y sacar la voz.

En ese camino los acompañaron no solo otros laicos como ellos, sino que sacerdotes de parroquias, cansados de que también se hable de la iglesia solamente como la élite cuestionada y no de quienes siguen revitalizando el concepto de la Iglesia obrera, con sacerdotes como Mariano Puga a la cabeza.
Roberto Sánchez, vocero de los laicos de Santiago, cuenta que se auto convocaron después de la visita del Papa, a mediados de enero de este año, para analizar la cita y también reflexionar sobre la profundidad de la crisis en la que hoy se encuentra la Iglesia católica chilena. “Nuestro objetivo es ayudar a limpiar y transparentar la iglesia. Queremos ayudar a reformar una iglesia que dañó la jerarquía. Aquí, los laicos no tienen responsabilidad alguna de esta crisis, generada netamente por la élite. Y nuestro objetivo es exigir que los obispos involucrados en encubrimiento dejen sus diócesis en bien de la iglesia”, comenta Sánchez.
Presión en La Moneda
Uno de los caminos por los que han optado los laicos es presionar vía institucional para encontrar formas que ayuden a descomprimir la crisis de la iglesia, sobre todo porque nadie sabe cuándo Roma va a aceptar la renuncia del arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, que ya no cuenta con confianza alguna de la Santa Sede –prueba de eso es que el Papa mandó a Jordi Bertomeu y Chales Scicluna a ordenar su iglesia- y su permanencia en el cargo solo genera más tensión al interior de la institución. Una tensión que llegará a su peak el próximo 21 de agosto cuando Ezzati deba declarar en calidad de imputado frente al fiscal Emiliano Arias.
Justo este viernes, un grupo laicos y sobrevivientes de abusos por parte de sacerdotes serían recibidos por la vocera de Gobierno, Cecilia Pérez. Las víctimas buscan la creación de una instancia presidencial, una especie de comisión de “verdad y justicia” que le ayude a hacer frente a su propia historia.
Pese a que esa iniciativa es descartada al interior del gobierno, el gesto de recibirlos no es menor, ya que entre estas víctimas se cuentan las que sufrieron abusos en colegios de la congregación de los Hermanos Maristas y también por parte de ínclitos sacerdotes como Cristián Precht. Tanto la situación del ex vicario como de otros sacerdotes de la congregación son seguidas con lupa por la justicia. De hecho, hace unos días el Ministerio Público envió un oficio al Vaticano con el objetivo de acceder a los expedientes canónicos que poseen respecto a estos casos y a otros sobre los que conocieron también los enviados papales a Chile.

Que el arzobispo de Santiago sea una papa caliente a semanas del mayor hito litúrgico republicano también tiene relación con el temor a los laicos que ya se han comenzado a organizar para realizar una funa a Ricardo Ezzati en caso que sea él quien celebre el Te Deum ecuménico. Al interior de la institución saben que la figura de Ezzati pone en riesgo cualquier ceremonia. Aunque en La Moneda es la Segpres el organismo que está monitoreando el tema y un matutino señaló que el presidente Piñera está evaluando si ir o no al Te Deum, eso no está zanjado. En Palacio sí consideran que las señales del gobierno con la Iglesia han sido “contundentes”. Es decir, el gobierno ha apoyado las investigaciones judiciales por sobre otras consideraciones confesionales.
Esto último lo saben los laicos. Por eso van a seguir presionando por vías institucionales para encontrar apoyo a un camino que pese a las demostraciones del Ministerio Público, aún es tibio en términos de justicia, sobre todo porque la mayoría de los casos que se denuncian ya prescribieron.
Otra iglesia es posible
 Existen grupos fuertes de laicos en Santiago, Chillán, Osorno y Concepción, pero el movimiento no para. El próximo 25 de agosto se reunirán por primera vez los laicos de Temuco. Sonia Morales, quien ayuda a organizar al grupo, cuenta que el primer objetivo es poder ir delineando acciones, pero también porque hay una necesidad “de saber cómo estamos viviendo como cristianos esta situación de los delitos y los encubrimientos”.
En Concepción, por ejemplo, la presión de los laicos sobre el obispo Fernando Chomalí ha sido “clave”, según comentan entre ellos, para visibilizar las denuncias que no habían sido conocidas por la opinión pública. A mediados del mes pasado, en una carta al medio Sabes.cl un padre relató los abusos a su hijo por parte del sacerdote Hernán Enríquez Rozas y apunto nuevamente a que el hecho era conocido tanto por Ezzati como por Chomalí, quien hasta ese minuto lideraba la carrera para reemplazar al actual arzobispo de Santiago.
Carol Crisosto, laica de los Sagrados Corazones de Concepción, cree que el objetivo del laicado que ha actuado con fuerza, es seguir sumando cohesión. También velar porque se llegue a ver “el fondo” de la crisis de la institución.
“El laicado comprometido del pueblo de dios hasta ahora ha sido un factor fundamental en casi obligar a mirar con verdad, sin eufemismos, sin intentar esquivar la crisis. Es doloroso, pero los laicos podemos ayudar a mirar mejor esa crisis, cara a cara, porque nosotros somos iglesia”, cierra Carol.



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