El apasionado lado indígena del vino bajacaliforniano



Los viñedos que cubren las tierras del imponente Valle de Guadalupe, en Baja California, son trabajados, en su mayoría, por hombres de la etnia más numerosa del estado, los kumiai.
Daniel Gutiérrez es uno de ellos. Aunque desde 2000 ha trabajado los campos de distintas casas vinícolas, hasta hace dos años y medio buscó la oportunidad de hacer su propio vino y logró fundar la Cava Kak Nua con las primeras etiquetas de vino elaboradas por una comunidad indígena en Baja California.
Esto fue posible gracias al apoyo de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, cuenta Daniel, y a su experiencia de casi 20 años en otras vinícolas: Chateau Camou, Barón Balché y Viña de Frannes, donde aún labora.
“Llega la uva y yo me encargo de todo”, explica Daniel. En Cavas Kak Nua “yo vendo la botella en 300 pesos y la gente me dice que por qué tan cara. Lo que no saben es lo difícil del proceso, el corcho, el casquillo, las barricas, el cuidado, mi trabajo… Para que ustedes puedan beberse una botella de estas son dos años de proceso”, dice Daniel con voz apresurada.
Este hombre, que adora hacer vino, según sus propias palabras, aprendió el oficio de los enólogos Víctor Torres y Jesús Rivera —a quienes llama sus maestros— durante los ocho años que estuvo en Chateau Camou.
“Todo el mundo dice que soy enólogo, pero yo no porque no tengo título. Yo estudié aquí en el trabajo, en la vida”, dice Daniel.



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