La herencia de los Urenda: congelada en tribunales tributarios es el próximo objetivo de los estafados por Intervalores


Que iba a pagar, que gran parte de sus atrasos y moras se debía a situaciones familiares, personales. Esas eran algunas de las frases del discurso que los afectados por Intervalores escucharon como parte de las justificaciones que les dio uno de los ocho hijos de Beltrán Urenda Zegers, Gabriel Urenda Salamanca, controlador del holding financiero.
Investigaciones que siguen los afectados y la línea de la fiscalía tras la demanda inicial de la azucarera Panor -a quién gestionaba pagos en moneda extranjera a sus proveedores- indican que Urenda dejó de cumplir los compromisos con parte de sus clientes, porque usaba las actividades de otros de sus brazos financieros para pagar deudas o las comisiones que prometía a sus clientes. Un un modelo similar al usado por Alberto Chang y Rafal Garay.
Las indagaciones preliminares apuntan a que la defraudación sumaría por sobre US$ 15 millones, aunque el monto podría abultarse.
El viernes 27 de julio se tomó declaración a uno de los testigos claves del caso, el ex gerente comercial de la firma, Sebastián González, quien en un inicio y en la primera declaratoria de Urenda ante el Ministerio Público, había sido indicado como el culpable de los malos manejos del grupo, una tesis que sonaba poco creíble entre los afectados.
González ya había señalado en su demanda laboral contra Urenda que éste incluso le pidió plata personal para tapar “hoyos” y que hasta uso sus tarjetas de crédito. Según recogió La Tercera, el ex gerente aclaró dos puntos frente al fiscal Felipe Sepúlveda. El primero, que efectivamente Urenda habría utilizado las platas de Panor con otros fines, específicamente para mantener a flote la corredora en la Bolsa de Valparaíso mediante un aumento de capital que financió con plata de la empresa extranjera. Segundo, dijo que la tesis de la estafa piramidal podría no ser tal, pues el fondo del asunto es que éste era un mal negocio.
Herencia y la reputación
Pero las esquirlas del caso pueden ahora caerle a quienes han querido mantenerse ajenos al conflicto: el clan de hermanos Urenda.
La familia Urenda tiene una tradición ligada a la actividad naviera. El patriarca, Beltrán Urenda Zegers, vivió hasta sus últimos días en la Quinta Región, al fallecer en julio de 2013, el abogado, ex integrante del Consejo Económico durante la dictadura y ex senador UDI entre 1990 y 2002, sumaba en su lista de activos participaciones en el Grupo de Empresas Navieras (GEN), Interoceánica y Agunsa.

Las primeras noticias llamativas de su legado patrimonial llegaron de la mano de un titular de La Segunda, que contaba que sobre 200 millones de pesos serían legados a sus colaboradores: familiares lejanos, secretarias y hasta los conserjes de edificio donde vivía en Viña del Mar eran parte de los beneficiarios. En tanto a sus ocho hijos -Beltrán, María Elena, María Beatriz, José, Macarena, Gabriel, María Carolina y Diego- les pidió en su testamento que “procuren no solamente conservarlo, sino que en lo posible acrecentarlo para que todos ellos y sus hijos puedan gozar de un buen nivel de vida y ayudarse mutuamente”, sin saber que poco de ello sería posible.
Como es conocido tras su muerte y lo que se hizo público en 2014, sus hijos se pelearon por la herencia, lo que se judicializó. En un extenso reportaje de revista Que Pasa en octubre de 2014, se ventilaron los detalles del caso, que incluían una seria de acusaciones cruzadas de hermanas y hermanos, disputa que se conoció justo cuando se recibía una oferta de la alemana Hamburg Sud por empresas GEN. En el reportaje se mencionó que algunos de los hermanos -entre ellos Gabriel- estaba alejado del desacuerdo.
En noviembre de 2014 y con la presión de los alemanes por aceptar la oferta, los hermanos anunciaron que llegaban a un acuerdo. Dentro de las claves estaba la confidencialidad del mismo.
Pese a ello, la trayectoria de los Urenda, desde la muerte del padre, ha sido turbulenta, no solo por el debate de la herencia, sino por ejemplo, por las discrepancias que la gestora de fondos Moneda tuvo por la fórmula de venta de CCNI o, la salida del grupo Bethia de la propiedad de GEN, que tras una corta relación de cuatro años dejó, la firma en 2015 por una abierta diferencia de la visión del negocio.
Intervalores llegó nuevamente a “revolver el gallinero” de los Urenda, pese a que los hermanos -divididos en algún minuto- operaron en conjunto para aclarar que ningún vínculo une a GEN con Urenda. y que por medio de la prensa, se conoció que Gabriel Urenda habría vendido sus derechos de herencia en US$ 3,3 millones en 2016, el valor de sus acciones hoy sería de casi el doble. Así y todo, este hecho y cualquier vínculo que puedan tener las empresas familiares del clan con Intervalores está en el ojo del huracán.
La primera pregunta que ronda a los afectados es por qué Urenda vendería sus acciones en un precio tan bajo, considerando que la sola valorización en bolsa de todas las compañías del grupo sumaría del orden de 350 millones de dólares. A eso se añade una serie de propiedades, un campo en Olmué de más de 2 mil hectáreas y toda la fortuna personal y activos que no cotizaban en la bolsa de Urenda Zegers, que superarían el umbral de los US$ 400 millones.
La otra duda dice relación con si alguna de las empresas de sus hermanos tenía vínculo con Intervalores. A favor de los Urenda está que era vox populi que varios de los hermanos habían salido en el pasado a salvar diversos problemas de Gabriel, pero de manera informal. Las interrogantes dicen relación con que si de manera formal alguna compañía traspasó platas a Intervalores y desde allí si pueden reclamarles alguna responsabilidad a sus hermanos y por ende, a la herencia de los Urenda, que de paso, hasta ahora, no ha podido ser repartida.
Protagonismo en al caso cumple María Elena de Inversiones, la sociedad mencionada como parte de las involucradas en la disputa patrimonial. “El manejo de la herencia de Urenda Zegers se convirtió en motivo de discordia entre sus hijos y sembró la desconfianza en dos de los ocho integrantes: María Elena (65) y María Carolina (53) decidieron interponer demandas contra sus hermanos Beltrán (67) y José Manuel (62) por las gestiones que ellos han realizado como representantes de las sociedades de inversión -Los Ceibos y María Elena de Inversiones- a través de las cuales se controla el patrimonio familia”, explicaba Que Pasa donde se añadía que Beltrán Urenda Salamanca era además gerente y representante de dicha sociedad.
La misma sociedad “María Elena de Inversiones S.A”, figura como accionista de Intervalores Corredores de Bolsa. En efecto, de acuerdo a información de los afectados, la Junta General Ordinaria de Accionista de la Bolsa de Valparaíso, Gabriel Urenda asistió como representante de Intervalores corredores de Bolsa, Inversiones Brochers y María Elena de Inversiones S.A.
De acuerdo a su informe Dicom, María Elena de Inversiones S.A cuenta entre sus socios a Intervalores, Coresa, Shwager Energy y a Inversiones Tongoy (entre otros socios). Tongoy, según su informe comercial cuenta entre sus accionistas al Grupo de Empresas Navieras S.A.  Por ende, a ojos de los defraudados, es clave que el Ministerio Público aclare este vínculo y a que, de paso, se conozca información relevante sobre la herencia.
El Mostrador Mercados confirmó que el patrimonio de los Urenda se encuentra congelado en un debate tributario en el Tribunal Aduanero y Tributario de Valparaíso. Eso, pues existirían diferencias entre lo declarado y lo revisado por el Servicio de Impuestos Internos (S.I.I) que aún dejan en el aire muchas preguntas sobre la herencia de los Urenda, sin poder hasta ahora cumplir el deseo del patriarca del clan, “ayudarse mutuamente”.



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