translated from Spanish: “¡Francisco confiese el encubrimiento!” – El Mostrador

Irlanda está en plena fiebre papal. Francisco llega el sábado al Encuentro Mundial de las Familias en la “isla esmeralda”. En Dublín, gran parte del centro de la ciudad está cerrada, y se espera que a la misa papal en Phoenix Park, el parque urbano más grande de Europa, asistan 600.000 personas el domingo.
Aunque cientos de miles han viajado, Irlanda ya no es la fortaleza católica en el Atlántico que alguna vez fue. Los informes recientes de los escándalos de abuso de la Iglesia católica en Pensilvania, y por supuesto en la misma Irlanda, son una sombra oscura sobre el Encuentro Mundial de las Familias, que comenzó el martes en el Centro de Convenciones de Dublín.
“El papa está haciendo su mejor esfuerzo para abordar las controversias que mantienen ocupada a su iglesia”, dice Milena Pereira. La católica de 20 años, que llegó desde Portugal, espera reformas. El papa designará en altos cargos a personas de pensamiento similar y lentamente alcanzarán mejoras. “Si Francisco está en el cargo cinco años más, nuestra iglesia se verá diferente”, cree Pereira.
El sufrimiento de los niños
En 1979, la Iglesia católica tenía la isla esmeralda firmemente bajo control. En ese año vino Juan Pablo II y un millón y medio de personas se congregaron en el parque Phoenix para la misa. Las protestas contra la visita del papa habrían sido un sacrilegio en ese momento.
Hoy, las protestas están bien. El concejal de la ciudad de Dublín, Mannix Flynn, por ejemplo, construyó una instalación de arte en forma de señal de emergencia en el distrito de entretenimiento “Temple Bar” de Dublín. Nueve paneles de madera representan la dura experiencia de los niños que han sido víctimas de violación por parte de curas. El propio Flynn fue uno de esos niños. Fue abusado por primera vez cuando tenía once años. “No queremos oraciones ni lástima”, dice. “Queremos que los responsables del encubrimiento sean arrestados y llevados ante la justicia”.
El declive de la Iglesia católica en Irlanda comenzó en la década de los 90, cuando salieron a la luz los primeros escándalos de abuso que involucraban a sacerdotes católicos. Comenzó de forma bastante inofensiva al principio: en 1992, se anunció que el obispo de Galway, Eamon Casey, tenía un hijo de 17 años. En el transcurso del escándalo, Casey renunció a su puesto y se fue como misionero a Suramérica.
El arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, en una declaración sobre el escándalo de abusos, en marzo de 2010.

Los creyentes se alejan
Cada vez más, las noticias sobre el abuso sexual en escuelas católicas, hogares y otras instituciones sacudieron al público irlandés. Al final, muchos creyentes se alejaron de la Iglesia cuando un informe de investigación descubrió que los líderes eclesiásticos habían encubierto a estos curas y los habían transferido a otras diócesis donde podrían continuar causando daño. Entre 2005 y 2011, el número de creyentes disminuyó en un 20 por ciento.
No solo como autoridad moral, sino también como fuerza política, la Iglesia católica ha perdido desde entonces mucha influencia. En mayo de 2015, por ejemplo, Irlanda se convirtió en el primer país del mundo en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, a pesar de la oposición vehemente de la Iglesia, y lo hizo a través de un por referéndum con resultados abrumadores. La homosexualidad había sido despenalizada apenas en 1993.
En el curso de una generación, la isla pasó de ser una nación estrictamente conservadora a una muy liberal. La Iglesia aparentemente no quiere creerlo: cinco fotos de parejas del mismo sexo fueron retiradas en enero del folleto del Encuentro Mundial de las Familias.
Partidarios del matrimonio gay celebran su victoria después del referéndum de mayo de 2015.

“Católicos culturales”
En mayo de 2018, el último bastión católico, la prohibición del aborto, cayó con una sorprendente mayoría de dos tercios. Los irlandeses son ahora solo “católicos culturales” y no más “católicos por convicción”, lamentó el obispo de Kilmore, Leo O’Reilly, después del referéndum. Irlanda es ahora un “área misionera”. Lamentó también que Francisco encuentre un país completamente diferente al que encontró Juan Pablo II en 1979.
Colm O’Gorman

Colm O’Gorman, director general de la sección irlandesa de Amnistía Internacional, tenía 13 años en ese momento. Era monaguillo y cantaba en el coro de la iglesia todos los domingos. “La iglesia fue un elemento central en mi vida”, dice. “No me permitieron ir a ver al papa, pero mis hermanos mayores fueron a la misa en Phoenix Park. Los envidié mucho”, recuerda.
O’Gorman vio la visita papal por televisión y se alegró cuando Juan Pablo II dijo frente a 300.000 jóvenes en la ciudad de Galway, en el oeste de Irlanda: “Ustedes jóvenes de Irlanda, los amo”. Un año después, O’Gorman fue violado por primera vez por un cura.
“El sacerdote había sido designado cuatro meses antes de la visita papal, a pesar de que la Iglesia sabía que era pederasta”, dice. “Sin embargo, lo nombraron sacerdote, y durante años pudo abusar impunemente”. O’Gorman casi murió. “Diga la verdad”, le exige ahora al papa Francisco. “Confiese el encubrimiento, por favor”.

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