Tres experiencias creativas para la vida fuera de la cárcel



Uno de cada tres presos latinoamericanos vuelve a cometer un delito cuando sale a la calle. Un millón y medio de latinoamericanos han pasado la última noche en la cárcel. Si aplicamos la estadística de reinserción, llegamos a la conclusión que más de 400,000 de esos reclusos terminarán haciendo un viaje de ida y vuelta al presidio. ¿Cómo invertir esa tendencia y apoyar a que las prisiones sean espacios adecuados para la rehabilitación social?
Te contamos sobre tres experiencias que apoyamos desde el BID en el marco de la convocatoria “Liberando Ideas”, un concurso para buscar ideas novedosas, creativas y tecnológicas que den oportunidades a personas que están o han estado en prisión. Las mismas se están implementando con éxito en América Latina, y demuestran que con creatividad y algo de recursos, las cárceles pueden convertirse en espacios rehabilitadores para el bien de toda la sociedad.
Teatro y arte desde la cárcel
Es habitual que los presos de larga duración tengan miedo a salir de la cárcel. El rechazo familiar, el estigma social o la falta de perspectivas laborales asuste a muchos presos sobre cómo será la vida al otro lado de las rejas. En la cárcel La Modelo de Bogotá, se desarrolló un proyecto que incluía una obra de teatro, una fotonovela y una página web, y que se enfocaba en las expectativas, miedos y barreras que enfrenta la población reclusa ante la perspectiva de volver al mundo libre. Durante 16 semanas se trabajó con un grupo de reclusos de la cárcel, en especial con el grupo de teatro Abrakadabra (surgido dentro de la misma prisión), para la producción de la obra teatral “Los Clasificados”, que con humor y sentido crítico trata la problemática que enfrentan los pospenados al salir en libertad.
La obra teatral sirvió de base para crear el guion de la fotonovela “Los Clasificados”, la tercera de una serie desarrollada por  , un grupo conformado por profesores y estudiantes de la Universidad los Andes y profesionales de diversas áreas. La fotonovela viene acompañada de una cartilla informativa que aborda los derechos, problemas y obstáculos de los presos una vez que salen en libertad, los deberes del Estado, y un directorio de entidades públicas y privadas a las que pueden acudir para solicitar apoyo y orientación. Más de 2000 ejemplares de la serie se distribuyeron en las principales cárceles del país.
Animando las historias de privados de libertad
Las prioridades en las cárceles de países con tasas de violencia y hacinamiento tan elevadas como en El Salvador generalmente han sido cubrir las necesidades básicas, lo que relega a un plano secundario la salud socioemocional. En este contexto, la ONG salvadoreña Contextos ha implementado el programa de escritura creativa “Soy Autor”, que a través de la lectura y la escritura busca desarrollar el diálogo, la proyección positiva y la auto reflexión de los participantes. Inicialmente dirigido a escuelas, hoy el programa ha llegado a las cárceles salvadoreñas y ha formado a más de 730 autores.
Con el apoyo del BID se desarrolló en el último trimestre de 2017 la campaña “Al otro lado de la historia”, una iniciativa que retomó 3 historias escritas en contexto de encierro y las convirtió en videos animados que fueron viralizados en las redes sociales. Los tres videos fueron reproducidos 350.000 veces en Facebook. Esto es un pequeño pero importante paso dentro de un largo proceso para eliminar los estigmas sociales alrededor de los privados de libertad. Con esta campaña, se ha encontrado un medio de concienciación a gran escala como una forma de sanación, no solo a sus autores, sino también a los lectores y espectadores.
Servir sentencia se vuelve una experiencia gastronómica
Este proyecto logró conectar a mujeres internas con la sociedad que les espera al otro lado de las rejas a través de la comida. Con el apoyo del BID y otras organizaciones, la Fundación Acción Interna creó el “Restaurante Interno”, una iniciativa para favorecer la resocialización de las personas privadas de una forma innovadora.
La idea detrás de este proyecto fue generar una fuente sostenible de formación, capacitación, empleo e ingresos permanentes para las internas y también crear un espacio de encuentro entre los visitantes y las reclusas. Además de las remodelaciones necesarias del espacio, se capacitó a 160 internas de la Cárcel Distrital de San Diego – Cartagena por medio de talleres de servicio, cocina, restauración, emprendimiento, creación de empresa, educación financiera, huerta, y panadería, entre otros.
El restaurante se encuentra ubicado en el corredor de entrada a la cárcel de mujeres en Cartagena, en pleno centro histórico. Para su puesta en marcha se contó con la asesoría del chef español Koldo Miranda, destacado con una estrella Michelin, y siete prestigiosos chefs colombianos diseñaron los platos que se sirven a la clientela. El dinero recaudado se convierte en una donación destinada a mejorar la calidad de vida de las mujeres internas y sus familias.
La rehabilitación social de presos es un trabajo tanto de los presos como de la sociedad. Los presos necesitan espacios para contar sus historias, para conectarse con el mundo externo, y para encontrar un modo de vida alternativo al crimen una vez que salgan a la calle. A través del arte, la escritura y la gastronomía, estos proyectos están contribuyendo a la necesaria reconciliación entre la población recluida y la que vive en libertad.
 
Contribuyeron a la edición del artículo los insumos provistos por

Manuel Iturralde, Director del Grupo de Prisiones de la Universidad de los Andes (Colombia) y co-fundador de “La Cuarenta”
Enrique Quintanilla, formador docente y entrenador del programa “Soy Autor” en la ONG salvadoreña Contextos.



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