Shirin Ebadi, Nobel de la Paz: “El ‘feminismo islámico’ es un concepto completamente equivocado”


Shirin Ebadi parece no temerle a nada.
Las amenazas y represalias que recibe constantemente por parte del gobierno de Irán no da la impresión de que surtan efecto en esta luchadora por los derechos humanos que lleva casi 10 años en un exilio forzado en Londres.
“No puedo volver a Irán porque me procesarán. Ya han confiscado y embargado todas mis propiedades y pertenencias, por no mencionar a mis colegas, que están en prisión”, le cuenta a BBC Mundo la Nobel de la Paz.
“Pero si no regreso a Irán no es porque me dé miedo la cárcel. Ya he experimentado lo que es estar encarcelada. Es porque quiero vivir en un lugar en el que pueda ser de máxima utilidad para mis compatriotas. Y si estoy en prisión nadie podrá escuchar mi voz”.
Ebadi fue una de las primeras mujeres en ejercer como jueza en su país, pero la Revolución Islámica de 1979 le arrebató ese sueño. Después, se refugió en el activismo. Y no ha dejado de hacerlo desde entonces.
A sus 71 años, su actividad es frenética. Viaja 10 meses al año para dar conferencias y escribe libros y artículos con frecuencia: “Quiero asegurarme de que las voces de los iraníes son escuchadas”, afirma.
Ebadi habló con BBC Mundo antes de su participación en el Hay Festival de Querétaro, que se celebra en septiembre en la ciudad mexicana y en donde ofrecerá una conferencia sobre libertad de expresión.
Lleva toda una vida luchando por los derechos humanos. Primero fue en Irán, ahora desde el exilio. ¿Qué significa para usted la justicia?
Lo primero que me viene a la cabeza cuando mencionas la palabra “justicia” es igualdad. Y, después de eso, libertad. Cualquier cosa que restrinja la libertad, a mis ojos, es contradictorio a la justicia.
Sin embargo, ha presenciado muchas injusticias. ¿Cuáles han sido los casos que más le han impactado en su carrera?
He llevado muchos casos de máxima importancia. De hecho, todos ellos fueron importantes. Pero me gustaría destacar dos.
Uno de mis clientes fue la familia de Zahra Kazemi, una fotoperiodista canadiense-iraní que murió en prisión bajo tortura.
Este caso fue una de las razones principales por las que Canadá cortó todos sus vínculos con Irán. Y todavía no los han restablecido.

Todos los esfuerzos hechos por Canadá para asegurarse de que hubiera un juicio justo fueron en vano. Además del hecho de que durante el juicio obligaron al embajador canadiense a abandonar la sala, pese a que, según la ley, tenía todo el derecho a estar ahí.
Otro caso que me gustaría destacar es el de una cliente que tuve que era la madre de una niña pequeña a quien, mientras vivía con su padre, su madrastra torturó y mató.
Eso convirtió el juicio y la vista judicial en un juicio contra la ley en Irán. Cualquier ley opresiva que separa a un niño de su madre es totalmente impropia e injusta.
Lo bueno que ocurrió después de este caso fue que logré cambiar la opinión pública. Varios años más tarde, como resultado de mi trabajo, cambiaron la ley de custodia en Irán para beneficio de las madres.
Por supuesto, la ley de custodia de menores que existe actualmente en Irán no es en absoluto perfecta e ideal, pero en comparación con la época en que murió esa niña a manos de su madrastra, es mucho mejor.
Pero soy optimista. Los derechos humanos se han convertido en una demanda pública en Irán.
Hace más de diez años pronunció una de sus frases más célebres: “Una interpretación del Islam que esté en armonía con la igualdad y la democracia es una auténtica expresión de fe”. ¿Cómo se aplica en el contexto actual?
Es una cuestión muy importante, y la voy a analizar desde una perspectiva internacional.
Hay mucha gente en el mundo que cree que el Islam es el Talibán o [el autodenominado grupo] Estado Islámico, y eso no es cierto. Eso no es Islam. El Islam tiene varias interpretaciones diferentes.
Por otra parte, los diversos países islámicos, con el pretexto del Islam y las leyes islámicas, están usando esa excusa para ignorar los derechos humanos.

Usted defiende una visión progresista del Islam. ¿En qué consiste?
Tenemos que mostrarle al mundo que el Islam, el verdadero Islam, es compatible con la modernidad. Eso es en gran parte lo que estamos tratando de hacer.
Es una interpretación del Islam que incorpora y que respeta todos los derechos humanos.
Y lamento y condeno profundamente los ataques terroristas perpetrados en nombre del Islam, como aquellos en los que arrollan peatones con camiones.
Esos terroristas deben comprender que no solo están matando a ciudadanos inocentes, sino que además le están dando al Islam una muy mala reputación. Están destrozando la religión.
¿Cómo contribuye a eso Occidente?
¿Por qué se dice tan poco sobre la masacre de los musulmanes rohingya en Myanmar a manos de budistas?
Tampoco se habla mucho sobre la masacre de musulmanes en China, o la de musulmanes chechenos por parte de Rusia. Esas masacres apenas se mencionan en los medios occidentales.
Con una correcta difusión de noticias e información, el mundo podría darse cuenta de que la violencia existe en todas partes.
Me gustaría enfatizar que cualquier acto de agresión cometido por un individuo es responsabilidad de ese individuo y no tiene nada que ver con la religión o con la cultura de la que proviene.
Occidente tiene muchos clichés contra el Islam. Cada vez que una persona musulmana lleva a cabo una agresión, indirecta e inmediatamente se relaciona el ataque con su religión.
¿Y sobre la mujer musulmana? ¿Cuáles son los clichés que Occidente tiene sobre ella?
Occidente retrata a todas las mujeres musulmanas muy similares entre sí. Pero la situación de las mujeres en países islámicos varía mucho en función de cada lugar.
Por ejemplo, la situación de las mujeres en Túnez no se parece en nada a la de las mujeres en Emiratos Árabes Unidos o en Qatar.

Usted se define como feminista. A algunos les parece raro que una mujer pueda ser musulmana y feminista…
Creo que ser feminista y musulmana, sin duda, es posible. Con una adecuada interpretación del Islam podemos tener una total igualdad de género.
Sin embargo, quisiera destacar que la expresión “feminismo islámico” es completamente equivocada. Una persona musulmana puede ser feminista. Es una musulmana feminista. Pero el término “feminismo islámico” es incorrecto.
El feminismo es un término universal. No tiene nada que ver con la religión, ya sea cristiana, musulmana o cualquier otra.
El feminismo es feminismo.
¿Se complica también la cuestión cuando se mezcla religión y política?
Te daré un ejemplo muy sencillo: hace unos 40 años, cuando tuvimos la Revolución Islámica, más del 90% de la población iraní votó por un régimen de ideología islámica.
Pero ahora mucha gente dice que no quiere un régimen islámico y que prefiere la democracia.
Para asegurar que la democracia se establezca en Irán, Irán debe convertirse en un Estado laico.



Source link

Related Posts