translated from Spanish: La Suprema desatada: intenso despliegue mediático de jueces para fustigar a diputados y victimizarse

Los jueces de la Corte Suprema Hugo Dolmestch, Carlos Künsemüller y Manuel Valderrama mantuvieron en silencio durante semanas su molestia e incomodidad que les causó la acusación constitucional presentada por diputados. Pero una vez que se zanjó el asunto, se desataron, criticando abiertamente la decisión de los parlamentarios de enjuiciarlos por liberar a los reos de Punta Peuco.
Ayer el mismo Künsemüller ya había dado indicios de lo que vendría, más declaraciones incendiarias. Y no falló, pues criticó abiertamente la acusación constitucional, a la que catalogó como infame: “La acusación se basó en hechos falsos. Lo más grave es atribuirles a los tres ministros de la Segunda Sala que deliberadamente y a conciencia infringieron la ley. Eso significa atribuirnos el delito de prevaricación, lo más grave que se le puede imputar a un juez. Y esa imputación se lanza en la acusación, sin ninguna prueba que la respalde, lo que de por sí es inaceptable”, señaló en entrevista con el diario El Mercurio.
Künsemüller, quien es conocido en el máximo tribunal como uno de los ministros de más bajo perfil, mostró otra cara al indicar que “es evidente que aquí hubo un intento de agredir a la Corte Suprema, a la independencia y autonomía de todos los jueces de Chile”.
“Se envía un mensaje en la acusación, no solo a la Corte Suprema, a todos los jueces chilenos, que ratificaron los diputados en sus argumentaciones en la sala: “Ustedes jueces de Chile tienen que fallar las causas como nosotros estimamos que deben fallarlas”. Eso es una agresión a la independencia. Hasta un estudiante de primer año de Derecho lo entendería”, argumentó, agregando que “evidentemente, hay una campaña política para desestabilizar el Estado de Derecho”.
El juez también se refirió a una de las frases que dijeron durante la sesión del pasado jueves, en donde los parlamentarios señalaron que “son un Congreso nuevo”: “es una amenaza, una intimidación. Y naturalmente confiamos en que los jueces chilenos no se sientan intimidados, pero evidentemente introduce un factor, por lo menos, de preocupación, de que se pretenda que los jueces chilenos sean jueces dóciles, temerosos y que antes de dictar la sentencia tengan que ir a preguntar a la Cámara de Diputados cómo fallar la causa”.
No siendo suficiente, Künsmüller trató de ignorantes a los diputados: “Ojalá esta gente que nos ha querido acusar haya escuchado atentamente la clase que les dictó en materia de derecho penal internacional, y de la cual estos congresistas se nota que no tienen la más mínima idea. También, lo que dijeron otros importantes catedráticos, como las profesoras Claudia Cárdenas y Mirna Villegas, destacadas abogadas defensoras de los derechos humanos. Todos coincidieron en que aquí no se podía hablar de notable abandono de deberes ni de infracción a las normas del derecho penal internacional. Lo expuso mi maestro, el profesor Etcheberry. Debería ser suficiente para quienes son ignorantes en esta materia, no saben nada. Bueno, aprendan algo”.
“Esto no ha sido un incidente menor, que uno diga qué tanto si siempre nos pelan, siempre la gente dice que los jueces son unos corruptos, que nos quedamos dormidos en audiencias. Estamos acostumbrados a eso. Pero esto no era un simple incidente de decir que los jueces fallaron mal. Fue una maquinación. Fue una conjura para atacarnos, y eso yo no lo acepto. No acepto que un congresista ignorante, que no tiene idea de nada, venga a revisar mis sentencias. No lo acepto, porque el congresista tampoco aceptaría que yo me fuera a instalar a su oficina a revisarle su proyecto (de ley) y decirle: ‘Esto no sirve para nada, cámbielo’. ¿Por qué tengo que aceptar yo esto?”, sentenció.
No fue el único
A las críticas abiertas y directas de Künsmüller, también se sumó Hugo Dolmestch, quien, al igual que hace algunos días, se mostró más mesurado: “nunca pensé que pasaría por algo así, más aún ya terminando una extensa carrera judicial. Me dio pena, pero no miedo. Lo encontraba injusto. Escuchaba a personas diciendo que yo y los otros acusados estábamos apoyando la impunidad. Imagínese, escuchaba esas versiones de la gente y las encontraba injustas y pensaba: ¡Qué tengo yo que ver con eso!, si yo como juez solo estaba aplicando la ley vigente. Pero eso era esto, un juicio político. Uno como juez no conoce el mundo político y tampoco lo entiende, yo cuando oía eso que decían era como ¿están hablando que yo hice eso?”, señaló en entrevista con el diario La Tercera.
Dolmestch se refirió también a la decisión de otorgar libertad condicional a los reos: “nosotros somos un país joven y pobre, y los jueces tenemos que recurrir, a veces, a una legislación también pobre y antigua, y ahí hay un punto en que es imposible juzgar beneficios con una norma de un siglo atrás. No creo que sea posible que alguien, pese a cumplir todo los requisitos objetivos, no acceda a la libertad condicional, yo creo que todos los presos deben tener una lucecita de esperanza. Ahora, si la legislación interna a mí me exige otras cosas, eso es distinto y ese no es problema nuestro, es de los legisladores y eso lo dijimos siempre”.
“Yo creo que nadie, menos un juez, tiene derecho a atropellar a la gente. Nosotros buscamos la verdad, pero un juez nunca puede olvidar que está tratando con personas. Puedo entender también el sentir de los familiares de las víctimas. Los conozco a muchos, fui juez instructor, conversaba a diario con ellos, pero ¿sabe?, ese trato digno tiene sus frutos y están en poder hallar la verdad y sancionar. Si usted revisa mis procesos, mis fallos cuando era instructor o juez de fuero de causas de derechos humanos, verá que todos esos condenados están confesos. Desarticulamos a toda la CNI. Usted lee un fallo mío y parece una novela: todos confiesan, salvo uno o dos jefes de organismos de inteligencia que nunca lo hicieron. ¿Por qué lo hicieron? Bueno, creo que confesaron sus crímenes por ese trato humanitario que tengo con el que está al frente”, agregó.
“El peligro de todo esto era que pudiera constituir una especie de amenaza a la función judicial. Y hay una cosa que a mí no me cabe ninguna duda: es grave que en un país los jueces estén atemorizados, porque se pone en riesgo el estado de derecho. Cuando el juez está atemorizado no puede cumplir con libertad su convicción y su trabajo, y la gente no recibe lo que debe recibir, un juicio justo. Eso es peligroso”, sentenció.
La maquinaria del Gobierno
No sólo los jueces salieron a criticar la acusación constitucional. El oficialismo, en voz del ministro del Interior, Andrés Chadwick, habló sobre esta derrota de la oposición: “Yo no juzgo intenciones, pero sí me parece muy preocupante que un grupo de parlamentarios haya demostrado no tener un compromiso sólido, fuerte, responsable con el Estado de Derecho. Eso preocupa, porque si no se le pone freno a conductas de este tipo, se debilita la democracia y el Estado de Derecho”, sostuvo en entrevista con El Mercurio.
“El fracaso refleja que sí hay una mayoría para evitar que nuestra institucionalidad se debilite, que hay un compromiso con nuestro Estado de Derecho cuando se trata de impedir que una mayoría se olvide o desprecie lo que son normas y reglas de juego institucional”, sentenció el jefe de gabinete.

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