¿Por qué es incierto el futuro de Cambiemos?



Desde la semana pasada los mercados se abocaron a las acciones en pesos, con tasas de interés muy altas lograron cautivar a los inversores tanto locales como externos, dejando el dólar en su menor valor en los que va de septiembre. A su vez, cayó el riesgo país y parecieran confirmarse los adelantos en el préstamo con el FMI, al parecer de 5.000 millones de dólares en lugar de los 20.000 que se esperaban.
En paralelo se presentó el Presupuesto para el próximo año, un guiño para los mercados y en línea con las exigencias del Fondo Monetario Internacional, el déficit cero se presenta como el objetivo último para mostrar seguridad y estabilidad para nuestros acreedores. 

 

 
¿Cómo se llega a esto?
Se reducen subsidios, transferencias a provincias, se congela la planta estatal en conjunto con un plan de fomento de los “retiros voluntarios”, cae la inversión pública en construcción, se reducen las personas alcanzadas por la pensión universal y una larga lista de recortes que dan por resultado lo obvio: una recesión económica que se espera que reduzca 0,5% el producto.
Por lo tanto, se nos presenta un 2018 y un 2019 de caída en la actividad económica. Los impactos ya están a la vista en el aumento de la tasa de desempleo en el segundo trimestre de 2018 según el INDEC. Se espera que la misma aumente debido a la perdida de puestos de trabajo en el sector industrial y en las pymes en el segundo semestre del año. 

 

 
A su vez, las proyecciones de inflación para 2018 no bajan del 40% en los mejores escenarios. En este contexto, las paritarias cerraron en un promedio de 25%, lo que constituye una caída del salario real que supera el 10% de no reabrirse la paritarias este año. De nuevo, en los escenarios más optimistas.
Ante ingresos que no llegan a fin de mes, más personas salieron a buscar trabajo. Sin embargo, quienes consiguen lo hacen en su mayoría en el mercado informal y se constituyen como ingresos complementarios para los hogares.  

La devaluación impacta en la economía real y trae con ella presiones inflacionarias.

También hace aumentar la cantidad de pesos que necesitamos para pagar el endeudamiento del país. Al estar dolarizada la deuda, con cada devaluación, se vuelve un porcentaje mayor de nuestro producto, que llega al 87% del PBI en el Presupuesto 2019. Niveles peligrosos que preocupan a los mercados y son, sin duda, parte importante de las nuevas negociaciones con el FMI.
Mientras tanto los pesos circulantes en la economía real son cada vez menos, bajando por segundo mes consecutivos el 2,1% mensual se marca una tendencia a la caída de demanda de pesos. Este fenómeno tiene sentido en un escenario recesivo y de caída de la actividad económica. Si muestran las malas noticias que vive la economía real se traducen como una buena señal para el mercado cambiario, ya que le quita presión a la demanda de dólares.
Para continuar la primavera, aunque con una tasa de interés mayor al 50% sea posible sólo en el corto plazo, es necesario que los inversores se mantengan en pesos y no generen nuevas presiones en la divisa.

 

 
La fragilidad del modelo es hacernos dependientes del humor y la confianza de quienes están más atentos a la bicicleta financiera para mantener una estabilidad cambiaria necesaria para no caer en una cesación de pagos ni en un proceso inflacionario espiralado. 



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