Viña, más abajo del subsuelo


Con la operación de los estacionamientos subterráneos de Plaza Sucre, otros en superficie y el arriendo de locales comerciales, la Municipalidad de Viña del Mar debería recaudar 800 UF por año durante en casi 3 décadas, a partir de esta fecha, es decir unos 650 millones de pesos. Mientras, el concesionario recuperaba en 29 años el valor de su inversión de 512 mil 189 UF con la licitación.
Lamentablemente, la comuna está a punto de perder pan y pedazo, porque fue demandada eñ año 2015 por la constructora Besalco Concesiones S.A. que reclama más de 500 mil UF por daños y perjuicios, acusando a la municipalidad por los atrasos y problemas de la obra (Rol del Juicio C-2886-2015 del 3er Juzgado Civil de Viña del Mar). En la contestación de la demanda el municipio deslindó responsabilidad, pero 3 años después la alcaldesa propuso al Consejo Municipal un arreglo extrajudicial por 18 mil millones de pesos (656 mil UF) que, felizmente, los ediles rechazaron de manera unánime, hasta conocer los detalles y eventuales responsabilidades involucradas. Y llamó la atención, además, la millonaria propuesta, sin que se esperara el fallo de primera instancia.  Aquí se advierte, por un lado, un proceso mal planificado y –por otro- reclamos o amenazas de una empresa que, aparentemente, no es capaz de ver las condiciones técnicas del negocio que contrata y en el cual es experta. La justicia decidirá.
Pero si el municipio pierde la demanda, resulta evidente que estaríamos ante una casi inverosímil bancarrota financiera, con pérdidas judiciales cercanas a los 36 mil millones de pesos, partiendo por el déficit corriente de 18 mil millones que se conoce ha detectado una auditoria de la Contraloría General de la República en la municipalidad. Esta cifra supera  el fraude en Carabineros (28 mil millones) y la cantidad que –seguramente- recaudará la próxima Teletón.

Se sabe que entre el Ministerio Público y la Contraloría Regional se trabaja en resolver el destino de los dineros (o parte de ellos). Pero el problema de fondo es otro.
Si buscamos saber cuánto destina hoy el Municipio a salud, educación o aseo, encontraremos que los focos de inversión no están donde deben. Estamos conscientes de que Viña no es un balneario de dos meses, ni solo el glamour del centenario del siglo pasado, ni las postales doradas con el sol y el mar. Es una ciudad de 365 días con todo lo que ello implica en materia de gobierno municipal.
Viña del Mar es una ciudad joven con 334 mil habitantes, con una edad promedio de 38 años, donde un 16.5% de la población es menor de 15, y un 14.8% mayor de 65 años. Tenemos, entre los déficits graves, a 16 mil 700 personas viviendo hacinadas (5%) y 3 de cada 10 jóvenes no asisten a la enseñanza media, lo que es alarmante hacia el futuro inmediato. Además, es una ciudad con alta demanda por servicios de calidad, demasiado congestionada, sin un plan armónico y confortable de transporte público, y con fuertes carencias en ámbitos interiores de su territorio.
Los ediles han dado un gran paso al poner condiciones de transparencia a los acuerdos prejudiciales, y de responsabilidad cívica, pues ello es tanto un acto de dignidad como de buen gobierno. Hay que dar otros, pues los datos no mienten, mientras Viña espera.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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