translated from Spanish: A propósito del fallo de La Haya ¿en realidad nuestro mar y sus recursos son de todos los chilenos?

Los presidentes bolivianos tienen como mandato constitucional abrazar y gestionar la demanda por una salida soberana al mar del país que representan.  Ese mandato se trató en una asamblea constituyente que, años atrás, fue ampliamente discutida y votada por la mayoría del pueblo Boliviano.
En Chile, gran parte de nosotros no estamos enterados de esta obligación, que contrae todo candidato a la presidencia del país vecino. Poco nos importa el deber suscrito por la presidencia boliviana y si a algún periodista, comentarista o académico extraviado se le ocurre informar de su existencia, entonces una gran mayoría de chilenos salta inmediatamente, aduciendo que ese mar nos ha bañado tranquilamente por muchas décadas y eso lo ha hecho nuestro mar. Por eso, nada tenemos que negociar con países que han perdido territorio en una guerra y no tenemos por qué andar revisando tratados de 114 años de antigüedad. Las cosas para todos los chilenos están bien claras, oleadas y sacramentadas: tenemos una costa ininterrumpida de 4.329 kilómetros de largo y nos pertenece.
No obstante, ahora que el tema de “nuestro” mar se encuentra nuevamente en el debate público, es necesario recordar algunos temas que, quizá a los bolivianos no les importan, pero que sí incumben a todos los chilenos: La Ley de Pesca, votada el año 2012, la cual fue escrita en un marco conocido de corrupción, donde se ha comprobado la participación activa de exitosos empresarios y políticos.  Esa ley ha venido a legitimar la propiedad privada sobre el mar de Chile para unas pocas empresas. Las costas no son de “todos los chilenos”.

En el Congreso Maritorio, realizado a principios de este año, un pescador artesanal dijo a propósito de la “Ley Longueira” que, desde su implementación en manos de SERNAPESCA “los pescadores nos hemos tenido que convertir en ladrones, porque esos animales ya no son libres habitantes del mar, no cualquier chileno tiene derecho -por ley de la República- a pescar y comerciar el producto de su trabajo. Si un pescador artesanal quiere vender un pescado, entonces debe robarlo a uno de sus dueños”. Los peces ahora son llamados recursos marinos, y los recursos tienen unos pocos dueños que los administran de manera que puedan redituar mejores ganancias  para sus empresas.
En grandes rasgos, la Ley de Pesca actual es vista, por la mayoría de los habitantes de nuestra costa, como una normativa que vino a quitarles el mar a los pescadores artesanales chilenos y se lo entregó a unos pocos empresarios.
Ahora, si el Estado Boliviano algún día llega a cumplir su sueño de hacerse dueño de parte de nuestro mar, no sabemos bien qué harían nuestros vecinos con eso. Pero, aparte de saber que ese mal augurio sería una gran derrota a nuestro orgullo nacional, lo que también podemos intuir es que a los dueños de los peces no les acomodaría tener que negociar con otro Estado que no sea uno que vota leyes a su antojo.
Por lo mismo, es necesario complejizar el debate y preguntarse si la idea de “perder territorio” está permeada o no por intereses que no son de todos los chilenos. O si la insistencia de los representantes chilenos de mantener soberanía sobre todo el territorio será una forma más de facilitar negocios extractivos para unos pocos propietarios.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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