1968: El Ejército desocupa CU



Nota del editor: Desde el 23 de julio, Animal Político presenta materiales periodísticos para conocer los hechos, nombres y momentos clave del movimiento estudiantil del 68 que se vivió en México.

La cronología se publica en tiempo real, a fin de transmitir la intensidad con que se vivieron esos días y se tenga, así, una mejor comprensión de cómo surgió y fue frenado a un precio muy alto el movimiento político social más importante del siglo XX.
 
Queda mucho por saber y entender: 50 años después aún no sabemos por qué una riña estudiantil –como muchas que hubo previamente– detonó la brutal represión del gobierno.

 
Lo que es cierto es que el 68 fue, es mucho más que la masacre del 2 de octubre. Hubo un contexto que lo explica. Y eso es lo que les presentamos aquí:

Ciudad de México, 30 de septiembre de 1968.- Después de 12 días de ocupación y sin que ninguna autoridad universitaria hiciera una solicitud formal, como insistió el gobierno en los últimos días, el general José Hernández Toledo entregó al mediodía de este lunes las instalaciones de Ciudad Universitaria a las autoridades de la máxima casa de estudios, y los soldados y los mandos del Ejército comenzaron a salir del campus.
De esta forma, el rector Javier Barros Sierra se mantuvo “fiel a sus palabras: si no había sido avisado de ningún modo de la toma de la CU, no tenía por qué convalidarla pidiendo su devolución”.[1]
A las 12:30, Hernández Toledo se encontró, como se había acordado previamente, con el director general de Administración, Ernesto Patiño Hernández, y el director de Patrimonio Universitario, Octavio Roca Marín, quienes recibieron las instalaciones. Posteriormente, informaron de haber encontrado una serie de “destrozos”.[2]
En un comunicado, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) solicitó este mismo lunes a los funcionarios y directivos un informe sobre las condiciones en que el Ejército devolvió los planteles y oficinas.
“El rector Barros Sierra convoca a todos los investigadores, técnicos, personal de difusión cultural y administración a que de inmediato reanuden sus labores y reitera la exhortación que implícitamente hizo a todos los miembros de la comunidad universitaria en su último discurso a la Junta de Gobierno de la UNAM”.[3]
Poco a poco, en el transcurso del día, directores de escuelas, facultades e institutos de la UNAM, académicos, estudiantes y personal administrativo se fueron presentando en la Universidad. Cerca de las 14 horas, Barros Sierra llegó a sus oficinas en Rectoría, acompañado por el secretario general de la UNAM, Fernando Solana Morales.
La huelga continuará: CNH
En cuanto los tanques y soldados desalojaron Ciudad Universitaria, delegados del Consejo Nacional de Huelga (CNH) se concentraron frente al auditorio de la Facultad de Ciencias, donde realizaron una asamblea y, luego, una rueda de prensa para anunciar que “la huelga continuará hasta la solución del pliego petitorio. Lo ocurrido en el Casco de Santo Tomás y en otros centros escolares constituyó un acto de legítima defensa del IPN (Instituto Politécnico Nacional) ante las violentas represiones de las fuerzas públicas”.[4]
Asimismo, destacaron como condiciones para dialogar con el gobierno “la salida de las fuerzas públicas de todos los planteles educativos, libertad de todos los encarcelados a raíz del conflicto y cese a la persecución y represión de los actos públicos”.
También anunciaron la realización de dos mítines mañana martes 1 de octubre en CU y ratificaron el llamado a realizar el miércoles 2 de octubre un mitin en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, al que seguirá una manifestación que partirá de la vocacional 7 hacia el Casco de Santo Tomás, para demandar la salida de las tropas de los planteles educativos.
El CNH denunció, además, el envío de cartas con textos amenazadores y una cruz roja a los estudiantes que han sido liberados luego de haber sido detenidos temporalmente.[5]
De paso, aprovecharon para reiterar que nunca se han propuesto boicotear los Juegos Olímpicos, pero que éstos “no pueden mediatizar el movimiento estudiantil ni postergar sus justas demandas populares”.
Cuestionados sobre si tienen suficiente poder para forzar al gobierno al diálogo, respondieron: “Lo único que sabemos es que nos asiste el derecho de pedirle que nos atienda. Esto es un clamor popular”.
Y cuando un reportero de Los Angeles Times preguntó si el rector Barros Sierra apoya el movimiento estudiantil, afirmaron: “La lucha estudiantil no pertenece a ninguna autoridad educativa; pertenece a los estudiantes y al pueblo”.
Aceptan ver a enviados del presidente
La propuesta de diálogo del gobierno federal, hecha el 29 de septiembre por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, fue transmitida a los estudiantes por el secretario general Fernando Solana, quien buscó a los estudiantes con el conocimiento del rector.
Según comentó Solana a la dirigencia estudiantil, reunida afuera del auditorio de la Facultad de Ciencias, los representantes presidenciales serían Jorge de la Vega Domínguez y Antonio Caso.
Los 30 o 40 integrantes del CNH presentes deliberaron en torno a la propuesta oficial. Tras discutir al respecto, se decidió tener un primer encuentro con los enviados de Díaz Ordaz y se designó a Gilberto Guevara Niebla, Luis González de Alba y Anselmo Muñoz para acudir a la cita con el objetivo de sentar las bases del diálogo público exigido por los estudiantes para dar respuesta satisfactoria al pliego petitorio.[6]
Como los dirigentes del movimiento no accedieron a ir a ninguna oficina del gobierno ni los funcionarios a instalaciones de la UNAM o del IPN, el rector Barros Sierra medió y ofreció su casa en San Ángel.
Aparte de ese punto, vital en la agenda del movimiento estudiantil, en la sesión del CNH hubo incidentes “extraños”. Por ejemplo, la intervención de Sócrates Campos Lemus, representante de la Escuela Superior de Economía del IPN, y de otros representantes politécnicos, quienes “mostraron de pronto y cínicamente pistolas de calibre muy alto”.[7]
Hasta ese momento, en el Consejo Nacional de Huelga nunca se había planteado la posibilidad de recurrir a las armas como una opción defensiva para el movimiento. Sin embargo, Campos Lemus propuso que se integraran “columnas armadas” para proteger a los dirigentes del CNH, en particular a Raúl Álvarez Garín y a Gilberto Guevara Niebla.[8]
Argumentaron que en los últimos mítines del movimiento había llegado mucha gente sospechosa y que había peligro de un atentado contra los líderes del CNH. Para éstos, la reunión fue “muy pesada por esa sugerencia de formar “columnas y recurrir a las armas”. La mayoría de los integrantes del CNH rechazó la propuesta.
Ante el temor de que el gobierno federal aprovechara para capturar a la dirigencia del movimiento estudiantil, también se acordó que los integrantes del CNH no asistieran a los actos del 2 de octubre. “Acordamos no asistir al mitin de Tlatelolco porque era posible que nos detuvieran a pesar de las negociaciones”.[9]
REFERENCIAS
[1] Jardón, Raúl, 1968: El fuego de la esperanza, Siglo XXI Editores, México, 1998, pp. 97 y 98.
[2] Diego Ortega, Roberto, “1968: El ambiente y los hechos. Una cronología”, Nexos, 1 septiembre 1978, en www.nexos.com.mx/?p=3199.
[3] “50 años del 68”, Gaceta Universitaria, en www.gaceta.unam.mx/desocupa-el-ejercito-cu/
[4] Jardón, Raúl, op. cit., pp. 97 y 98.
[5] Ídem.
[6] González de Alba, Luis, “Tlatelolco, aquella tarde”, en Nexos, 1 de noviembre de 2016, disponible en www.nexos.com.mx/?p=30019.
[7] Guevara Niebla, Gilberto, “Volver al 68”, en Nexos, 1 de octubre de 1993, disponible en www.nexos.com.mx/?p=6899.
[8] Ídem.
[9] González de Alba, op. cit.



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