Debilitar la regulación sobre el mercurio suena más aterrador de lo que parece



La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) propondría un debilitamiento significativo a su regulación sobre el mercurio, que está diseñada para proteger la salud pública. El plan de la agencia incluye una idea que sería, al mismo tiempo, estúpida y cruel, y que podría llevar a miles de muertes prematuras.
Primero, información completa: gran parte del trabajo sobre la regulación del mercurio se realizó mientras presté servicios como administrador de la Oficina de Información y Asuntos Regulatorios de la Casa Blanca, desde 2009 a 2012.
En general, los opositores a la regulación tienen razón al señalar que las reglas pueden tener lo que denominan “concesiones riesgo-riesgo”. A veces las regulaciones están diseñadas para reducir los riesgos, pero en el proceso también aumentan los riesgos. Es esencial considerar tales riesgos compensatorios.
Por ejemplo, las regulaciones de ahorro de combustible, diseñadas para hacer que el aire sea más limpio, también podrían hacer que los automóviles sean menos seguros y, por lo tanto, costarían vidas. La regulación agresiva sobre la energía nuclear podría aumentar la dependencia en las centrales eléctricas de carbón, y así aumentar la contaminación del aire, poniendo en peligro la salud pública.
Si la Administración de Medicamentos y Alimentos, o FDA por sus siglas en inglés, se niega a permitir la venta de un medicamento prometedor por el hecho de que podría tener efectos secundarios dañinos, podría aumentar los riesgos para la salud en general, porque niega a las personas el acceso a ese medicamento.
Estos ejemplos muestran que los reguladores deben tener una visión panorámica más amplia que estrecha. Si la ley lo permite, deberían tener en cuenta los efectos dañinos de sus regulaciones, no solo los efectos beneficiosos.
Para darle crédito, la administración de Trump ha insistido en hacer exactamente eso en el contexto de las regulaciones de economía de combustible. Lo que nos lleva a la regulación del mercurio.
El mercurio en sí mismo puede causar daños neurológicos graves tanto en adultos como en niños. Pero algunas de las preguntas científicas están en disputa, y algunos expertos piensan que solo en términos de reducciones de mercurio, la regulación de la EPA produciría beneficios para la salud relativamente modestos. Cuando emitió ese reglamento, la EPA reconoció francamente que los beneficios de reducir el mercurio no se acercarían a justificar el costo anual de US$9.600 millones.
En opinión de la EPA, el equilibrio estaba más que inclinado por los “beneficios complementarios”. Para cumplir con la regulación del mercurio, las centrales eléctricas tendrían que tomar medidas que reducirían simultáneamente otros contaminantes, incluido el material particulado.
Esas reducciones evitarían hasta 11 mil muertes por año, y también 4.700 ataques cardíacos no fatales y 130 mil ataques de asma. Traducido en términos monetarios, los beneficios colaterales se valorarían en US$37 mil millones o más al año, lo suficiente para justificar el gasto anual de US$9.600 millones.
Al parecer, la administración de Trump planea excluir esos beneficios colaterales de su análisis sobre la regulación del mercurio. Sin considerarlos, la regulación del mercurio impondría grandes costos y crearía pequeños beneficios, lo que casi seguramente justificaría una decisión de debilitarla o revocarla.
En general, negarse a considerar los beneficios colaterales de las regulaciones sería un gran error, tan malo como negarse a considerar riesgos compensatorios. Ejecutivos de compañías suelen quejarse de que, si una agencia considera beneficios colaterales, se está involucrando en una forma de doble cómputo. Eso es falso. Es simplemente contar.
Es cierto que otras leyes también regulan la contaminación del aire, incluidas las partículas. Si esas regulaciones producen de manera independiente los beneficios que dicen ser producidos por la regulación del mercurio, entonces esos beneficios no pueden atribuirse de manera justa a la regulación sobre el mercurio.
Si la EPA termina diciendo que considerará los beneficios complementarios solo cuando no sean parte de otras regulaciones, tendría un sustento sólido. Pero, al parecer, quiere decir algo mucho más extremo: no considerará los beneficios colaterales. Punto.
Si eso es lo que quiere decir la EPA, su mejor argumento podría apuntar a la Ley de Aire Limpio, que le permite regular las emisiones de mercurio solo si la regulación es “apropiada y necesaria”. Quizás la agencia diga que, al decidir si la regulación se considera como apropiada y necesaria, no está permitido considerar beneficios colaterales.
Por razones un tanto ininteligibles y técnicas, eso no es un argumento loco. Pero probablemente está mal. Al decidir si la regulación es apropiada y necesaria, la agencia debe considerar todos los beneficios y costos, en lugar de solo un subconjunto.
El punto más importante es más sustantivo. La EPA parece estar contemplando un cambio fundamental, en el cual consideraría cuidadosamente los riesgos compensatorios, sin tener en cuenta los beneficios colaterales. Eso sería arbitrario. Hay muchas razones para esperar que los tribunales federales también digan lo mismo.

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