Del humo al tabaco | Animal Político



Cuando se prendió el primer cigarro industrializado del mundo, a finales del siglo XIX, nadie habría imaginado que 138 años después, se prenderían 200 mil cigarros por segundo.
En 1880, la máquina que inventó el estadounidense James Albert Bonsack producía 120 mil cigarros en 10 horas. Hoy, en ese mismo tiempo se consumen alrededor de 6 mil millones de cigarros.
¿Hacia dónde va una industria que sabe que la combustión de cigarros provoca una muerte cada cinco segundos? Una industria que debe escuchar a los que piden alternativas para consumir nicotina a través de opciones de menor riesgo a la salud, precisamente en el siglo de la innovación disruptiva.
La industria tabacalera nació de la innovación. Bonsack dejó la escuela y se dedicó de tiempo completo a idear una máquina para producir masivamente cigarros, pues en aquellos años se ofrecía un premio equivalente a 1.6 millones de dólares para quien lo lograra. Lo logró.
Ahí surgió una industria que vivió un crecimiento exponencial durante casi dos siglos. Pero se quedó ahí y no volvió a innovar hasta hace poco. En el momento en que los consumidores comenzaron a buscar nuevas opciones, estas empresas asumieron el reto de desarrollar alternativas de suministro de nicotina menos dañinas.
La industria tabacalera inició una apuesta por la investigación y el desarrollo de nuevos productos para sustituir a los cigarros como los conocemos ahora. Opciones libres de humo y sin combustión, pues el humo resultado de quemar tabaco (y de cualquier materia orgánica­) está vinculado a enfermedades oncológicas y cardiacas.
Los primeros productos de tabaco calentado que desarrolló la industria tenían una tecnología muy voluminosa y eran difíciles de usar. Tampoco satisfacían las necesidades de los consumidores, es decir, los rituales, los sabores, la historia que conlleva cada cigarro.
Es por ello que el cigarro electrónico Juul es quizá el mejor ejemplo de la sacudida al rumbo que las tabacaleras seguían en materia de innovación. Hace 14 años, James Monsees y Adam Bowen lograron su graduación en Stanford con una tecnología que calienta sales de nicotina. Hoy, su compañía está valuada en 15 mil millones de dólares por un producto que es conocido como el “Apple de los e-cigs” o “cigarro inteligente”. Un dispositivo delgado y ergonómico, con un cargador USB y cuatro cápsulas de distintos sabores.
Los inventores de Juul eran fumadores en busca de alternativas para dejar el cigarro. Esa fue la misma motivación que abrió el mercado del cigarro electrónico para ofrecer una amplia gama de estos productos también conocidos como vaporizadores, pues ofrecen con la inhalación del vapor de nicotina una alternativa a la combustión del tabaco.
Moira Gilchrist, vicepresidente de Comunicaciones Científicas y Públicas de Philip Morris Internacional (PMI), advierte que el reto actual para la industria es diseñar opciones distintas al cigarro respaldadas por evidencia científica generada por equipos multidisciplinarios de biólogos, químicos, físicos, ingenieros, profesionales médicos y clínicos, mercadólogos y expertos en hábitos de consumo.
A Gilchrist la respalda una trayectoria clínica en la investigación de medicamentos contra el cáncer. Entrevistada en el Foro Mundial de Tabaco y Nicotina 2018, comparte que hace 14 años como consultora farmacéutica comenzó a involucrarse con la preocupación de las tabacaleras por desarrollar productos enfocados a reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con fumar.
“El problema que la industria identifica como causa principal (de enfermedades) es la combustión del tabaco. Así que empezaron a investigar qué tipo de productos podrían desarrollar que no involucraran combustión, pero sin dejar de producir el gusto, el sabor y la satisfacción que los fumadores buscan (al fumar), además de ayudarlos a migrar a opciones de riesgo reducido”, comenta quien es reconocida por trabajar en el desarrollo de productos libres de humo.
La Organización Mundial de la Salud estima que en 2025 habrá más de mil millones de fumadores de tabaco, por lo que acelerar la adopción de alternativas para al menos 30% de ellos, implicaría evitar que 300 millones de personas mueran anticipadamente por alguna enfermedad vinculada con fumar.
Imaginar a aquellos sacerdotes mayas sosteniendo largos cigarros, hace 2 mil años, inmersos en un trance entre enormes bocanadas de humo, es hacer una rápido repaso por la evolución de un hábito que se popularizó y se masificó gracias a la tecnología. Hoy, nuevamente la innovación pone sobre la mesa alternativas de menor riesgo a la salud para replantear la relación que la humanidad ha tenidocon el tabaco.
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A 10 años de que en el país se implementara la Ley General para el Control de Tabaco (LGCT), Animal Político y Philip Morris México se suman al debate con nuevos elementos sobre el control de tabaco con datos serios, verificables y científicamente comprobados.
Fumar es un tema de salud pública. Las campañas de salud en materia de tabaco tienen tres vertientes: prevenir que haya nuevos usuarios, buscar que los fumadores actuales dejen de fumar y proteger a los no fumadores.
En este espacio se ponen sobre la mesa diversos enfoques y propuestas innovadoras que complementan los esfuerzos en materia de salud hasta ahora existentes y ponen a los adultos que han decidido seguir con el consumo de nicotina en el centro de la discusión.
Si te preocupa tu salud, no fumes ni uses nicotina.
La investigación y la redacción de este contenido han sido realizadas por Animal Político.



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