translated from Spanish: No han entendido nada – El Mostrador

El gobierno de Sebastián Piñera, desde unas semanas atrás, viene levantando como baluarte de la agenda en Educación el proyecto de ley “Aula Segura”, o como se le ha conocido recientemente, ley “Cubillos”, en alusión a la Ministra de Educación, quien se ha transformado en una ferviente propulsora de lo que parece ser lo único presente en su agenda ministerial. El núcleo del proyecto surge como reacción a los actos de violencia en los liceos, especialmente de Santiago, durante las manifestaciones estudiantiles. El propósito principal, evitar actos de delincuencia y vandalismo, con la expulsión inmediata del o los estudiantes involucrados en la acción, luego de efectuado el “debido proceso”, otorgándole además mayor poder de decisión al director de las escuelas y liceos.
Más allá de lo poco concreto del “debido proceso”, lo preocupante es que la idea de la escuela como instancia de reproducción social se sigue perpetuando con este tipo de proyectos. Como gobierno, se está reaccionando únicamente a la contingencia, sin plantear soluciones de fondo, con un carácter reduccionista tanto en las medidas a considerar, así como en los actores que abarca. Un estudiante que opta por la violencia indiscriminada como forma de manifestación, que no valora el rol de la escuela y el rol docente sin duda es preocupante, pero deben existir otras situaciones de fondo que lo llevan a plantearse de esta forma frente a la sociedad. El contexto social, familiar, personal, escolar y la creación de identidad son factores que el proyecto no esta considerando. El aula toma una estructura reduccionista, donde la simple lógica punitiva y de reproducción social toman la delantera, en desmedro de fomentar una práctica docente compleja y contextualizada.  

Lo curioso, por lo demás, es que estas situaciones a las cuales pretende hacer frente el proyecto de ley son predominantes en colegios y liceos de la Región Metropolitana y específicamente aquellos movilizados. Esto implica plantearse preguntas de fondo y fundamentales, para cuestionar el paradigma bajo el cual se está educando. Claramente, el fortalecimiento de la formación ciudadana como eje cardinal del curriculum actual no está surtiendo efecto, ni siquiera en el corto plazo. La inserción de personas en contextos de respecto y convivencia democrática tampoco. Ya hay un marco legal que intenta mejorar las formas en como manifestamos nuestras posiciones, diferencias y similitudes. No obstante, este marco y la educación como tal no pueden entregar algo que a este gobierno y la Ministra pareciera fascinarle, y que por lo demás se inserta dentro de nuestras manifestaciones culturales y de pensamiento actual: los resultados a corto plazo.
El proyecto de ley niega la agencia de todos los agentes involucrados en una comunidad escolar. El director queda configurado no como líder de una comunidad escolar y docente, sino más bien se le entregan dotes napoleónicos que escapan a las lógicas de la educación. Por último, no soluciona el problema de fondo: los estudiantes no tienen aprendizajes significativos. Y eso no se mitiga con la expulsión o un cambio de liceo.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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