¿Regalan cigarros electrónicos a maoríes para mejorar su salud?



Erihapeti es un nombre en maorí para las mujeres. Significa “salud”. Curiosamente, hoy, alguna niña de 12 años de esa comunidad indígena neozelandesa —incluso con ese nombre tan sano— comenzará a fumar y engrosará la estadística de uno de los grupos de origen Polinesio con mayor índice de fumadoras.
En Nueva Zelanda, los fumadores crónicos se concentran entre las poblaciones indígenas y desarrollan enfermedades relacionadas con la combustión del tabaco sin recibir atención adecuada de manera temprana.
Hace una década, se estimaba que 5 de cada 10 maoríes fumaba diario, es decir, la mitad de su población. Hoy se calcula que sólo 30% lo hace. Aunque la tasa se redujo en 20%, ese índice es dos veces la incidencia registrada en otras comunidades del país.
Antes de la llegada de los europeos, los maoríes eran una de las pocas sociedades del mundo que no utilizaban sustancias tóxicas. No había equivalentes locales al tabaco, al alcohol o a las drogas recreativas. Después de que los europeos introdujeron el tabaco en Nueva Zelanda, los indígenas lo adoptaron rápidamente. Hacia 2010, la tasa de fumadores maoríes ya duplicaba la de los no maoríes.
Además de las implicaciones a la salud por fumar, el gobierno neozelandés debió enfrentar el problema social que provocó la popularidad del cigarro entre los maoríes que son uno de los grupos más desfavorecidos de la población, pues tienen un nivel de ingreso bajo y acceso restringido a educación, por lo que las medidas antitabaco para desmotivar el consumo a través de impuestos elevados realmente no contribuyeron a la cesación del hábito y sí han repercutido en la calidad de vida de las familias.
La investigadora neozelandesa Marewa Glover ha trabajado en la reducción del daño relacionado con fumar por más de 25 años. Ha sido analista de políticas, coordinadora de un programa nacional de control del tabaco y capacitadora de cesación. Sus investigaciones se han enfocado en la dificultad de los fumadores maoríes para dejar el cigarro y la repercusión que eso implica para la economía familiar.
Nueva Zelanda es de los países con los impuestos más elevados al cigarro en el mundo, por lo que el costo de una cajetilla es considerablemente elevado en relación con el ingreso per capita nacional. Una cajetilla cuesta 29 dólares neozelandeses equivalentes a 354 pesos mexicanos.
“El ejemplo de una familia maorí, donde ambos padres fuman implica un gasto de 100 dólares neozelandeses a la semana por cada uno, eso es 200 dólares (2,349 pesos mexicanos). Cuando el ingreso semanal promedio de esa familia fluctúa entre 450 a 600 dólares a la semana (5 mil a 7 mil pesos)”, explica Glover, quien ha presidido numerosos comités y organizaciones, incluida la organización no gubernamental End Smoking NZ que presionó para lograr un enfoque de reducción de daño a poblaciones indígenas, incluso antes de que se introdujeran los cigarrillos electrónicos en ese país.
A pesar de haber emitido una prohibición inicial a la importación y a la venta de nicotina para vapeo impuesta por el Ministerio de Salud neozelandés, actualmente el cigarro electrónico se ha establecido como una forma común y exitosa para reducir el hábito o dejar de fumar.
Con los productos de vapeo, los fumadores pueden pasar de un gasto semanal de 100 dólares a sólo 25 dólares por el costo de su líquido que les dura hasta un mes. Esto sumado a que el gobierno subsidia el vapeo entre las comunidades maoríes con el programa “Vape2save” para mejorar la economía de estas comunidades y como medida preventiva a enfermedades relacionadas con el cigarro.
Glover admite que ella misma solía apoyar el aumento del impuesto al tabaco y las medidas de restricción a los fumadores. “Sabía que hacía más difícil la vida para las personas que no podían dejar de fumar, pero no parecía haber otra alternativa efectiva que los desmotivara a seguir comprando cajetillas”, dice Glover, quien ahora es reconocida por defender el derecho a usar opciones de menor riesgo a la salud para los fumadores que no pueden dejar el cigarro.
Actualmente, los productos de vapeo en Nueva Zelanda no están gravados con impuestos. Además, la comunidad de vapeo es solidaria para regalar un equipo usado a alguien que lo necesite para cambiar la costumbre de fumar por el hábito de vapear.
“Ayudar a las personas a dejar de fumar ahora está en manos de los consumidores”, explica la investigadora. “Son los mejores para ayudar a sus compañeros a entender la reducción del daño en productos de nicotina como cigarros electrónicos; dispositivos que calientan el tabaco en vez de quemarlo; el tabaco oral sueco o snus; entre otras tantas novedades más que aún están por inventarse”, comenta Glover.
Legalizar el vapeo fue la ruta que el gobierno neozelandés encontró para dar una mejor salida a una situación que no había podido detener ni con los impuestos elevados ni con las campañas para dejar de fumar. Hoy por hoy, el retrato tradicional de la mujer maorí que fumaba su pipa o su cigarro se ha sustituido por mujeres vapeando modernos cigarros electrónicos subsidiados por el gobierno.
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Lee también: Sin derecho de réplica, el rechazo al snus o tabaco oral
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La investigación y la redacción de este contenido han sido realizadas por Animal Político.



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