La ciencia, el mercado y el cambio climático


En 1990 se publicó el primer reporte del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el documento es más bien ambiguo en definir con claridad las causas del aumento en las temperaturas. Luego, en 1995, el segundo reporte establece que existe una correlación entre las emisiones antropogénicas y el cambio climático; sugiere además que las probabilidades de que sus causas sean naturales, son bajas.
En su tercer informe, el año 2001, se establece que hay abundante evidencia de que las variaciones climáticas registradas durante los últimos 50 años han sido producidas mayormente por causas antropogénicas. El 2007, en su cuarto informe, el IPCC dice que es muy probable que sean las actividades humanas las que en su mayor parte sean las responsables del calentamiento global. Finalmente, en su último informe del 2014, se señala que es extremadamente probable que nuestra especie sea responsable del calentamiento global.
Hoy la discusión se centra en definir la manera de enfrentar el cambio climático. Distintos estudios han mostrado que en caso de adoptar una serie de medidas a nivel global sería posible limitar el aumento de la temperatura media mundial a 2 °C por encima de los niveles preindustriales. Este además es el objetivo principal del Acuerdo de Paris.
Sin embargo, al parecer hoy con mayores antecedentes, los 2 °C parecen un riesgo demasiado alto, esto es lo que se puede concluir luego de revisar el documento que hace un par de semanas publicó el IPCC (Global Warming of 1,5 °C), en él se revisan las consecuencias de un aumento de 1,5 °C en comparación con los 2 °C anteriormente definidos. A la fecha se ha alcanzado un aumento de temperatura de 1 °C con respecto a los niveles pre industriales, se estima que a este paso se van a alcanzar los 1,5 °C entre 2030 Y 2052. 
La diferencia entre 1,5 °C y 2 °C puede parecer poco a simple vista, sin embargo, vale la pena revisar el estudio para dimensionar la magnitud de la diferencia, esto no quiere decir que, si logramos que la temperatura media suba menos de 1,5 °C estamos libres de riesgos, ya estamos metidos en el problema y los 1,5 °C tienen que ver más con el límite de riesgo que estamos dispuestos a asumir.  Aún hay riesgos, pero son significativamente menores que con 2C°.

El informe agrega que, para limitar el aumento de temperatura a 1,5 °C, se requiere de una transición muy rápida y a gran escala en materias como energía, transporte, uso de la tierra, urbanismo, sector industrial e infraestructura.  Implica una reducción significativa de las emisiones en cada una de estas áreas. Es decir, implica compromisos importantes a nivel mundial.  Estos compromisos por supuesto que tendrán consecuencias para todos. Considerando lo que está en juego, debemos estar dispuestos a asumirlas.
En definitiva, el informe hace un llamado a actuar con rapidez, ya que las medidas contenidas en el acuerdo de Paris no son suficientes para limitar el calentamiento a 1,5 °C. Incluso está en duda que lo sean para 2 °C. La velocidad con que se actúe no es irrelevante, todo lo contrario, es vital hacerlo ahora, el 2030 está a la vuelta de la esquina y estamos hablando de cambios estructurales que no son de un año para otro. Esta urgencia fortalece la idea de que dejarlo todo en manos del mercado y la ciencia parece muy riesgosa.  Es cierto que la mayoría de las veces ello ha dado resultado, Israel transformó un desierto en áreas verdes habitables y cultivables, todo esto gracias a los avances tecnológicos.
La anunciada crisis por el agotamiento de los combustibles fósiles no ha sido tal, las reservas de estos no han hecho más que aumentar y nuevas tecnologías más limpias han venido a sustituir parte de su uso, nuevamente todo esto gracias a las señales de precio y al ingenio del hombre. La energía solar hoy compite sin subsidio alguno con el resto de las tecnologías de generación, no solo compite, sino que es la más barata; y así podemos encontrar muchos más ejemplos. Viéndolo así, parece que no habría que preocuparse demasiado, solo deberíamos esperar que el mercado y la ciencia hagan lo suyo. Sin embargo, lo que sustenta esta idea es el hecho de que, a lo largo o corto de nuestra historia, hemos encontrado notables e increíbles soluciones a otros asuntos y que los avances de la ciencia en distintas materias parecen verdaderos milagros. El problema es que se nos acaba el tiempo y ni el mercado ni los científicos parecen haber encontrado el camino, de hecho, son estos últimos los que en sus publicaciones nos dicen que no hay vuelta atrás, que, si no hacemos algo, estamos jodidos.
Si se revisan las consecuencias que tendrá el calentamiento global, no parece prudente esperar a que aparezca la solución, simplemente porque dentro de las posibilidades está que finalmente esta no llegue a tiempo y los costos de ello son demasiado altos.  Lo razonable y necesario es exigir a nuestras autoridades la promoción de acuerdos globales con medidas significativas y relevantes que de verdad generen impacto en el nivel de emisiones de los países.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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