La infancia de los padres



La infancia de los padres influye en su forma de criar a los hijos.Esta idea puede ser ampliamente aceptada si se considera, por ejemplo, que si a un padre lo trataron de una forma extremadamente estricta, y eso le ocasionó un resentimiento, el padre tenderá quizás a oponerse a esta forma para irse a un extremo permisivo al ejercer la paternidad con sus hijos.O bien, pensar en una madre que vivió la experiencia de ser enseñada de manera amorosa en alguna actividad, como la repostería por ejemplo, tenderá a su vez a repetirlo con su propia hija.Así vamos pasando a nuestros hijos lo que nosotros hemos vivido. Lo interesante y al mismo tiempo delicado de este asunto es que pasamos a los hijos lo que en nuestra infancia vivimos de manera inconsciente, en su mayoría.No importa que hayamos dicho que nosotros nunca haríamos tal o cual cosa; cuando nos convertimos en padres, lo repetimos sin darnos cuenta.Y es que la mayoría de lo que hacemos con nuestros hijos es movida por nuestra parte inconsciente. Criamos a nuestros hijos desde nuestra parte inconsciente, desde lo que no recordamos siquiera.Nos enfrentamos a las situaciones de la vida familia desde una parte muy olvidada, poco o nada recordada; pero al momento en que se presentan las situaciones se activa el piloto automático y surge la reacción, similar a la que tuvimos cuando aquello se dio, en nuestra propia infancia.Nuestros hijos ponen a prueba los asuntos que hemos cargado y que no hemos resuelto. Porque siempre será más conveniente y más fácil pensar que es el otro el responsable de nuestras reacciones, que asumir que somos nosotros los que reaccionamos.Y desafortunadamente es la crianza de los hijos la que con mayor fuerza pone a prueba la infancia de los padres.Se requieren padres valientes que dejen de perseguir ser unos padres perfectos, y elijan el camino de ser padres cada vez más conscientes y dispuestos a aceptar la verdad.



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