Uno de los problemas más complejos –de aquellos sin resultado de muerte, por supuesto- que caracterizan al conflicto entre el Estado nacional chileno y el pueblo mapuche, es el rol histórico, institucional y sistemático de la prensa en la cobertura y tratamiento de los temas vinculados al pueblo mapuche y, más específicamente, a las conflictividades.
De hecho, podemos trazar perfectamente una línea continua que une el rol de El Mercurio durante la segunda mitad del siglo XIX (con su delirante monserga para que el gobierno enviara el ejército a la frontera) y la actualidad (con su obsesión por mantener la temática vinculada al pueblo mapuche en la agenda). Se trata de un rol claramente político, que se expresará desde el compromiso con el proyecto civilizatorio del Estado nacional durante la segunda mitad del siglo XIX -con la producción del mapuche como enemigo íntimo de dicho proyecto, para el cual es un bárbaro y debe ser eliminado-, pasando por la imagen de la precarización del mapuche de mediados del siglo XX –donde el enemigo debe ser despojado de las tierras-, para llegar al sigo XXI con la representación del terrorista, un enemigo del progreso postdictadura.
En un proyecto que realizamos un equipo interuniversitario de investigación (CONICYT PLU170002), hemos encontrado datos interesantes –aunque todavía preliminares. Luego de analizar cinco periódicos de cobertura nacional y regional, entre los años 2010 y 2016, con una muestra total de 181 días y más de 900 noticias, encontramos que si bien el diario El Austral de La Araucanía está entre los que tienen mayor presencia de la cobertura del tema (lo esperable por el contexto), El Mercurio es el que sigue en dicha cobertura. En este mismo sentido, El Mercurio tiene la más alta frecuencia de editoriales, cartas de lectores y columnas sobre el tema; asimismo, es el periódico con mayor presencia de textos sobre el tema (70%), aunque son de menor extensión. Por otro lado, al momento de plantear soluciones, El Mercurio las presentó con mayor frecuencia durante los años coincidentes con el primer gobierno de Sebastián Piñera que durante los años que coinciden con el segundo gobierno de Michel Bachelet. Las soluciones “provienen de un sector político”.
En la prensa, en general, prevalece la figura del mapuche asociado a la precariedad, el conflicto, la pérdida, el sufrimiento y la muerte; en un contexto de permanente despojo, condenado a llorar sus penas en el yermo territorio de Ercilla y Temucuicui, mientras el resto del país consume con obsesión compulsiva las imágenes que circulan en las redes sociales para conmoverse con cacerolazos y frases clichés, y rasgar vestiduras en las páginas egocéntricas de Facebook, Twitter e Instagram, donde se nos dice que #Todos somos mapuches, cuando en verdad no es más que una espectralidad, donde el mapuche está a ratos ausente y en otros momentos presente, incluido y excluido, vivo y muerto; porque en Chile conviven los Cayuqueo y los Coliqueo, los hijos pródigos de la “civilización” metropolitana, junto a los Lemún, los Catrileo y los Catrillanca, los inconversos de la “zona roja” de La Araucanía.
El desafío de la prensa en Chile es aportar con mayores niveles de pluralismo, donde tenga cabida una mayor variedad temática, una cobertura similar de todos los actores posibles y una cobertura amplia a todas las soluciones, consecuencias y responsabilidades existentes. Otro camino sólo lleva a la reproducción –material y simbólica- de la precariedad, el conflicto, la pérdida, el sufrimiento y la muerte.
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