Patrón de segregación en la PSU se repite un año más


Señor Director:
Los resultados de la PSU  fueron publicados, y el patrón de segregación se repite por otro año más. 77% de los puntajes nacionales son hombres. De los 50 colegios con mejores resultados, 48 son particulares pagados y solamente 2 son de establecimientos municipales. Las 5 comunas con mejores resultados están ubicadas en la zona oriente de la Región Metropolitana.
Se podría argumentar que esto es simplemente el reflejo de la segregación educacional, presente desde el momento en que un estudiante entra a un colegio por primera vez. Esta es una manera muy superficial de analizar los resultados de la PSU. No es solamente un reflejo de la desigualdad, es una causa de esta.
El principal problema de la temida prueba es la base de su diseño. La manera en la que selecciona se basa en medir los conocimientos de los alumnos al finalizar la enseñanza media. Desde aquí ya podemos ver las ventajas de los estudiantes que fueron capaces de pagar una mejor educación. Las personas que mejor manejan los contenidos son las que estudiaron en colegios particulares pagados.
En este sentido, la PSU ha sido llamada el ‘súper SIMCE’, pues cumple el mismo objetivo: medir la calidad educativa de los establecimientos. La educación de mercado desde un inicio limita la calidad de la educación a los recursos del estudiante que la recibe. Si seleccionamos que alumnos van a que universidad basándonos en esto, no debería sorprendernos que las 5 comunas con mayores recursos del país sean simultáneamente las comunas con mejores resultados en la prueba.
El problema con seleccionar en base a contenidos vistos incrementa cuando vemos los distintos tipos de establecimientos educacionales del país, y como la PSU ignora esta diversidad. Hay que considerar que los establecimientos técnico-profesionales se enfocan en un currículo distinto que los científico-humanistas. Los contenidos de la prueba de Ciencias fueron ajustados a los técnico-profesionales luego de la publicación del informe Pearson, recién el año 2013. Otras pruebas siguen teniendo un sesgo anti-técnico-profesional.
Este problema se radicaliza cuando sabemos que la gran mayoría de los estudiantes ni siquiera alcanza a estudiar todos los contenidos en el colegio. En su momento se nos dijo que medir conocimientos (como lo hace la PSU) era más igualitario que medir aptitudes (como lo hacía la PAA). Pero esto supone un sistema educacional que no sea de mercado, y un diseño distinta para la PSU.
En un sistema de mercado, la PSU funciona como un súper SIMCE, fomentando e incrementando este sistema. Es un medidor de calidad que define la reputación del establecimiento, y consecuentemente la cantidad de estudiantes matriculados en este. Esto lleva a que los colegios se preocupen más de los resultados de la PSU que en mejorar el proceso que lleva a estos resultados. Un claro ejemplo de esto es el caso del liceo Augusto D’Halmar, uno de los 2 liceos municipales entre los 50 establecimientos con mejores puntajes y denominado el “mejor en la PSU”. En un sistema que constantemente trabaja en contra de la educación pública, estos resultados son sorpresivos. En un liceo que expulsa alumnos debido a su rendimiento académico, iniciando la educación media con alrededor de 200 alumnos y terminándola con solamente 60, no lo es. Y es que en un sistema de mercado, los establecimientos actúan como agentes de mercado.
Necesitamos un único método de acceso a la universidad, donde los privilegios de apellido no influyan. La PSU intenta mostrarse como esto. Pero mientras sea una prueba que mida las oportunidades de aprendizaje de los alumnos y no las capacidades, en un sistema caracterizado por hacer depender las oportunidades educacionales de los recursos de cada uno (en otras palabras, un sistema de mercado) será una prueba segregadora, que en realidad mide esos recursos. Necesitamos una Prueba de Selección Universitaria, no un súper SIMCE.
Florencia Atria, secretaria general CONES



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