El juicio del chapo, factor mediático para criminalizar



El denominado «juicio del siglo» contra Joaquín «Chapo» Guzmán no solo tiene en el banquillo de los acusados al sinaloense, también a los latinoamericanos, particularmente a los migrantes, que son vistos por el gobierno de Donald Trump como criminales; pero además ha servido al Gobierno estadounidense para desviar la atención y buscar negociaciones en estos momentos de inestabilidad por temas como el muro fronterizo, la conformación del Congreso y, desde luego, la polémica por la intervención rusa.En lo anterior coincidieron los académicos y especialistas en temas de seguridad y violencia Mario Carranza Aguilar y Tomás Guevara Martínez, quienes reconocen que la apreciación hecha hace unos días por el sociólogo y estudioso del fenómeno del narcotráfico Arturo Santamaría Gómez, en el sentido de que el juicio contra el Chapo en Estados Unidos ha servido para enjuiciar moral y políticamente a la sociedad mexicana, es totalmente cierto.Un juicio mediático
Mario Carranza, doctor en Sociología de la Salud por la Universidad de Guadalajara y profesor visitante de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa, subrayó que, cuando hay procesos como el que se le sigue a Joaquín Guzmán en Nueva York, «que pueden ser judiciales o no, que incluso pueden ser criminales o no», siempre se saca el estereotipo general que resulta más dominante, aunque no necesariamente el más correcto alrededor de una población:
«Les gusta criminalizar como estereotipo a los sinaloense, a los mexicanos, y aprovechar para que en las coyunturas que tienen que ver con orden político, cultural y de migración atravesar por eso».

Es un asunto que tiene que ver con la creación de una cuestión mediática de alto impacto, de mucho escándalo, para desviar la atención seguramente de otro tipo de problemas y focalizarlos en un personaje que tendría un conjunto de elementos compartidos con una población, soslayó el investigador:
«Si no tuviera este impacto mediático del juicio del siglo, el criminal más buscado del mundo, el traficante más poderoso, seguramente no se vería con tanta fuerza».

Mario Carranza Aguilar, especialista en Violencia. Foto: El Debate

Una realidad para reflexionar
Carranza Aguilar admitió que esta imagen nos debe cuestionar como país acerca de tener que reconocernos en nuevos imaginarios, en nuevas fórmulas que nos identifiquen, porque a veces otros prototipos que se socializan y de los cuales se crea una subcultura nos hacen mucho daño y hay que ir transformando todo esto en imágenes que ya no nos definan y no nos identifiquen, pero sí que nos problematicen acerca de para dónde vamos, quiénes somos y qué queremos ser:
«Lástima que solamente por eso se pueda juzgar a un país, a una población y a una cultura, siendo que hay otro tipo de elementos que son más significativos».

Recordó que, en una cultura como la estadounidense, donde el consumo de todo, de noticias e información, es altamente productivo, se busca a través del escándalo sacar provecho económico, y entre más escarnio haya y por ahí entre el juicio aparezcan personajes que son parte de la notoriedad y de diferentes culturas, ponen al Chapo con un gran poder que sirve de elemento de consumo.Consideró que las narcoseries han influido mucho en esta percepción, pero menciona que, lejos de reflejar una realidad tal como es, están generando una forma de aspiración para «llegar a ser», y mucha gente las consume generando una expectativa de un «deber ser», que puede ser muy lamentable y costoso, pero genera una ganancia y una representación inmediata.«Conjuntando todo esto: narcoseries, el juicio del Chapo, la inestabilidad en Estados Unidos con el asunto del muro y las polémicas en el Congreso se hace un buen escenario para que se empiece a buscar responsables, a tipificar personas, a estereotiparlas más, y lo peor es que se nos estereotipa como país, y tiene un costo alto», lamentó el sociólogo.

Tomás Guevara Martínez Especialista en violencia. Foto: El Debate

Trasfondo sociológico
Tomás Guevara Martínez, investigador de la Facultad de Sociología de la UAS y experto en violencia, reconoció la existencia de un trasfondo sociológico y político en el juicio contra el Chapo Guzmán, pero también dice creer que de alguna manera es una forma de advertencia porque en Estados Unidos hay la posibilidad de negociar. Incluso, se dice extrañado de que el juicio se haya hecho en Nueva York y no en otro estado de la Unión Americana en donde existe la pena de muerte, porque en Nueva York no:«Hay de alguna manera alguna negociación con la gente del Chapo para que él entre a esta parte de la ley norteamericana que permite negociar con el inculpado a cambio de que dé información que lleve a atrapar a otra gente o bien a denostar a las autoridades corruptas, involucradas, lo que le da un posicionamiento político todavía mayor frente a las autoridades mexicanas.El académico también sostiene que parte del argumento (de Donald Trump) es la idea de que entre los migrantes van criminales, entonces, para él, el juicio del Chapo es un excelente argumento para poder enjuiciar no solamente al Chapo, sino a todos los migrantes que no solo son mexicanos, sino más bien de Centroamérica.Son dos aspectos, enfatizó el investigador: uno, no solamente denostar a la sociedad latinoamericana en tanto una comunidad de migrantes, sino también al Gobierno mexicano que le permita a Trump muchos mayores argumentos porque ya va a entrar la nueva Cámara de Diputados en Estados Unidos y querrá negociar en otro contexto y con otros argumentos.Consecuencia de la desintegración
El hecho de que cada vez más gente esté engrosando las filas del narcotráfico es una consecuencia de la desintegración familiar, mas no una causa, señala el sociólogo de la UAS, Tomás Guevara.El académico explicó que en la desintegración familiar se pierde esta parte de la identidad personal, la búsqueda por encontrar eso que en los grupos del crimen organizado pueden considerar como una familia: «Que la vida de unos dependa de los otros se convierte como una familia que sustituye la que ya no se tiene, es real. Pero sigo pensando que es más bien una consecuencia. Tiene que darse la desintegración familiar, en donde hay factores de toda índole, de una cultura de sometimiento de la mujer, de empoderamiento, del nuevo rol que juegan los millennials, etcétera. Muchos factores que se meten al interior de la familia y su desintegración».

Foto: El Debate

Estereotipo narco La percepción de Sinaloa en el mundo
La imagen de un Sinaloa de narcotráfico y alta incidencia criminal saltó como referente internacional en Argentina el 19 de julio del 2018, esto luego de que el jefe de los senadores del Partido Justicialista, Miguel Ángel Pichetto, afirmara que Buenos Aires era Sinaloa en términos de criminalidad [https://bit.ly/2RycAJw]. Y aunque la afirmación fue refutada por periodistas, como la mexicana Cecilia González, corresponsal en Argentina, quien aseguró que «no tiene nada que ver una cosa con la otra», especialistas en violencia coincidieron para EL DEBATE que esta apreciación era una muestra del estereotipo en que se ha convertido la entidad en el extranjero.En su declaración, el senador argentino comparó la provincia con Sinaloa al referir que
«Buenos Aires tiene una complejidad económica-social y de progresivo aumento del delito que asusta con la droga y las bandas trabajando activamente».

La periodista Cecilia González reafirmó a EL DEBATE lo que antes había posteado en su cuenta de Twitter: «En Sinaloa hay cultivos de mariguana y amapola (para heroína), es tránsito para cocaína a EUA, ahí nacieron los principales capos narcos de México. Es uno de los estados más violentos y líder en desaparición de personas», por lo que llamó al senador a informarse antes de hablar.

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