Maduro y el “lobo”



Resumen: Maduro no es de izquierda. Representa todo lo que debe dar a la izquierda vergüenza apoyar. Apoyar a Maduro no es apoyar a una “opción de izquierda” (ni siquiera interpretada, a limite, como “bolivariana”). Es apoyar a lo más rancio de la ” boli-burguesía” inepta, ineficiente y corrupta.
Morelia, Michoacán.- El Parlamento venezolano, la única institución controlada por la oposición, convocó el viernes 11 de enero – el día después de la contestada “toma de posesión” de Nicolás Maduro para un segundo mandato – una movilización para el 23 de enero (hoy) para conformar un “gobierno de transición”. O sea, la proclamación de Juan Guaidó, el presidente del parlamento venezolano controlado por la oposición, como “presidente interino encargado de la presidencia” del país este miércoles, 23 de enero, frente a decenas de miles de simpatizantes reunidos en Caracas para protestar contra el presidente Nicolás Maduro, era una “ruptura anunciada” en medio de un conflicto político-constitucional iniciado en el 2013[1] y que se agravó con el ejercicio electoral de mayo del 2018.
 
La cuestión venezolana coloca una cuestión interesante bajo de un punto de vista constitucional – político ya que, como respuesta a sucesivos “golpes a la constitución” realizados por Maduro, la oposición responde con acciones que están en el límite de la constitucionalidad y, que pueden ser interpretadas por algunos como un “contra golpe constitucional”.
 
¿Porque razón, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, aparece como ” presidente encargado” de Venezuela? Uno, porque la elección presidencial de mayo 2018 no fue reconocida como legítima por la Asamblea. De ahí que la “investidura” de Maduro y su “toma de posesión” de este 10 de enero 2019 no fue hecha ante la Asamblea Nacional. La cual considera q, entonces que debe aplicarse lo dispuesto en el artículo 233 de la propia constitución bolivariana. O sea, si se produce una de las faltas absolutas del presidente descritas en la Constitución en el artículo 233, antes de la toma de posesión, se procede a una nueva elección universal, directa y secreta en los 30 días siguientes. Se encarga de la Presidencia de la República el presidente de la Asamblea Nacional que es Juan Guaidó.
 
De hecho, a la muerte de Hugo Chávez, la presidencia debería haber sido asumida por el presidente de la Asamblea, en ese entonces Diosdado Cabello Rondón, ya que Maduro estaba incapacitado para tal en virtud de las restricciones establecidas por el artículo 231.
 
Maduro aprovechó el control férreo establecido por Hugo Chávez sobre la composición del Supremo para a partir de dos sentencias que sólo tenían como fundamento el de crear las condiciones ideales para que Maduro pudiera suceder a Chávez, no como representante de los “oprimidos”, sí como el defensor de los “bolis burgueses” o “boligarcas”, esa nueva clase dominante político-financiera directamente conectada al grupo de Miraflores.
 
 O sea, Maduro desde el primer momento se ha cargado, alegremente, por el arco del triunfo la constitución del propio régimen bolivariano. Ahora, grita: “lobo”.
 
Es evidente que, en cualquier caso, siempre hay una referencia justificadora por parte de los sectores que ejecutan el golpe, sea en su forma ortodoxa o en su forma chavista.  La maniobra golpista pseudo constitucional  realizada por Maduro en el 2013 y, después en los diversos momentos en que “legitimó” su permanencia en Miraflores, se caracteriza por la utilización de la violencia o por la amenaza de la misma, por la sorpresa de la acción, por estar precedido de una fase conspirativa y por la ruptura manifiesta de la legalidad y de la legitimidad del régimen asaltado, aún y cuando se revistan de un discurso de “herederos” o de legítimos portadores de la “torcha” y de la “legitimidad” constitucional. O sea, en la Venezuela de Maduro el “constituyente permanente” fue remplazado por el “golpismo constitucional permanente”.
 
 La lucha por el poder ha ocupado desde siempre un lugar principal en todo conflicto político. Hoy en día, los actores susceptibles de realizar un golpe de Estado pueden ser aquellos grupos gubernamentales con capacidad de movilizar determinados recursos de poder, capaces de desarrollar la técnica necesaria para asegurar su éxito y que controlan, a través de procesos aparentemente democráticos (fueron electos, por ejemplo) el ejecutivo y/o el legislativo. Así que, pueden accionar “golpes de estado constitucionales” sin la necesidad de desplegar fuerzas militares en la calle. Políticamente, el resultado es la “institucionalización” del caos. Pragmáticamente, los escenarios posibles sólo son dos: o caer en el “baño de sangre” de una guerra civil o, en una transición negociada a través de la intervención externa (no militar) político-diplomática, por ejemplo, del Grupo de Lima, de la OEA y/o de la ONU. Un tercer escenario, la intervención externa militar me parece alejada por la existencia de elementos geopolíticos adversos. Excepto si Rusia pasa de una declaración de apoyo diplomático al envío de “asesores” y armamento. Pero Venezuela no es Siria[2].
 
 Por lo pronto, Canadá, Brasil, Perú y Colombia (de hecho, todo el Grupo de Lima, con excepción de México), han reconocido a Juan Guaidó como presidente interino. [3] El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, también felicitó al señor Guaidó. “Tiene toda nuestra gratitud para impulsar el retorno de la democracia en este país”, escribió en Twitter.  Lo mismo hizo Estados-Unidos a través de Trump, Pence y Pompeo. México mantiene su apoyo al presidente Maduro, al igual que Cuba, donde el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, expresó en Twitter su “apoyo y solidaridad con el presidente Nicolás Maduro ante los intentos imperialistas de desacreditar y desestabilizar la Revolución Bolivariana”.
 
La Unión Europea (UE), a su vez, a través de la Alta Representante de la UE, Federica Mogherini, se pronunció pidió escuchar la “voz” del pueblo venezolano, o sea, realizar nuevas elecciones “libres y creíbles”. Mogherini, también hizo pública su preocupación sobre la garantía de respeto de los derechos humanos en una situación tan compleja, volátil y explosiva como la que se observa en Caracas desde hace algunas horas y, hizo una declaración, vía Twitter: “Los derechos civiles, la libertad y la seguridad de todos los miembros de la Asamblea Nacional, incluido su presidente, Juan Guaidó, deben ser plenamente respetados”
 
 Por otro lado, además del enfrentamiento en el terreno, de las negociaciones y mediación internacional, otra batalla se desarrolla: la batalla mediática en redes sociales. Polarizante y polarizada. Altamente desinformada, emocionalmente “engagée”, la ola pro-Maduro en Facebook (no tanto en Twitter) me parece que parte de un error de percepción de lo que “representa” Maduro.
 
Es altura que los que se reivindican de izquierda (los que nos reconocemos como izquierda) dejemos de apoyar a individuos que no son de izquierda, que no representan a la izquierda y que no gobiernan desde la izquierda. Individuos que además nos dan vergüenza por su incultura, sus pronunciamientos machistas, sus actitudes autoritarias, su desprecio por el ser humano, su constante pisotear del estado de derecho, sus ataques a los derechos humanos y su corrupción. Es el caso de Maduro y, de muchos otros. Ser de izquierda no es por auto adjudicación. Maduro no es de izquierda, es todo lo que nos debe dar vergüenza apoyar. Apoyar a Maduro no es apoyar a una “opción de izquierda” (ni siquiera interpretada, a limite, como “bolivariana”). Es apoyar a lo más rancio de la ” boli-burguesía” inepta, ineficiente y corrupta.
 
No, perdón, pero no es lo mismo apoyar, en su momento, o sea durante los 60’s a Cuba y hoy, en el 2019 a Maduro. En el primer caso existía la esperanza de una liberación (que después, algunos pueden pensar que se perdió); en el segundo, la certidumbre de una opresión
 
Notas
[1] Remito el lector para mi artículo del 2013 , “Golpe de estado constitucional en Venezuela”  , en http://mx.globedia.com/golpe-constitucional-venezuela?fbclid=IwAR1l-84WD631xGgzk9NG5EQ6WUQ59P3i5EluLlGy9bNmM-8CMGuCdVgijVg
[2] Ver mi artículo del 2013 “Siria: el silencio de los lobos” en http://mx.globedia.com/siria-silencio-lobos
[3] Ver editorial de Le Monde, edición electrónica del 23 de enero 2019 en https://www.lemonde.fr/international/article/2019/01/23/venezuela-plusieurs-morts-dans-des-emeutes-precedant-les-manifestations-pro-et-antigouvernementales_5413427_3210.html
 



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