Congreso Futuro y el sentido de la ciencia


Señor Director:
Recientemente un grupo de panelistas científicos han expuesto sus estudios en el Congreso Futuro 2019. Deberíamos estar orgullosos y felicitar a todos los que hicieron posible el Congreso. Pero no podemos dejar de cuestionarnos de si la ciencia en sí misma ¿responde a un campo del saber, del conocimiento, del mundo más bien abstracto, intangible en sentido platónico, matemático; y que lo que nos pasa en él, son sólo ilusiones que nos engañan? O es que, por otro lado, ¿es este mundo el que nos dará las respuestas según las estudiemos y las valoremos, en sentido aristotélico, y nada hay más allá de cuanto somos capaces de percibir por los sentidos? ¿Debe darnos la ciencia respuestas para un mundo social más humano, solidario, y de justicia social? O tal como las contemplamos, ¿viaja la tecnología por un carril que escinde de las necesidades humanas más trascendentales, como es la superación de la pobreza, la ignorancia y, fundamentalmente, de la ética? En concreto, ¿para qué se hace ciencia?, ¿quiénes se benefician con ello?, ¿quiénes determinan los fines de la innovación tecnológica?, ¿se pretende inculcar el espíritu científico en la población chilena de manera profunda, real y pertinente? Reconocemos que la ciencia con su método de acercarnos a la realidad del mundo y estar en el mundo, nos explica cómo es que acontecen los fenómenos de la naturaleza, la evolución y la vida, en términos amplios. ¿Es la ciencia una cuestión social, entonces? Sí, porque, sus resultados afectan la vida de la sociedad y de las personas. ¿Debe el Estado responsabilizarse por la actividad científica del país de modo que surja de manera natural en cada región, como estructura cultural? Sí, ya que la ciencia real, que deja huellas en el espíritu infantil, adolescente y público en general, es aquella donde se convive en lugares especializados con personas que comparten la ciencia en comunidad, sistemáticamente y de manera natural. Después de todo, la ciencia también se produce, y de manera profunda y lúdica, en claustros de laboratorios, en seminarios permanentes, jornadas de pensamiento, en las aulas de clase, en papers casi sin publicidad, en silencio: de allí surgen las leyes y principios que dan comprensión a los fenómenos de la naturaleza; pues todo conocimiento real lleva en su germen una semilla de ciencia, tecnología e innovación.
Nos surge la problemática acerca de ¿qué hacemos en las políticas públicas de educación para que la teoría y praxis educativa, en todos los centros de estudio del país, en todos los niveles de enseñanza, se experimente la solidaridad, el trabajo en equipo, y la tolerancia? Estas y otras preguntas, debieran ser tratadas al menos en un programa de trabajo y estar al alcance de todo público.
Finalmente, la especie que queremos ser, se imbrica por las prácticas diarias y acontecimientos de convivencia democrática universal, con respeto a los Derechos Humanos y la igualdad de oportunidades en el acceso libre a la educación; donde el ser humano como tal, esté por sobre los logros de la tecnología; que si bien cautiva, no logra aportar suficiente sustancia significativa al ser, desde los planos de la emocionalidad, la convivencia pacífica y la felicidad. Comencé señalando que debemos estar orgullosos: se dio importancia a la ciencia en un territorio que dispone de muy pocos recursos para descubrir nuevos conocimientos, y se toma conciencia de que sus logros harán progresar de manera positiva el estado actual de cosas. Pero sabemos que debe haber una continuidad armónica entre sociedad y ciencia, para que las leyes generadas por la acción del ser humano, signo evolutivo trascendental para encarnar los ideales de Verdad y Belleza y Altruismo, puedan mostrar que los esfuerzos van por buen camino evolutivo, coherente con las aspiraciones y anhelos del bien común y de la civilización global.
Stefan Palma
 



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