“No podemos hablar, si acusas a alguien, seguro que te matan”



Estado de México, México .- Habitantes del municipio de Temascaltepec viven con miedo, no pueden hablar libremente y acusar a alguien, porque, si acusas a alguien, seguro que te matan, indicó un habitante.

Foto ilustrativa EFE.

A la altura de la comunidad de Pueblo Viejo, en el Municipio de Temascaltepec, a orillas de la carretera proveniente de Toluca, se erige un altar monumental coronado con un mensaje de bienvenida a los visitantes:
 “La sagrada familia. No sabía que ibas a venir, te estaba esperando”.

 Veinte minutos más adelante se encuentra Tejupilco, la puerta de acceso a Tierra Caliente, que en el lado mexiquense es controlado a plomo por La Familia Michoacana. Debido a la visita del Presidente Andrés Manuel López Obrador a esta zona, fueron desplegados mil elementos del Ejército y la Policía Federal, y otro millar de agentes estatales y municipales, de acuerdo con fuentes del Gobierno del Estado de México. “Aquí es Tierra Caliente; más que nada la conocen así por el clima, pero también por lo ‘caliente'”, dice Lauro, el señor que vende pepitas junto con su hijo en la Ciudad Deportiva Tejupilco, donde López Obrador presentó el plan de becas para estudiantes. La llegada del Primer Mandatario ocurre en un contexto de guerra declarada de La Familia contra policías municipales y ministeriales de la zona. Pobladores señalaron que el pasado 29 de enero aparecieron tres mantas en las que “los de la maña” acusaron a los agentes de secuestrar, extorsionar y “aterrorizar” al pueblo. “Por la cantidad de quejas y atracos La Familia Michoacana ha decidido tomar acciones al respecto en contra de estos agentes ministeriales”, decía una de las mantas. El pepitero Lauro recuerda que a inicios de enero, en Bejucos, dos ministeriales fueron emboscados y ejecutados. “Mientras no te metas con ellos, no pasa nada. Se meten mucho con la justicia porque no los dejan trabajar. Se meten mucho con policías y ministeriales”, dice. Pero, el pepitero habrá olvidado que otra de las mantas que colgaron los de La Familia era una advertencia a los propios pobladores, como recuerda la señora Reina, que trae en las manos una petición para que le ayuden con cemento para su casa. “Decía que era un aviso para el pueblo de Tejupilco, que no anduvieran muy confiados de estar en la noche, que a las nueve todos tenían que estar encerrados”, rememora. “Recientemente estuvieron subiendo mujeres a unas camionetas blancas y en el Municipio de San Simón de Guerrero, en diciembre, llegaron personas armadas a un jardín de niños a querer sacar a un niño”, narró una maestra de preescolar.
“¿Y a quién denunciar?”, se pregunta la maestra, si a las autoridades las están matando.

 “Nosotros no podemos hablar libremente y acusar a alguien, porque, si acusas a alguien, seguro que te matan”, resume. Por eso se impone el silencio entre los habitantes, además de la dominación, el encierro y la pobreza. “A veces uno ya no confía en nadie aquí, hay mucha desconfianza, no sabes con quién platicas, con quién estás tratando”, dice el pepitero Lauro. En primera fila del deportivo, están sentadas decenas de jóvenes a los que el Gobierno federal pretende mantener en la escuela.
 “El desempleo está cabrón”, comenta Lauro que dejó trunca su carrera en Administración y “ahora veme aquí”, dice, como apenado.

 “Mucha gente migra a Estados Unidos y mucha gente se involucra en ese tipo de organizaciones criminales, porque andan ofreciendo hasta 4 mil pesos semanales por unirte a ellos. La gente que reclutan es gente de pueblo, que no tiene salario fijo, no tiene empleo, el campo está jodido”, dice. ¿Y a usted no le han ofrecido entrar con ellos?.  “Nooo, yo no lo haría; el que entra, ya no sale”, dice. En la fila para entregar las peticiones la señora Reina se desespera. A alguien se le ocurre brincarse los lugares aprovechando el revuelo cuando llega López Obrador, pero Reina lo contiene: “Dijimos que ya no iba a haber corrupción, ¿no?”, y aquel la obedece y vuelve a su lugar. Será que algo en Tejupilco está cambiando.

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