Los investigadores del país, tanto los establecidos como los en formación, están alzando la voz frente a la inminente situación que enfrentarán, a partir de marzo, 241 becarios de doctorado nacional de Conicyt, los que no contarán con el beneficio complementario de extensión de seis meses de la beca para finalizar sus estudios, escribir sus tesis y defender y publicar sus resultados. Esto significa que quedarán sin sueldo y que quizás deberán buscar un trabajo para subsistir mientras finalizan su programa doctoral.
Desde este año, el acceso a éstos y otros beneficios complementarios (asistencia a congresos, estadías en el extranjero) fueron reformulados desde un proceso de solicitud abierta y de 100% de otorgamiento, a uno concursable. Este formato concursable no es nuevo, ya que fue el utilizado por Conicyt para que los becarios de doctorado entre los años 2006 y 2010 accedieran a estos beneficios. La diferencia yace en que los becarios de dicho período estaban plenamente conscientes de este formato al momento de firmar sus convenios de becarios.
Para los investigadores que obtuvieron sus becas doctorales a partir del año 2015, fue una sorpresa el tener que concursar por estos beneficios, ya que están incluidos en las bases del concurso al que postularon y en el que fueron seleccionados. De este modo, se rompió el principio de confianza legítima que se estableció entre Conicyt y los becarios al firmar sus convenios de beca, dado el acto arbitrario y repentino llevado a cabo por nuestra agencia de ciencia y tecnología actual. Por otro lado, costó mucho lograr que estos beneficios formaran parte de las becas de doctorado, como para perderlos por falta de recursos, por una administración inapropiada de los mismos, o ambos a la vez.
El problema de los becarios que no lograron la extensión de la beca corresponde al 0,3% del presupuesto de Conicyt (unos mil millones de pesos), mientras que la ejecución presupuestaria del año 2017 alcanzó un 99,2%, lo cual llama a cuestionar a las restricciones presupuestarias como argumento tras la reestructuración de la solicitud de beneficios complementarios.
Por otro lado, según lo indicado en la carta remitida en julio del 2018 por el entonces Director Ejecutivo de Conicyt, los criterios de selección que el actual concurso utilizaría para priorizar a ciertos estudiantes por sobre otros en la adjudicación de los beneficios complementarios son los mismos que se utilizaban para la aprobación en los años en los que no era necesario concursar por ello. Esto sugiere que los criterios no son adecuados para la selección de los estudiantes en este concurso. Esto se reafirma al observar que los criterios de evaluación no distinguen apropiadamente en el presente concurso: en la línea de corte de aprobación hay 70 postulantes con el mismo puntaje (4,5 de un máximo de 5), seguidos por otros 70 con puntaje 4,33, que no fueron seleccionados.
Aún más significativo, es que estos cambios omiten un importante dato: la evaluación de programas gubernamentales por parte de la Dirección de Presupuestos de Chile para el período 2013-2016 reveló que el 63% de los becados obtuvo el grado de Doctor en Chile en el plazo de seis años, por lo que la extensión de la beca es importante para acortar estos plazos.
Este gran problema para nuestros becarios clama por soluciones en corto y largo plazo. En lo inmediato, es urgente que CONICYT otorgue estos beneficios a los investigadores afectados. En el largo plazo, es necesario que las universidades, los becarios y el nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación conversen respecto a las modificaciones que se deben introducir con suficiente anticipación, de manera de todos los involucrados puedan actuar oportunamente en vista de los cambios. Las reglas claras, y para todos, conservan la amistad.
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