translated from Spanish: La cocina de la guerrilla: ¿qué preparaban Fidel y el Che?

El historiador australiano Tony Perrottet acaba de publicar su nuevo libro ¡Cuba Libre! Che, Fidel y la improbable revolución que cambió el mundo y, como parte de su promoción, escribió una nota en el medio Taste con un abordaje particular: en su estudio de la guerrilla cubana y de sus líderes, descubrió los sufrimientos, las destrezas y los caprichos culinarios de los revolucionarios.Al parecer, Fidel Castro era todo un sibarita; al Che Guevara le salía mal el asado y otros de sus filas tenían talentos ocultos que mucho sirvieron en una época de escasez de alimento. Según relata Perrottet, entre 1956 y 1959, cuando estaban escondiéndose en las montañas de Sierra Maestra, tuvieron que ponerse creativos para poder comer y algunas de sus recetas quedaron registradas en diarios privados y cartas que se guardan en la Oficina de Asuntos Históricos de La Habana.”Los rebeldes, en su mayoría un grupo blando de clase media, fueron obligados a subsistir a base de malanga hervida (la raíz del taro, un tubérculo de origen tropical). Su otra comida estándar, el plátano verde hervido, era tan desalentador que al principio muchos de los delicados militantes de la ciudad se negaron a comerlo, incluso cuando el plato estaba amenizado con manteca y sal”, escribe. Parece que Raúl Castro era uno de los héroes que salvaba a sus compañeros de la desdicha. Cuando podía, preparaba su especialidad: “chorizo a la guerrilla”, una salchicha estilo alemana cortada en rodajas finas, salteada con tres cucharas de miel, jugo de limón y un chorrito de ron Bacardi. Otro de los “chefs” era Efigenio Ameijeiras, que servía papilla de banana condimentada con ajo silvestre y cilantro. Pero el verdadero plato “gourmet” de los combatientes era la serpiente asada. Así reproduce Perrottet la receta: “Atrapa una boa de diez pies, luego corta la cabeza de la serpiente a cuatro pulgadas del cuello. Cuélgala de una rama para drenar la sangre, después hay que despellejarla y destriparla. Los trozos se pueden asar en palitos como malvaviscos o empanizados y fritos”.
Hombres preparando una serpiente en 1957 (Oficina de Asuntos Históricos, La Habana)

El Che, por su parte, no fue especialmente recordado por su habilidad gastronómica. De acuerdo a lo escrito en los archivos de la revolución, una vez compró una vaca flaca e intentó preparar un asado a la cruz, pero no encontró la madera seca necesaria para hacer un buen fuego. “Solo algunos hombres vomitaron”, recordó Raúl Castro. Algunos de los cortes de carne habían quedado crudos y otros, carbonizados. Uno de los revolucionarios que más sufrió -y que a la vez encontró buenas soluciones para su padecimiento- fue Fidel. El ex presidente de Cuba había crecido en una familia pudiente, y no estaba acostumbrado a ser mal servido en la mesa. “Estoy comiendo horriblemente. No se presta atención a la preparación de mi comida… No voy a escribir más porque estoy de un humor terrible”, escribió, en una ocasión, a su secretaria y amante Celia Sánchez. En otra carta, puso: “No tengo tabaco. No tengo vino. No tengo nada”. Por suerte, en varias oportunidades Celia logró enviar provisiones más tentadoras a las montañas, que llegaban transportadas en mulas. La gran hazaña de la mujer tuvo lugar en agosto de 1958, cuando consiguió mandar una torta de helado envuelta en hielo seco para el cumpleaños número 32 del comandante. Poco después, a principios de 1959, él y Celia se mudaron al penthouse del hotel Hilton de La Habana, luego de que Fulgencio Batista escapara de Cuba en DC-4. Sus vidas, desde ese momento, ya no serían las mismas. 

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