Marea verde y violeta toma calles de la CDMX



“Hoy marcho no solo por los derechos que nos siguen negando: el derecho a un aborto seguro, libre y gratuito o a tener un salario igual al de los hombres, marcho también para exigir que se implementen las políticas públicas necesarias para detener la violencia contra las mujeres, para que se castigue a los feminicidas, para que podamos salir a la calle sin tener miedo”, dice Alejandra Palacios, estudiante de Derecho, quien acudió a la marcha del 8 de marzo junto con un grupo de amigas.
Todas portan el pañuelo verde que volvió a verse en las calles durante este viernes, Día Internacional de la Mujer. La prenda que simboliza la lucha por un aborto legal, seguro y gratuito se mezcló con los banderines y mantas violetas, el color de la lucha feminista.
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Ahí estaban también las cruces rosas en memoria y defensa de las victimas de feminicidio, y estaban también sus madres.

María Esperanza Luciotto, mamá de Karla Pontigo, a quien asesinaron en 2012, en San Luis Potosí, está en la marcha para exigir que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resuelva ya sobre el caso de su hija. La Corte atrajo el caso para verificar si el agente del ministerio público cumplió con los estándares establecidos para una investigación diligente y con perspectiva de género, después de que se determinara que Karla había sufrido un accidente.
“El caso se tipificó como un homicidio culposo, la teoría del ministerio público es que Karla se estrelló con una puerta de cristal, en su trabajo. Nosotros no estamos de acuerdo. Ella sufría acoso por parte de su jefe, y su cuerpo tenía más de 40 heridas, entre ellas algunas de índole sexual”, dice Ana Sandra Salinas Pérez, abogada de Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho.
Por las irregularidades en la investigación es que la SCJN atrajo el caso, pero lo hizo desde 2015. “La justicia tardía no es justicia; por eso estamos hoy en la marcha, para pedirle a la Corte que resuelva ya. El poder judicial tiene hoy en sus manos hacer la diferencia, saldar un poco la deuda que el país tiene con las víctimas de feminicidio. Además, que no se olviden que no habrá un plan de seguridad que funcione sino se empieza por hacer justicia”, afirma Salinas.

Es la misma demanda de Lorena Gutiérrez, justicia para su hija Fátima, a quien asesinaron cuando tenía 12 años, en Toluca, Estado de México. De los tres presuntos asesinos de la menor uno sigue libre. El sospechoso trabajaba como jardinero en la Escuela Sierra Nevada.
“La escuela lo protegió para que el nombre de la institución no se viera involucrado en una caso de feminicidio, dijeron que el día del asesinato él estaba en su trabajo. No es verdad, él era mi vecino y mucha gente lo vio ese día en la comunidad, él y los otros dos que ya están presos asesinaron a mi niña”, afirma Lorena.
Las consignas de los colectivos de feministas, organizaciones de la sociedad civil y sindicatos arropan a las madres de víctimas de feminicidio. Gritan justicia y exigen ni una asesinada más. Los grupos de amigas y compañeras de diversas escuelas, de la UAM, de la UNAM, de IPN, alzan también la voz para decir: “mi cuerpo es mío, solo mío”, y gritan consignas reivindicando el derecho al aborto.
“Quiero salir a la calle sin tener miedo”
Entre las más jóvenes hay una demanda que sobresale, y que una de ellas, Martha Armenta, estudiante de diseño gráfico, pone como su principal motivo para marchar. “Estoy aquí porque quiero salir a la calle sin tener miedo. Estamos hartas de tener miedo, estamos hartas del acoso, queremos andar en la calle sin temor a que nos desaparezcan, a que nos maten, a terminar en una red de trata, estamos hartas y exigimos que el Estado actúe para acabar con esta ola de violencia hacia nosotras”.
Con todas esas exigencias, la marea verde y violeta avanzó por la avenida Reforma, cruza Eje Central, siguió por la calle 5 de Mayo y llegó al Zócalo de la Ciudad de México. Entraron primero los contingentes de organizaciones sindicales. Luego los colectivos feministas, las ciudadanas de a pie, los numerosos grupos de amigas.

La plancha del Zócalo se llenó de los grupos de mujeres que extienden, en el suelo, las mantas con sus consignas. La batucada suena y muchas bailan, con los edificios de alrededor del Zócalo iluminados de color violeta, en el final de la tarde del Día Internacional de la Mujer.
En un extremo de la plancha del Zócalo, frente a Catedral, un grupo de mujeres extiende mantas tejidas de color violeta. La convocatoria la hicieron por Facebook, los colectivos Lana Desastre y Tejiendo Identidad. Cada participante podía tejer un pedazo, que luego se uniría con otros. El objetivo era mostrar como las mujeres son hacedoras de cosas, que pueden organizar y armar mucho juntas.
Más allá, de frente a Palacio Nacional, un grupo de estudiantes de la Universidad de la Comunicación ha colocado un “tendedero de palabras”, basado en el proyecto de la artista y activista mexicana Mónica Mayer.
“Le pedimos a las asistentes a la marcha que respondieran dos preguntas, ¿cuándo fue la última vez que sufriste acoso y por qué marchas hoy? Hubo varias respuestas en donde se lee que la última experiencia de acoso fue hoy mismo, eso habla del problema tan grande que enfrentamos las mujeres”, dice Erika Núñez, mientras ella y sus compañeros empiezan a levantar el tendedero que se transformará en un video arte que resume los motivos de esta marcha.

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