Reconstrucción de mujer



El viernes pasado se conmemoró otro Día Internacional de la Mujer y particularmente creo que esta ocasión fue una de las más rimbombantes que recuerde en nuestro país desde lo mediático. Las diversas miradas y diagnósticos que aportaron todos los sectores de nuestra sociedad sobre los roles que tiene y puede desempeñar una mujer hacen que se enriquezca el debate. Me detengo ahí, porque desde las políticas de habitabilidad de nuestra cartera del Ministerio de Vivienda, están diseñadas desde el enfoque de género para ser no solo un beneficio de vulnerabilidad.
¿Por ser el mal llamado sexo débil? ¡No!, sino que potenciar roles que la mujer históricamente descubre en el camino cuando se involucra en un proceso. Nuestros estudios dicen que además de que un 72% de las soluciones habitacionales fueron para mujeres, durante el período 2011-2018, las mujeres encuentran un rol donde se empoderan como dirigentas sociales y adquieren herramientas que les dan el proceso para sentirse seguras y no vulnerables. Como dice el dicho, “todo parte por casa”, es que la mujer puja más por querer su vivienda propia.
Las mujeres adquieren herramientas psicosociales para superar la frustración que conlleva un desgastante y largo proceso que no es solo para obtener el subsidio habitacional, sino que otro período más para lograr que ese subsidio se materialice en una vivienda.
Por otra parte, y desde el punto de vista de lo que es recuperarse y salir adelante ante eventos catastróficos, como lo que significa perder una vivienda, las mujeres también tienen una mayor participación, porque un 61% de las mujeres fueron activas dirigentes en los últimos procesos de reconstrucción que ha llevado nuestro país a causa de terremotos, incendios, tsunamis e incendios que nos ha tocado vivir, y lo comprobé en terreno. En Santa Olga, por los incendios forestales, comprobé que los desastres no repercuten de la misma forma en hombres y mujeres, las diferencias son bastantes, pero no tiene que ver con la vulnerabilidad por el hecho de ser mujer, esta es vulnerable por la situación que ocupa dentro de la sociedad en la que se desenvuelve.
Entonces ahí es muy importante porque las mujeres en general tienen menos capacidad de prepararse por factores principalmente socioeconómicos, porque son las más pobres, tienen más dificultades, son jefas de hogar, están menos preparadas, tienen menos medios de sustento, tienen a cargo a la familia, los hijos, los abuelos, los enfermos, tienen una serie de características que producen que los resultados de un desastre no sean de la misma forma entre hombres y mujeres.
Sin embargo, su sentido de la lucha por sobrevivir es más amplia en ese punto que la de los hombres, porque adoptan un rol de mayor resiliencia, pero con menos herramientas. Ahí es donde como Comisión de Reducción de Riesgo de Desastres, es nuestro desafío incorporar el enfoque de género en las diferentes fases de los riesgos, favoreciendo la identificación de necesidades diferenciales por sexo, ya que si bien son más mujeres las que participan en el ámbito comunitario, ellas son voceras de las necesidades del grupo familiar, invisibilizándose mayoritariamente las propias.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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