translated from Spanish: Lolla ‘94: a 25 años del festival que marcó la cultura pop de la Generación X

El lineup de un festival debe capturar el espíritu del momento y, por lo tanto, oficiar de máquina del tiempo. En 2044 (si la crisis climática nos lo permite) el flyer de este fin de semana se debería poder leer como una Polaroid, y pase lo que pase en el futuro (y te guste lo que te guste hoy) es difícil pensar en nombres más representativos de la cultura pop 2019 que Kendrick Lamar, Cazzu y Twenty One Pilots.El concepto Lollapalooza de un festival de rock que iba de gira por los Estados Unidos durante el verano existía desde 1991, cuando el cantante Perry Farrell lo imaginó como una especie de despedida XL para su banda Jane’s Addiction, pero es 1994 el año en el que se volvió sinónimo de lo nuevo, cita imperdible para una generación.Quizás por eso 1994 también es el año en que se empezó a acusar a Lollapalooza de haberse vendido a un establishment cultural – de dejar atrás sus orígenes sucios, excéntricos, comunitarios, para convertirse en un gran negocio. Acusación que, como suele pasar, importó muy poco a los que estuvieron ahí viviendo un momento clave en la historia del rock (y que hoy a los 40ypico acusan a este neo-Lolla de lo mismo).

Poster de una de las últimas fechas de Lollapalooza 1994

1991 es “El Año en el que el Punk Entró”, como dice el imperdible documental de Dave Markey dedicado a Sonic Youth, Nirvana, y las bandas del post-punk que salieron del under a fines de los ‘80 para convertirse en impensados éxitos comerciales. 1994, entonces, es el año en el que la industria del entretenimiento se decidió a explotar esta Generación X que se etiquetó como “alternativa” (un término que podía significar lo que uno quisiera) y que, como hoy los millennials, confundía e irritaba a los dinosaurios de los medios de comunicación.Si un festival es una máquina del tiempo, quiero hacer un intento de ver la cultura pop de ese año a través del lente de Lollapalooza ‘94 – su lineup, sus sorpresas, y las formas a veces inesperadas en las que chocan las culturas.

“Generación X” (“Reality Bites”) es una comedia romántica que se pregunta si madurar es venderse al sistema

A principios de 1994 ya se veían intentos de comercializar a esta generación, ninguno más evidente que “Reality Bites”, estrenada en Estados Unidos en febrero y en nuestro país meses después con un título que no dejaba lugar a dudas sobre su target: “Generación X”.La película fue un éxito modesto, y una primera señal de que una identidad cultural había salido del under e invadido el mainstream. La chivita de Ethan Hawke, el corte de pelo de Winona Ryder, y los anteojos de Lisa Loeb – que no está en “Reality Bites” pero fue parte del video emblemático de la canción de amor de la peli que saturaba las radios en agosto, mes en el que Lollapalooza explotó.Pero el día clave, el que marcó a la Generación X y le dió su narrativa trágica y autodestructiva, fue el 8 de abril de 1994. El día en que se encontró el cadáver de Kurt Cobain en el garage de su casa en Seattle, tres días después de que el cantante se había suicidado de un escopetazo.

Kurt Cobain en Modena, el 21 de febrero de 1994

Kurt Cobain era más que el líder de la banda emblemática de su generación. Era una figura mesiánica, un poeta demasiado frágil para este mundo, de talento enorme y autoestima nula. Su suicidio lo hizo un mártir que cada seguidor podía adaptar a sus propios prejuicios. Kurt murió por las presiones de la industria. Kurt murió porque su mujer o sus compañeros de banda no lo entendían. Kurt murió para que despertemos de esta ilusión. Kurt murió porque “es mejor quemarse que desvanecerse” como decía en su carta citando a Neil Young. Kurt murió por mis pecados. O por los del que te cayera mal.En marzo de ese año Cobain había sufrido en Alemania lo que sus compañeros hoy consideran un primer intento de suicidio, y que provocó la cancelación de la gira europea. Estaba claro que la recuperación del cantante estaba lejos, y el día antes de su muerte la banda canceló el contrato más lucrativo de su historia: el puesto principal en el lineup de Lollapalooza 1994.

Pearl Jam en vivo, Lollapalooza 1992

Para Farrell y el resto de los organizadores del festival esto era un enorme problema. El festival de 1993 había sido un fiasco luego de la histórica edición del ‘92 liderada por Pearl Jam y los Red Hot Chili Peppers, y además el lineup tenía que poder competir con el de Woodstock ‘94, el evento de tres días en New York que celebraba los 25 años del hito de la cultura hippie y caía justo en medio de la gira de Lollapalooza.Pero ya era tarde, Lolla empezaba en junio y no había forma de apuntalar ese lineup que tenía grandes bandas pero ninguna que convocase sólo con su nombre. Green Day recién estaba repuntando, los Beastie Boys demasiado maduros, George Clinton muy lejos de su época de gloria de los ‘70s. Por lo tanto, no había otra opción – Smashing Pumpkins serían los headliners y por lo tanto, los portadores de la bandera de lo alternativo, al menos a los ojos de la cultura masiva.

Smashing Pumpkins en 1993

La muerte de Kurt dejó un vacío metafórico en su público, y uno tangible en la industria discográfica, que necesitaba ocupar el lugar de la “banda del momento”. Los candidatos no faltaban: los contemporáneos de Cobain de Seattle (Pearl Jam, Soundgarden, Alice in Chains), el pop punk californiano de Green Day que dominaba las radios, el rock menos pretencioso pero más potable de Stone Temple Pilots.Pero en el ‘94 no había candidato más fuerte para ser el nuevo Cobain que Billy Corgan de los Pumpkins, tan ecléctico y creativo como Kurt, pero con el ego en la dirección opuesta. Corgan era un dictador con sus compañeros, obsesivo de su imagen, y una figura magnética en los melodramáticos, extensos shows de la banda. Luego de debutar en 1991 con el brillante “Gish”, en ese año los Pumpkins acababan de lanzar “Siamese Dream”, un suceso de ventas cargado de éxitos inmediatos (“Today”, “Disarm”) que saturaban MTV con vídeos impactantes.Mientras Eddie Vedder de Pearl Jam y Chris Cornell de Soundgarden mantenían un perfil bajo luego de la muerte del ícono del grunge, Corgan tenía la oportunidad de convertir a los Pumpkins en la banda más grande del mundo. Estaba listo para convertirse en la voz de su generación (sea lo que sea eso).

La bajista D’Arcy Wretzky era una de las que más chocaba con Corgan, y en 1999 renunció a la banda

La banda era una topadora. Todas las críticas de shows esa época coinciden en que los Pumpkins en vivo eran demoledores, pero la presión entre dos fuerzas implacables estaba quebrando a Corgan. Por un lado, sus fans de la primera hora lo acusaban de “venderse” a MTV con el éxito de su segundo disco. Por el otro, la prensa había percibido la fama creciente de Corgan y cada entrevista era como un exámen que evaluaba su personalidad, su conciencia social, y su lugar en la historia del rock.Como si esta tensión no fuese suficiente, su actitud de rockstar perfeccionista le había ganado el odio de otras bandas del under, como los mimados de la crítica de rock Pavement, que en su tema “Range Life” se reía de la actitud de la banda.Corgan no se río tanto y exigió a los organizadores que saquen a Pavement del lineup, una actitud de divismo que marcaría para siempre la imagen de Corgan en la prensa.

Corgan asegura que nunca pidió que sacaran a Pavement del lineup de Lolla ’94, pero la banda y los organizadores sostienen que así fue

Por supuesto, y como es tradición en la historia del rock, la presión fue demasiada, y parte del show de Lollapalooza fue ver la desintegración de Smashing Pumpkins fecha tras fecha, un reflejo de una generación que se negaba a convertirse en un producto.Corgan, avergonzado por los titulares que lo llamaban “el nuevo Kurt” días después de la muerte de Cobain, se negaba a hablar del tema. En varias paradas del tour y en contra de la voluntad de los organizadores, cortó los shows de su propia banda para invitar a su amiga Courtney Love, viuda de Cobain y líder de Hole, a hacer un mini-set en vivo como homenaje al cantante.Love era (y sigue siendo) una figura polarizante entre los seguidores de Nirvana y los gritos se mezclaban con abucheos con cada una de sus presentaciones, en especial en el show de New York en el que el público gritaba “fuck you” a la banda que por alguna razón, esa noche se negaba a tocar sus éxitos.

A pesar de que los organizadores no querían ver a Love en los shows de Smashing Pumpkins, la cantante fue invitada a actuar en Lolla ’95

En una crónica de una las últimas fechas de la gira, el crítico de rock Jim Connelly cuenta que en medio de un show perfecto, Corgan empezó a pedir disculpas a un público que no las necesitaba ni las pedía, a través de un monólogo de cinco minutos en el que habló de la fé, de MTV, y de su propio ego. Cuando volvieron las canciones, la banda aumentó la distorsión, extendió los temas, y el show terminó en una desoladora lluvia de ruido blanco, con el guitarrista James Iha gritando la canción “Fantastic Voyage” del rapper ultracomercial Coolio en el micrófono y Corgan perdido en un infinito solo de guitarra.

Corgan llamó a Lolla ‘94 “la experiencia que más me drenó en la vida”, y en 2018 dió una entrevista a Zane Lowe en la que desató su furia contra la prensa de la época, acusando a medios como NME, la Village Voice y el New York Times de reírse de ellos porque no eran ni estrellas ni lo suficientemente indies. En la misma entrevista admite que veía al público como su enemigo.
“Cuando veía al público, veía a los mismos tipos que me hacían bullying en los pasillos del colegio. Los veía como el enemigo y estaba listo para enfrentarme con ellos, así que en cada uno de los 43 shows agarré el micrófono y me fuí en contra del público. Todavía hay gente que me ve en un aeropuerto y me dice que nunca más quiso ver a la banda después de eso. Todavía me preguntan qué carajo me pasaba.”

Y a pesar del colapso de los Pumpkins, la competencia de Woodstock, y las acusaciones de comercialismo, Lolla ‘94 ofreció un lineup increíblemente variado para su época, con bandas de hip-hop (Beastie Boys, A Tribe Called Quest) mezcladas con artistas acostumbradas a show más chicos como los Bad Seeds de Nick Cave. A eso se sumó la psicodelia de The Boredoms y The Flaming Lips, el punk femenino de L7 en su mejor época y voces como las de Luscious Jackson, Shonen Knife y The Breeders.Si Lolla ‘94 fue el festival del colapso de los Pumpkins, también fue la consagración de Green Day, que se sumó en la segunda fase de la gira. Billie Joe Armstrong, muy poco interesado en ser la voz de ninguna generación, decidió reirse de estas masas de público (la audiencia más grande que la banda había tenido hasta entonces) cerrandosu show con covers paródicos de “Eye of the Tiger” y “We’re not Gonna Take It”, éxitos del rock de estadio que (al menos en ese momento) estaban lejos de la modestia de la banda.

Green Day en el barro de Woodstock ’94

Green Day hizo un break en Lollapalooza para presentarse en Woodstock, y Billie Joe había perdido el miedo y estaba en control absoluto de la situación. Cuando el público empezó a tirar barro al escenario, el cantante devolvió los pelotazos, causando una batalla campal que terminó con un guardia de seguridad bajándole tres dientes de una piña al bajista Mike Dirnt.El contraste entre las actitudes de Armstrong y Corgan habla de dos músicos equipados de forma distinta para manejar la fama. Smashing Pumpkins nunca repitió el éxito de 1994 y “la banda más grande del mundo” se separó y se reunió mil veces, con discos cada vez menos trascendentes. Harto de la industria del rock, Corgan se retiró de la música y se convirtió por un tiempo en empresario de la lucha libre.Green Day, por su parte, nunca paró de crecer y aprendió a manipular el juego del marketing de una forma que puede parecer cínica a los niños de los ‘90 pero que al fin y al cabo, garantizó la supervivencia de la banda.De la banda y de sus músicos.

Chris Cornell, de Soundgarden y Audioslave, en 1991

Es imposible pensar en la cultura de los ‘90 sin notar lo poco preparados que estaban sus miembros para enfrentar la fama. Además de la de Cobain, son demasiadas las voces emblemáticas de la época que se fueron antes de tiempo. Layne Staley de Alice in Chains (2002, sobredosis), Scott Weiland de Stone Temple Pilots (2015, sobredosis), Chris Cornell de Soundgarden (2017, suicidio).Cuando el verano de Lollapalooza terminó, ya no se podía hablar ni siquiera en términos de marketing de una cultura alternativa. Los adolescentes de la Generación X se habían graduado a consumidores, y el mercado tuvo que pegar un giro de 180 grados en su discurso para apelar a esta masa.La publicidad abandonó los colores fluo y la estética “extrema” y adoptó el humor sarcástico que caracteriza al festival. Los mismos artistas de posters y flyers de Lolla terminaron creando dibujos animados para Nick y Cartoon Network. Hasta la televisión procesó a la Generación X a través de series como “Party of Five” y la misma “Friends”, que terminaron con la fantasía asexuada de la tele de los ‘80 (la diversidad cultural de Lolla ‘94, lamentablemente, tardó en pegarse).

Los actores de “Friends” fueron los primeros en reflejar a su generación en la televisión de aire

Los protagonistas de ese 1994 fueron absorbidos, de una forma u otra, por esa maquinaria. Ben Stiller pasó de “Reality Bites” a ser uno de los actores mejor pagados de Hollywood. Lisa Loeb tuvo su propio reality en “E!”. Green Day tuvo sus Grammys, su videojuego, y hasta su musical en Broadway. El discurso del comercialismo que aún hoy atormenta a Billy Corgan nunca fue un problema para estos artistas.Sí lo fue para Perry Farrell. El marketing de Lollapalooza se desconectó de las bandas que tocaban en el festival, y en 1995 el creador de Lollapalooza vio con impotencia cómo un público que pretendía ver el rock que se les había vendido abucheaba sin piedad a Sinead O’Connor, que decidió abrirse de la gira después de las primeras fechas. En 1996 Farrell se negó a participar de la edición liderada por Metallica y renunció a la organización de un festival que quedó a la deriva y finalmente fue cancelado en 1998.Luego de un par de intentos fallidos, Farrell resucitó el festival en 2005 junto a los creadores de Austin City Limits, abandonando el concepto de gira e instalándose en Chicago, rescatando el espíritu del ‘94 con un lineup que incluía ídolos de la Generación X (Weezer, Primus, Pixies), artistas internacionales (M83, Kaiser Chiefs) y la misma diversidad que la marca ha extendido desde su renacimiento e internacionalización. 

La revista que te daban con la entrada en Lollapalooza ’94

41 de las 43 fechas de Lollapalooza 1994 se agotaron. Cada show tuvo un promedio de 10.000 espectadores sumando casi medio millón de asistentes. El impacto cultural de la marca está atado a ese año – no solo a los cientos de miles que lo vivieron, sino a los millones que lo vimos de afuera.En especial a los que hubiésemos dado un órgano por estar ahí y que hoy compramos la entrada meses antes, sin siquiera saber quién va a tocar, porque hay un pacto tácito que se firmó en ese 1994 y que a la vez es la estrategia de marketing perfecta: Lolla va a traer a los artistas que representan el momento. Quedarte afuera es perderte un evento que podría definir tu época. Y nadie quiere vivir al costado de su generación.En esta nota:

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