El estado de Chile maltrata a sus adultos mayores


Señor Director:
No puedo dejar de conmoverme e indignarme por el caso del abuelo que vivía con $7000 al mes, por un error de digitación de un funcionario PDI que redundó a su vez en la negativa del IPS de pagar una pensión que por derecho le correspondía. La solución a su caso, según IPS, tomaría algunos meses en revisarse y resolverse.
La misma sensación de ira me inunda cuando hago uso del transporte público, en que los adultos mayores deben pagar una tarifa idéntica al resto de los pasajeros, en circunstancias que en un país “en vías de desarrollo u OCDE” como éste, en que dicho costo a lo menos debería ser reducido e idealmente gratuito. Lo mismo me ocurre al subir al metro de Santiago, que si bien posee una rebaja en su pasaje, las instalaciones no poseen la infraestructura necesaria para apoyar a la ancianidad. Ejemplo de esto son las nuevas líneas de ferrocarril, que no tienen asientos en sus andenes, para personas con movilidad reducida y los vagones cada vez tienen menos espacios reservados para personas con dificultad de mantenerse de pie. Un camión con cerdos al matadero es más cómodo que usar el metro en horas punta, imagínese lo que siente un abuelo.
Instituciones como SENAMA, en nada aportan a la adecuada protección de la ancianidad, ya que no proponen ideas novedosas ni disponen de recursos suficientes para desarrollarlas, si es que a lo menos algo idearan.
Lo anterior me lleva a meditar sobre la falta de humanidad, empatía y desidia con la que el Estado de Chile actúa en contra de sus adultos mayores, al negarles la dignidad mínima ante sus problemas, en los términos que dichos contribuyentes merecen, luego de decenios de haber aportado a este país ingrato y abusivo. Solo me resta compartir con quienes me lean, que todo lo anterior es una muestra más de la brutalidad, salvajismo y decadencia de la senda por la que este país ha decidido transitar.
Saluda Atte
Abg. Jaime Pablo Mois Corona, Mg.-



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