Hijos de Piñera en China: la ética de los pesos


El viaje del presidente Piñera a China, como parte de una gira de Estado, se vio marcado por la desafortunada asistencia de sus hijos -Cristóbal y Sebastián- no solo como acompañantes, sino también como participantes en instancias directamente vinculadas al tipo de negocios que ambos personajes desarrollan en Chile.
A su retorno, Piñera argumentó que la participación de sus hijos no constituyó “irregularidad alguna”, solicitando a la Contraloría General de la República (CGR) no solo un pronunciamiento administrativo al respecto, sino además, la elaboración de un protocolo que regule los viajes y comitivas presidenciales.
El punto en discusión no es si existió alguna irregularidad administrativa -cuestión que compete a la CGR determinar, y que de haberla, agrava más la conducta-; la discusión, que sí nos compete a todas y a todos, en tanto ciudadanía y opinión pública, así como a los medos de comunicación y toda instancia de debate sobre las cuestiones públicas y acciones de quienes dicen representarnos, es la falta ética o el tipo de ética sobre la cual descansa el actuar de Piñera.
¿Qué hace que un Presidente, su cónyuge y entorno político cercano acepten incorporar a los hijos del Mandatario en una gira de Estado, y no ver problema alguno en aquello? Y más aún ¿Qué condición permite que estos participen en instancias de negociación directamente vinculadas a sus intereses personales, y en consecuencia, familiares, sin ver problema alguno en aquello?
La respuesta es clara. Habiendo o no irregularidad administrativa, pesos más o pesos menos, lo preocupante, lo que indigna la fe pública es la burda utilización del poder político, de la posición y del privilegio para la obtención, real o eventual, de beneficios personales. El modo poco sutil, por decirlo sutilmente, de responder “estamos acompañando a nuestro padre”, al ser consultados sobre su participación en el viaje. La sensación de que se burlan, la ética de que aquí lo único que importa es si hubo falta administrativa. La ética de los pesos.
Existen cientos, miles de mujeres y hombres a quienes toma años lograr siquiera que su esfuerzo personal -ese que con tanto ahínco suele defender el entorno del Presidente- dé los frutos que esperan. O que después de años de trabajo consiguen, en el mejor de los casos, la prosperidad en sus negocios.
Pero a Sebastián Piñera, y a juzgar por los hechos, a su entorno familiar y político, así como a sus privilegiados hijos emprendedores eso poco les importa. Y es que cuando el privilegio, la posición acomodada y la fortuna son la única (o la principal) forma de vida que se conoce, una ética distinta parece ser mucho pedir.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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