Germán Margozzini y el hospitality design


Le gusta lo que hace y trabaja en eso. Pero también lo aplica en su casa, una antigua que compró hace 10 años, que remodeló por completo, y en la que no sólo ha impreso parte de su sello como diseñador de interiores -y del de su mujer-, sino que le ha servido para aprender de jardinería, lo que hoy se ha convertido en un descubrimiento gracias a las ganas de convertir lo que antes era un estacionamiento, en un espacio para hacer vida al aire libre.
Lo fue guiando y armando a pulso con cuerdas, hilos y cintas. Con sus propias manos le dio forma, e incluso salvó, gracias a un armazón que fabricó de manera artesanal, unos cuantos cipreses que agonizaban después de una nevazón. Y fue él mismo quien plantó unas palmeras en la vereda del frente de su casa para tapar una muralla fea de ladrillo. Así de obsesivo es con los detalles.
Arquitecto de profesión, su curiosidad incansable ha sido responsable de incursiones en la música, que lo tienen hace más de un año tomando clases para ser DJ profesional. “Alguna vez leí que uno deja de descubrir música nueva como a los 30 años. Para mí fue increíble darme cuenta de que todos los días descubro música nueva. Aprender cosas siendo más grande es muy bueno porque te hace mantenerte activo, ayuda a que la cabeza se active de nuevo. Uno ya no es la esponja que era cuando chico, se empieza a atrofiar, entonces me gusta sentir que la estoy usando y aprendiendo”.

En los años que lleva trabajando ha desarrollado el hospitality design como su especialidad. Diseña lugares -hoteles, spa, restaurantes- para recibir a gente, y en todos ellos hay mucho más que decoración. Hay detalles, atmósfera, calidez. “Eso para mí es muy importante, porque un lugar no tiene que solamente ser lindo. Puedes entrar a un bar de mala muerte, feo, pero que si tiene luz baja y buena música, igual es rico estar ahí. Por eso me preocupo de los detalles, aunque debo admitir que no siempre me resulta porque no tengo el control de todo. Yo puedo hacer recomendaciones, pero el uso final que se le de a cada lugar se escapa de mi control. No soy el que vive ahí el día a día”.
Uno de los proyectos en los que está trabajando es Riesco Leguía, el edificio de la inmobiliaria Indesa a cargo de los arquitectos -y amigos-, Constanza Hagemann y Nicolás Valdés que se inaugurará a fines de este año en El Golf. Para intervenirlo, Margozzini investigó y desarrolló un concepto. “Partí buscando los proyectos inmobiliarios que había alrededor para así poder saber cuál era la oferta que había en el barrio. Y la verdad es que no era mucha. Me encontré con cosas bien fomes, frías y con una presentación no muy buena. Ahí vi una oportunidad para hacer la diferencia”.
Con eso en mente, y conociendo el movimiento constante del barrio, quiso hacer de los departamentos un lugar tranquilo, sereno, que se descontextualice del entorno. “Pensé que qué rico sería estar en la mitad de la ciudad pero llegar a tu departamento y que sea un lugar blanco, calmo, contemporáneo. Estar en medio del ruido, pero poder salirte. Ese fue mi punto de partida”.
La experiencia hotelera lo llevó a elegir materiales nobles como madera y mármol, todos heavy duty, duraderos, que no se deterioran fácilmente. “Es un lugar contemporáneo porque su distribución es contemporánea, con espacios integrados. Todo de líneas simples, puro, sin adornos. No hay cosas que molesten, incomoden, o te saquen de contexto”.
Blancos, grises, maderas claras, luz, pocos cuadros, todo oculto. Así se imagina los departamentos de este proyecto, y así será también el piloto que armará para terminar la visión de cómo se imagina los departamentos y poder representarlos. “Me lo imagino así porque todo tiene que ver con el concepto. Por eso es importante llegar a él, porque va a ser la génesis y no me salgo de ahí nunca. Y no lo hago por capricho, sino porque es la manera de lograr la sensación que quiero. Si me empiezo a embalar y le meto otras cosas, se empieza a desvirtuar todo”.



Source link

Related Posts

Add Comment