Es el turno de los ciclistas


Hace casi quince años que uso la bicicleta como medio principal para movilizarme por Santiago. Soy de aquellos que antes llamaban “seguritos” por usar casco, luces delanteras y traseras y chaleco reflectante. Pensaba ingenuamente que al menos si me atropellaban con toda esta indumentaria, me pagarían los gastos médicos. Mis primeros viajes fueron por la tormentosa Alameda de las micros amarillas, por calles llenas de hoyos y trampas mortales, escapando de las impasibles carrocerías que se venían encima.

Hoy no extraño nada de esos primeros viajes. Recorro todos los días un trayecto de cerca de 6 km entre mi casa y el trabajo y tengo la fortuna de hacer la gran mayoría del recorrido a través de ciclovías de buena calidad. Sin duda son innegables los avances que han existido en esta materia. Cuando comencé a moverme en bicicleta eran contados los municipios y funcionarios de gobierno que abogaban por desarrollar iniciativas que favorecieran el uso de la bicicleta. Hoy, en cambio, la norma es favorecer proyectos que fomenten el uso de este medio. La prueba más reciente del reconocimiento de la bicicleta es la Ley de Convivencia Vial que busca adecuar la Ley de Tránsito para mejorar la coexistencia de los transportes motorizados con las bicicletas y otros ciclos.
Si en la actualidad las condiciones para ser ciclista en Santiago son más favorables, este avance no se condice con el comportamiento de quienes conducen estos vehículos. Lamentablemente veo a diario ciclistas sin casco o conduciendo de noche sin luces ni chaleco reflectante; ciclistas que cambian sorpresivamente entre ciclovías, calles y veredas dependiendo de las condiciones del tránsito; ciclistas que sólo ocupan la vereda; ciclistas en contra del tránsito o por lados de la calle que no corresponde; ciclistas que ignoran las luces rojas, signos pare, ceda el paso y líneas de detención; sólo por nombrar algunas escenas cotidianas. Es urgente recordar que los ciclistas no estamos exentos de las responsabilidades que afectan a los otros conductores.
Seis meses han pasado desde que entró en vigencia la nueva Ley de Convivencia Vial y otros seis como periodo de prueba desde que fue publicada en el Diario Oficial el día 10 de mayo de 2018. Claramente no ha sido suficiente. No cabe duda de que parte importante del problema es la falta absoluta de fiscalización. Sin embargo, resulta mucho más preocupante la indolencia que muestran muchos ciclistas frente a los acuerdos sociales. Aunque todavía insuficientes, son numerosos los avances en materia de derechos. No así en lo que refiere a los deberes.
¡Es el turno de los ciclistas!

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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