Afectados por contingencia lanzan encuesta para saber impacto



Regina García tiene 23 años de vivir en Ciudad de México y saber que el aire que respira lleva algo de tóxico. Reside en un séptimo piso junto a la avenida Revolución y está acostumbrada a ver la megalópolis oculta tras una neblina gris. A pesar de la experiencia, el sábado percibió que algo iba peor de lo habitual. “Me asusté porque toda mi casa olía mucho a humo, como si hubiera una fogata en la sala”, dice la joven, estudiante de Ciencias de la Tierra en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Desde que comenzó la contingencia ambiental extraordinaria provocada por los altos niveles de partículas 2.5 y ozono, García también sufre diversas afecciones: “Tengo varios días en los que me está sangrando la nariz, fuerte sequedad, me duele la garganta, la cabeza”.
En la facultad se dio cuenta de que no era la única.
Omar Arellano Aguilar, de 43 años, conoce bien los efectos de la contaminación. Es profesor titular en la Licenciatura de Ciencias de la Tierra de la UNAM, la que cursa Regina García, y sufre alergia provocada por el mal estado del aire. “Desde siempre, en la época de invierno, sufro la alergia al polvo y el polen. Pero los últimos dos años ha ido a peor. Este diciembre tuve problemas en la garganta, se cerró muy fuerte, los ojos se inflamaron por el polvo”, dice. El sábado, manejando su carro, notó el olor a humo provocado por los incendios y se dio cuenta de que el ambiente estaba pesado. “Para el domingo era insoportable”, afirma.
El profesor conoce sus síntomas, pero decidió consultar a la comunidad educativa en la página de Facebook de la licenciatura. Quiso saber hasta qué punto sus alumnos y colegas sufrían los mismos padecimientos. Las primeras respuestas corroboraron su sospecha: los males estaban generalizados.
La mayoría de los que respondió sufría irritación en los ojos, estornudos, problemas en las vías aéreas. Un pequeño grupo reportaba padecimientos más fuertes: sangrado nasal, dolor de cabeza, fatiga. Quienes padecen asma relataban un panorama todavía más sombrío, ya que la mala calidad del aire empeoró la enfermedad.
Cuando Regina García vio la pregunta en Facebook se dio cuenta de que los síntomas asociados a la contaminación se habían convertido en el principal tema de conversación de la semana. Aunque, según dice, todavía no ha acudido al médico para saber por qué sangra de la nariz cuando no tiene enfermedades previas, vio que no era la única que notaba daños en su cuerpo. Algunos compañeros le hablaron sobre las dificultades añadidas al asma. Otros, sobre las arritmias o los latidos de corazón irregulares al subir unas escaleras. La mayoría hablaba sobre irritación en los ojos o dolores de cabeza.
La pregunta de Facebook formulada por el profesor era un pequeño paso. La alumna lo amplió a una encuesta. Cuestiona sobre el lugar en el que la persona reside y los síntomas que padece: irritación de ojos, dolor de cabeza, dificultad para respirar. También interroga acerca de los sentimientos que esta situación le genera (miedo, angustia, estrés, nada) y si tiene en mente alguna solución.
Puede responderse aquí.
Incluyó el cuestionario en sus cuentas de Facebook e Instagram. Y percibió una gran respuesta. La gente tiene ganas de hablar de lo que está notando en su cuerpo. Así que las preguntas pasaron de estar dirigidas a la comunidad educativa a ampliarse a toda la población.
“Utilizamos la metodología de la bola de nieve. Lanzas una pregunta y dejas que se vaya dispersando”, dice Arellano Aguilar. “Queremos saber cómo se están distribuyendo los síntomas en la población”. Por ahora su objetivo es alcanzar una cifra representativa. En su opinión, el valor de este trabajo es que se está preguntando a los afectados justo en el momento en el que está teniendo lugar la crisis ambiental.
Cardiopatías, enfermedades pulmonares y respiratorias: las afectaciones ligadas a la mala calidad del aire
El profesor explica que sí que existen estudios que evalúan el impacto de la mala calidad del aire en las personas que lo respiran. Menciona, por ejemplo, un libro de la UNAM publicado en 2014 con el título “Efectos de la contaminación atmosférica en la salud” y algunos otros informes del Instituto Nacional de Salud. “Siempre son estudios muy puntuales, con poblaciones representativas pero bajas, y no en situaciones excepcionales como esta”, dice. Ahí está, en su opinión, la virtud de esta encuesta: que se realiza en el momento en el que la crisis se ha desatado.
“Está diseñada para tener una idea de en qué zona de la ciudad vive y a que parte se relacionan ciertos síntomas. Se toma en cuenta el género y todos los síntomas son los que todas las personas me comentaron que sentían”, dice García.
“Abrimos la consulta a mucha población que no está asociada a la población de ciencias, ni a la facultad. Veremos dónde nos lleva, ya que podremos ver la dimensión de las afectaciones dentro de un evento extraordinario como el actual”, sostiene Arellano Aguilar.
La encuesta abrió un primer corte desde el martes 14 de mayo y cerrará este viernes 17. Será entonces cuando puedan evaluar si el muestreo es lo suficientemente amplio. Todo ello, condicionado por la evolución de la contingencia. Hasta ahora la climatología ha sido adversa por la falta de viento y lluvia, aunque estaban previstas tormentas para el jueves y el viernes.
Las autoridades sanitarias, tanto federales como estatales, apenas han ofrecido datos sobre el efecto de la contaminación en los pacientes. La secretaría de Salud de la Ciudad de México emitió su último boletín el lunes 13, en el que aseguraba que no se habían incrementado el número de atenciones debido a la contaminación.
Sufren mareos, alergias. Esta es la lucha legal de ciudadanos afectados por la contaminación de CDMX
La doctora Patricia Sierra Vargas, subdirectora de Investigación Clínica del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), señala que en su institución tampoco han percibido un incremento en el número de atenciones. Explica que hay un grupo de población,  quienes ya padecen enfermedades respiratorias o cardiovasculares, que tiene el riesgo de agravar su mal o incluso puedan fallecer.
En el caso de las personas sanas, indica que el organismo es capaz de contrarrestar la agresión externa. “Todos sentimos sequedad, ardor ojos, nariz, dolor de cabeza y nos sentimos cansados. Todo esto es respuesta del cuerpo”, explica.
Que ahora no haya datos sobre un incremento en el número de hospitalizaciones o de atenciones provocadas por la contaminación no implica que esta no vaya a producirse. “El efecto de estos contaminantes no es inmediato. Hay un tiempo entre exposición y manifestación de los efectos. Hablamos de tres a cinco días”, dice Sierra Vargas.
Los segmentos de población más afectados por la contaminación son los adultos mayores y los niños, quienes tienen menos acceso a contestar esta encuesta. Sin embargo, Regina García pone en valor la importancia de cuantificar lo máximo posible el impacto de la contingencia en la salud de miles de personas. “Se trata de visibilizar que estamos pasando por un estado común físico en toda la ciudad. No está bien vivir en estas condiciones”, afirma.
No solo en CDMX hay mala calidad del aire; en un año murieron 14 mil 288 personas por esta causa en 20 ciudades
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