Glorias Navales y Arturo Prat: protector de las telecomunicaciones del futuro


En el día de las Glorias Navales conmemoramos la proeza del capitán de fragata, Arturo Prat Chacón, y su tripulación. Pero también tenemos que reivindicar el rol fundamental de la Marina en la historia de la protección del comercio marítimo y de las telecomunicaciones globales de nuestro país. La Armada fue precursora de la globalización 1.0 y hoy, en el inicio de la globalización 4.0, navega a toda fuerza avante para lograrlo.
La decisión de dejar al joven Prat al mando de la corbeta Esmeralda y del bloqueo de la rada de Iquique unos días antes del épico y glorioso combate naval no fue casual. Se requería de un hombre con ascendiente sobre sus oficiales y dotaciones, cualidades que Prat poseía con creces. Gozaba además de la confianza del gobierno, demostrada al tenerlo de agente secreto en Montevideo el año anterior con el objeto de reportar los despliegues bélicos de Argentina y su flota de mar.
No es de extrañarse que el ministro de Guerra de la época lo haya escogido para que el 5 de abril de 1879 declarara la notificación de guerra a las autoridades peruanas del puerto. Por entonces, el salitre comenzaba a reemplazar al guano como principal producto de exportación peruano y los embarques de salitre a Europa en 1878 desde Iquique habían sido el equivalente a 10.000 contenedores de la época actual. Ese era el motivo del bloqueo naval para debilitar económicamente al Perú y reducir la duración del conflicto. La potencia con mayor presencia global entonces era Gran Bretaña y la Reina Victoria se encontraba consolidando su imperio, el más grande en extensión de la historia de la humanidad.
Sin embargo, necesitaba de un sistema de comunicaciones globales, el que fue desarrollado por sus ingenieros: el Telégrafo Submarino, un sistema de enlace digital submarino con cables que en su interior tenían nuestro cobre, protegidos con gutapercha. En código Morse y a baja velocidad se transmitían las solicitudes de cotización, las órdenes de compra y luego las de pagos. La carga luego navegaba sobre estos cables a bordo de veleros y luego vapores en quintales o fardos. Ese fue el modelo de comercio durante la globalización 1.0 que las Fuerzas Navales defendieron y por tal razón Arturo Prat apoyó la reparación del cable submarino de datos que había sido cortado al inicio del conflicto bélico.
Juan Agustín Cabrera Gacitúa (1850 – 1917), un ingeniero civil enviado al norte por Telégrafos del Estado, tuvo la misión de reparar ese cable, vital para las comunicaciones. Fue el único civil que combatió a bordo de la corbeta Esmeralda en el épico y glorioso Combate Naval en la rada de Iquique. Fue entonces cuando la ingeniería y la tecnología digital estuvieron también presentes allí.
A 140 años del combate naval que cambió la historia y la identidad de Chile, nos encontramos zarpando hacia la transformación más importante que experimentará la humanidad: la Globalización 4.0. Conceptualmente lo único que ha cambiado es la velocidad y volúmenes en que ocurren los acontecimientos. El modelo sigue siendo el mismo, un cable de fibra óptica bajo el mar de gran velocidad usado para transferir datos y sobre este navegar barcos portacontenedores con grandes capacidades de carga.
La esfera pública, privada y la academia han sido claves en desplegar esta infraestructura digital. Una de ellas es GTD que está tendiendo frente a nuestras costas el cable de fibra óptica submarina llamado PRAT.
Chile y Valparaíso se encuentran preparados para enfrentar este nuevo proceso de transformación digital y segura. Tenemos una posición geográfica privilegiada y talento digital nacional y competente. Solo debemos entender que ha llegado el momento de zarpar desde este nuevo puerto digital para abrir las nuevas rutas comerciales del siglo XXI que se hacen bajo y sobre el mar.
Al igual que Prat y su dotación inmortal, la Armada de Chile navega al futuro proponiendo al país un Plan Nacional de construcción de fragatas para resguardar el comercio nacional que en un  95% depende del mar. Estamos preparados para defender la infraestructura crítica costera y submarina, a través de los cables de fibra óptica de los que depende la conectividad de los chilenos y de la humanidad.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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