La visión reduccionista que se esconde detrás de la supresión de Historia


Un gran número de historiadores hemos sido sorprendidos por las nuevas reformas curriculares que impactarán en la enseñanza media. Si bien conocíamos de este largo proceso que se ha extendido a través de dos gobiernos, no tuvimos información sobre los ejes sustantivos que llevaron a tomar la decisión de eliminar la obligatoriedad de la asignatura de historia y geografía en 3º y 4º medio.
Las respuestas del presidente del CNED, Pedro Montt y de la Ministra de Educación, Marcela Cubillos, a través de las redes sociales y la prensa, nos hacen estar alerta respecto de este cambio. Porque no se trata de una defensa gremial a una asignatura de larga data en el currículum escolar, sino por el conjunto de considerandos que enuncio a continuación:
El conocimiento histórico y su enseñanza, no consiste sólo en un relato sobre  un conjunto de hechos sobre el pasado, se trata también y, por sobre todo, de formas de conocer nuestro presente, de interrogarlo, de cuestionarlo.
Disponer de una asignatura obligatoria en los cursos terminales de la enseñanza media, acompañado de la filosofía, debería encaminar a los jóvenes al desarrollo de un pensamiento crítico con sentido histórico, fundamento central de una vida democrática.
No existe claridad sobre cómo la formación ciudadana incorporará la historia. No es suficiente que sea una asignatura dictada por profesores de la disciplina, pues no se trata de un tema laboral, como lo deja expresado el presidente de la CNED. Nos preocupa que los programas recién estén disponible en el 2020 y que las bases no sean lo suficientemente claras al respecto.
Lo anterior se suma a un cuestionamiento más político, referido a la forma en que se diseñan, realizan y aplican las políticas públicas en este país. Que hayamos sido sorprendidos por la prensa de esta decisión de reforma curricular, no sólo da cuenta de cuan lejanos estamos los académicos que trabajamos en la investigación de la disciplina y los profesores que enseñan en las aulas escolares, sino también de la escasa participación de actores relevantes de la sociedad civil en este proceso. Si bien existieron procesos en los que se hicieron consultas a académicos universitarios vinculados a la formación inicial docente, las discusiones y acuerdos allí expresados no tuvieron carácter vinculante, por lo que es importante resaltar que finalmente el MINEDUC es quien toma la decisión transformar la asignatura en electiva a partir de 3ºy 4º medio.
Desde  nuestro rol como Universidad pública, es nuestro deber expresar nuestra preocupación, porque la elaboración de políticas públicas tan importantes como las reformas curriculares, deberían basarse en procesos participativos y transparentes. No puede volver a ocurrir lo del 2010, en que múltiples informes emanados de expertos que contravenían la propuesta de reducción de horas de la asignatura, termina siendo aprobada por el CNED de forma unánime. Esto es lo que nos alarma, que detrás de estas decisiones, aparentemente técnicas, se esconda una visión reduccionista de la ciudadanía, de la historia, las ciencias sociales y de su función social.
Rechazamos de plano que las políticas públicas se hagan de espalda a la ciudadanía, con procesos de participación limitados. Los historiadores y profesores de historia no queremos ser público espectador, queremos participar de los debates que ponen en el centro una discusión de fondo: ¿Por qué y para qué la Historia?

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



Source link

Related Posts

Add Comment