La AFP, el “ente” y “la organización”



Como seguramente ocurrirá, en pocos años más se tendrá que “sincerar” nuevamente la cuestión previsional, porque las rentabilidades de las inversiones –aun cuando se estimaron con criterio más bien pesimista– no alcanzan. O bien porque la precariedad laboral agudizará el tema de las “lagunas”, que ya para entonces serán océanos. Entonces, se tendrá que discutir una nueva reforma previsional para aumentar la cotización, por ejemplo, en un 3% más. Surgirá entonces el crucial tema respecto a quién lo administrará. A esas alturas, tendremos AFP y “ente”. Habrá que ponerle nombre a la nueva institución administradora. Digamos que “la organización”.
Entonces, un diálogo típico entre dos cotizantes será algo así:

Cotizante 1: ¿Cómo te fue el mes pasado con las rentabilidades de tus fondos?
Cotizante 2: Maoma. Mi AFP perdió un 2%, el “ente” perdió parecido y “la organización” anduvo al ras.

La situación actual, en que la principal cuestión en torno a una eventual reforma previsional, es intentar dilucidar qué es lo que realmente dijo o quiso decir el Presidente, o el ministro del Trabajo, o el parlamentario X, Y o Z, al referirse a quién debería administrar el 4% de aporte previsional propuesto, no hace sino relegar las cuestiones fundamentales a un segundo plano: ¿por qué el Gobierno insistió en presentar un proyecto único para dos cuestiones que perfectamente se pudieron analizar y resolver por separado, como lo son las pensiones futuras y las actuales? ¿Cómo es que la oposición cayó en este juego? ¿Por qué no se aborda decididamente el tema de la previsión de las FF.AA. y Carabineros, cuyo financiamiento compromete grandes volúmenes de recursos fiscales para atender a un porcentaje minoritario de la población, en desmedro de la gran mayoría que percibe pensiones míseras?
En el proyecto que se discutirá ni siquiera está claro en cuánto y de qué forma se mejorará el Aporte Previsional Solidario. La única cifra concreta que se ha manejado es la que un diputado opositor señaló: $10 mil. No se le ha refutado con cifras concretas, así que me quedo con los $10 mil. Por otra parte, todas las mejoras significativas originadas en el incremento del 4% (el que administraría “el ente”) son a largo plazo. Afectan a los trabajadores actuales y futuros. A los pensionados y por pensionarse les tiene sin cuidado “el ente”.
En el pasado mes de marzo (datos de las Superintendencia de Pensiones) se pagaron 926 mil pensiones de vejez, bajo las normas del DL 3.500 de 1981 (Retiro Programado en AFP y Renta Vitalicia en compañías aseguradoras). Según la misma fuente y referido a datos de febrero de 2019, los nuevos pensionados fueron 10.302 personas. Con una mediana de pensión autofinanciada de UF 1,92, es decir, aproximadamente $53 mil. La pensión promedio – con las distorsiones propias y conocidas de los promedios– es de aproximadamente $250 mil (UF 9,16).
Estos son los temas que deberían estar en el centro del debate. La oposición está claramente perdiendo el rumbo de la discusión si continúa enfrascándose en “entes” más o “entes” menos. Ya renunció prácticamente a discutir una reforma previsional estructural, yendo derechamente a un sistema más solidario. Entonces, al menos debe intentar hacer un rol decente en el terreno que el Gobierno le delimitó, esto es, mejoras dentro de lo que hay.
Y en cuanto al 4%, la cuestión podría zanjarse lisa y llanamente tratando el 10% y el 4% como lo que son: un todo. Y dejar que los trabajadores decidan sobre el 14%: todo a la AFP o todo al “ente”. Después de todo, lo que interesa es mejorar las pensiones, ¿o no?

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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