Cuando el reloj marcaba las 14 horas, al edificio de la Corte Suprema llegaba el empresario Carlos Cardoen, para declarar y ser notificado formalmente de la solicitud de extradición emitida por Estados Unidos, que lo acusa de exportar circonio, material utilizado para fabricar bombas de racimo que posteriormente habrían sido vendidas a Irak.
Cardoen apareció en el lugar con resguardo policial debido a que se encuentra cumpliendo arrrestro domiciliario total en su residencia ubicada en Rancagua. Y, tras tres horas de declaración, abandonó la cuarta sala de la Corte, donde testificó ante la jueza de extradición Andrea Muñoz, abandonó el recinto.
A la salida, Cardoen declaró ante los medios presentes que “la declaración fue larga. Yo estoy tremendamente feliz porque, en 26 años de una persecución absolutamente injusta de la cual soy totalmente inocente y lo vamos a demostrar, he podido enfrentarme a nuestra justicia para poder defenderme por primera vez”.
Cardoen dijo que espera que el caso se aclare pronto, porque aseguró que él ya ha sido castigado pues desde 1993 la Interpol emitió una alerta roja para detenerlo: “Por 26 años han jugado con mi reputación, con mi honra y la de mi familia que al final es lo que estoy defendiendo, si a mí ya me castigaron, a mi ya me tuvieron 26 años en Chile”.
En esa línea, agregó que está “sereno y tranquilo, esperando que continúe el procedimiento”.
Cardoen también indicó que espera “conocer las razones que ha tenido esta gente al imputarme estos cargos porque son una falsedad total y absoluta”.
Finalmente, consultado sobre si fue traicionado por el país americano, aseguró que “Estados Unidos está haciendo imputaciones falsas, nada más”.
