Los homicidios machistas, el principal peligro para las mujeres en el mundo


Matar es un asunto de hombres por ambas partes: tanto en el rol de homicida como en el rol de víctima. Y a pesar de que las mujeres tienen un menor riesgo de morir asesinadas, cuando alguien las mata suele ser por el simple hecho de ser mujeres.
Mujeres que en todo el mundo, mueren en manos de su pareja, ex pareja o de un familiar.
Así lo denuncia el Estudio Mundial sobre el Homicidio de 2019 publicado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).
Las cifras son alarmantes y decidoras. En el año 2017, 87.000 mujeres fueron asesinadas en todo el mundo. De ellas, unas 50.000 murieron en manos de un familiar y en 30.000 casos, el homicida fue su pareja o expareja.
Además, el informe reveló que en los asesinatos cometidos dentro de una pareja, el 82% de las víctimas fatales son las mujeres.
En este sentido, el mayor peligro para ellas no es cuando “caminan solas por la calle de noche”. Estadísticamente hablando, el riesgo se dispara en el momento en el que ellas regresan a su hogar o lugar de confianza.
Y si bien en el crimen “entre hombres” es fácil identificar los factores que aumentan la frecuencia de homicidios -como la pobreza, desempleo, bajo nivel educativo-, estas diferencias sociales apenas se presentan en el caso de los asesinatos de mujeres, ya que los agresores, están en todos los niveles económicos y sociales.
Femicidios al rededor del mundo
El continente más peligroso para ser mujer es África: la prevalencia del asesinato a manos de familiares o (ex) pareja es de 3,1 para cada 100.000 mujeres.
América, con una tasa de 1,6 y Oceanía de 1,3, son algo más seguras. Seguidas de Asia (0,9) y Europa (0,7 muertes por cada 100.000 mujeres).
Asia y Europa intercambian su lugar si se consideran sólo los asesinatos cometidos por parejas o exparejas. En el viejo continente, la violencia ejercida por otros familiares es relativamente baja, del 9 %, mientras que globalmente se sitúa en un 20 % del total y en África incluso llega al 30 %.
Aunque el agresor más común es la pareja o expareja, también existen formas concretas incluso por continente. Así, en Asia Occidental son frecuentes los “asesinatos de honor”, en los que la propia familia decide matar a una mujer cuya actitud se considera demasiado liberal frente a los tabúes sexuales.
El homicida puede ser el padre, un hermano, un tío, pero también la madre.
Y en la India se lucha contra los “asesinatos de la dote”, en los que la familia del marido inflige violencia a una mujer casada para forzar a la familia de ella a pagar la suma prometida al pactarse la boda.
La ONU explica que la prevención de los asesinatos machistas exige estrategias políticas de educación a largo plazo y un cambio de mentalidad respecto a los roles sexuales y la función de la mujeres la sociedad.



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