Industria salmonera: ¿desarrollo para el país o destrucción de nuestro océano?


Soy un hombre de mar. De niño soñaba con ser buzo igual que mi papá y esa pasión se fortaleció en los 80s, cuando nuestra familia se instaló en Carelmapu (Región de Los Lagos) para acompañarlo mientras trabajaba en la fiebre del loco. Lamentablemente, el rostro de este pueblo fue gravemente afectado por la contaminación de sus playas y fondo marino derivada de la industria salmonera. Desde este desolador panorama surgió el documental Estado Salmonero, que produjimos y estrenamos junto a Patagonia. En las diversas exhibiciones que hemos realizado a lo largo del país, la comunidad ha podido evidenciar, masivamente el daño causado por esta industria, que destaca como el segundo negocio más importante de Chile, después del cobre. Además, se ha dado el espacio para que -en inéditos cara a cara- vecinos y organizaciones de las zonas afectadas expresaran sus reclamos frente a ejecutivos de empresas y del gremio, representado por el presidente de Salmón Chile, quienes asistieron a la exhibición en Puerto Varas.
Es fácil contaminar y después pedir perdón, pero los únicos que hasta ahora han pagado por la polución de la salmonicultura son los habitantes de Los Lagos y el ecosistema. Hoy la amenaza busca expandirse a Magallanes con más de 400 concesiones que quieren instalarse en las prístinas aguas de nuestra Patagonia.
Este modelo de negocio insiste en seguir matando el mar a través de la introducción forzada de una especie que aquí no existe en estado natural y de la cual hoy se producen 900 mil toneladas al año. Para su cultivo, se aplican altas dosis de antibióticos y antiparasitarios que afectan a peces y moluscos de los lugares donde se instalan, al generar zonas sin oxígeno; lo mismo ocurre con la basura que esta industria genera y de cuyo manejo no se hace cargo, pues ya ha invadido kilómetros de costas y del fondo marino, no sólo en Chiloé sino también en los fiordos del sur.
Con una lógica extractivista, la industria salmonera privilegia las ganancias por sobre cualquier otro objetivo. Mientras que Sernapesca, pese a sus esfuerzos, enfrenta graves carencias que le impiden fiscalizar adecuadamente. Valoramos las decisiones de este organismo de suspender la certificación a las salmoneras en Magallanes y del Ministerio de Economía de demandar a Nova Austral por la manipulación en las cifras de mortalidad de salmones en sus centros de engorda, a la que se ha sumado una nueva revelación de prensa que ahora apunta a la empresa noruega como responsable de un grave daño al fondo marino de Magallanes. En medio de este complejo escenario, no nos queda más que instar a todas las autoridades a comprometerse con la misma fuerza de las comunidades Yaganes y Kawesqar y los vecinos de Puerto Williams para rechazar definitivamente la instalación de las concesiones salmoneras en Magallanes, Tierra del Fuego y el canal Beagle. Y a mis compatriotas los convoco a preguntarse qué hay detrás del salmón que llega a nuestras mesas y a evitar su consumo, así patentizaremos este drama y presionaremos más al negocio. Nuestro objetivo con Estado Salmonero ha sido inspirar a la industria a dejar de lado el camino del crecimiento y ambición desmedida y optar por uno más sustentable.
El océano es el mayor tesoro de este país y una fuente inagotable de belleza y recursos para todos. Es nuestro deber protegerlo para que la próximas generaciones puedan disfrutar y aprender del mar tanto como lo hice yo.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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