La caja negra: ¿de qué están enfermas nuestras escuelas?


A raíz de los recientes acontecimientos de violencia ocurridos en los establecimientos educacionales, existe una preocupación creciente por los temas de clima y de convivencia estudiantil.
Según la Constitución y la ley general de Educación, el objeto de la educación es la educación integral, y lo que es la finalidad y calidad de la educación en Chile es el “desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico, y físico” de las personas. Ocurre que uno de los instrumentos que se creó para asegurar esto, ha desviado la orientación del sistema adquiriendo un peso excesivo en la vida escolar de profesores y alumnos: el SIMCE.
¿Qué es lo que mide el SIMCE? mide lenguaje, matemáticas, ciencias. Mas allá del reduccionismo que implica focalizar la atención en estas disciplinas, asignar un puntaje cómo resultado de pruebas estandarizadas no mide realmente calidad. No nos informa si la persona conoce o no conoce la asignatura. Asignar un puntaje único, solo informa que la persona (y los establecimientos) que hicieron la prueba y obtuvieron un resultado X. El valor de los puntajes actuales son menores que los que darían las probabilidades del azar. En realidad, como lo dijo el creador de este tipo de pruebas, Robert Glasser, el número que resulta de ellas, no tiene como función informar acerca de lo que una persona sabe o no sabe, solo tiene como función el hacer rankings y comparar. Es más, la medición estandarizada en base a pruebas de selección múltiple es la peor forma de evaluar (solo se usa porque es la más barata). Esto lo conocen bien los directores de las escuelas, para quienes el puntaje que produce el SIMCE no los orienta acerca de qué se puede hacer con esa información.
Lo que agrava la situación, es que el puntaje tiene una importancia decisiva, pues es sobre esta base que se clasifican a los establecimientos educacionales (el puntaje SIMCE pesa 76% en esta asignación) Según el Sistema de Aseguramiento de la Calidad, donde se ubica el SIMCE, más del 10% de los establecimientos están en riego de desaparecer este año porque la Agencia ha creado una categoría que las clasifica como escuelas con rendimientos insuficientes, lo que quiere decir que a no ser que se haga algo rápido, miles de niños deberán migrar a otras escuelas a fin de este año, (aunque hay estudios que señalan que solo migran a la calle, incrementando el grave problema de la deserción escolar).
En realidad estamos frente a una tentación tecnocrática: la de medir donde lo prioritario es controlar desde un centro de gestión con fines de rendición de cuentas. En esta ideología solo tiene realidad e importancia lo que se mide, y la política es presionar a las escuelas en ese sentido. El resultado es que lo que no se mide, no tiene realidad ni importancia, y por lo tanto se deja de lado. Aquello que se mide, valida aquello en lo que creo por el solo hecho de darle una forma numérica. Esto que suena algo teórico, es muy concreto en educación. Es en realidad el tema de fondo que explica porque no avanzamos en calidad y retrocedemos en los temas de clima y convivencia.
Al poner el énfasis en una prueba estandarizada se dejan de lado muchos factores y contenidos decisivos para el aprendizaje, los que simplemente se ignoran. ¿Qué es lo que se deja de lado? La respuesta es : lo más importante, el propósito declarado en la Constitución y la Ley General de Educación, es decir, sus finalidades, el desarrollo integral, los objetivos de la educación, la construcción subjetiva de la realidad
Lo más grave de todo esto es que la forma de operar del SAC ha ido vaciando de contenido a la educación chilena ignorando valores fundamentales y republicanos, de integración y equilibrio emocional. Para una sociedad menos violenta mejor sería indagar en todo lo valioso que se ha dejado de lado en nuestro sistema educativo. Y para ello hay que volver a las personas. Esto es más sano que abordar los temas de clima y conveniencia recurriendo a amenazas (cierre de escuelas) a los castigos o al control policial(aula segura).
Es difícil estimar el daño educacional que ha producido esta ideología iniciada hace 37 años. Si queremos una sociedad más sana, menos cruel e injusta, debemos empezar por rediseñar completamente el SAC de manera de poner en primer lugar el fortalecimiento a lo importante en educación: su sentido y sus finalidades; diversificar las formas de evaluar, valorando las dimensiones cualitativas y reduciendo las clasificaciones numéricas que solo dañan a las escuelas que sirven a los niños y niñas más vulnerables.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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