Así fue el evento en Palacio Nacional



El Primer Informe de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, según mandata la Constitución, fue en realidad el tercer acto con formato de “informe” que ha organizado en sus nueve meses de gobierno, y así lo anunciaba sin disimulo la mampara que sirvió de fondo al mensaje, con el rótulo “Tercer Informe de Gobierno al Pueblo de México”.
Este fue el primero en el que apareció totalmente solo en el templete. A las 11 en punto llegó y se sentó en la única silla disponible mientras el maestro de ceremonias lo presentaba, y después ante el micrófono en un atril, desde el cual habló una hora con 35 minutos. Es el mensaje más largo de los tres que ha dado, y fue interrumpido por aplausos en 40 ocasiones.
Todos estos aplausos, sin contar el de bienvenida y despedida, abarcaron en total cinco minutos y medio del evento.
El primer “informe” de López Obrador había sido a los 100 días de su gobierno, también en Palacio Nacional, en el Patio Central, pero duró una hora y cuarto y estuvo acompañado en el templete por la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; el presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar; y los presidentes de las Cámaras de Diputados y Senadores, Porfirio Muñoz Ledo y Martí Batres.
El segundo fue el 1 de julio, al cumplirse un año de las elecciones, con un festival musical que duró más de tres horas en la plancha del Zócalo, en la que habló ante 80 mil asistentes durante una hora con 25 minutos, respaldado en el escenario por su esposa, Beatriz Gutiérrez; la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y Muñoz Ledo.
En cambio, esta vez, tanto familiares como representantes de los otros Poderes de la Unión o gobernadores permanecieron abajo del templete, solo como público. 600 invitados en total, incluyendo empresarios, que presenciaron el informe en el Patio de Honor de Palacio.
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En la primera fila de asientos estaba la esposa del presidente y sus tres hijos mayores: José Ramón, Andrés y Gonzalo López Beltrán. En la misma línea, el ministro Zaldívar, Muñoz Ledo, y la escritora Elena Poniatowska.
Detrás de Beatriz Gutiérrez, el empresario más rico de México, Carlos Slim, que fue de los primeros en llegar al acto y se llevó una mención especial del presidente. Detrás de los hijos estaba el dueño de Televisa, Emilio Azcárraga. Y más atrás, la mujer más rica, María Asunción Aramburuzabala, y Germán Larrea, dueño de la minera Grupo México.
Aun con la presencia de varios empresarios, el presidente insistió con una idea que ha planteado desde el principio de su gobierno: “Ya es un hecho, por ejemplo, la separación entre el poder económico del poder político”.
A la extrema izquierda de López Obrador quedaron los gobernadores, acomodados en casi estricto orden alfabético del estado al que representan. Solo faltó Cuauhtémoc Blanco, de Morelos, porque estaba en la instalación del segundo periodo de sesiones del Congreso Local.
Mientras que quienes llegaron juntos fueron los mandatarios del PAN, que apenas el viernes anunciaron la creación de una asociación civil para organizarse como contrapeso al gobierno federal.
En el extremo opuesto, a la izquierda del presidente, estaban los titulares de otros organismos autónomos, como Luis Raúl González, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH); Lorenzo Córdova, del Instituto Nacional Electoral (INE); así como el padre Alejandro Solalinde, defensor de los derechos de los migrantes; y el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero. Y detrás, la presidenta de Morena, partido que llevó a la presidencia a López Obrador, Yeidckol Polevnsky, única líder partidista que acudió al acto.
“El Poder Ejecutivo ya no interviene, como era costumbre, en las determinaciones del Poder Legislativo ni del Judicial; respeta las atribuciones y jurisdicciones de las instancias estatales y municipales; no se entromete en las decisiones de órganos autónomos como la Fiscalía General de la República, el Banco de México, las autoridades electorales y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, y se abstiene de interferir en la vida interna de sindicatos y partidos políticos”, fueron las palabras dedicadas a otras instituciones del país.
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Y exactamente de frente a donde López Obrador pronunció su discurso, estuvieron los miembros de su gabinete, repartidos en dos filas.
En la de adelante, quedaron el de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Luis Cresencio Sandoval; de Gobernación (Segob), Olga Sánchez Cordero; de Hacienda (SHCP), Arturo Herrera; de la Función Pública (SFP), Irma Eréndira Sandoval; de Marina (Semar), José Rafael Ojeda; de Energía (Sener), Rocío Nahle; de Salud, Jorge Alcocer; el jefe de la Oficina de Presidencia, Alfonso Romo; el secretario de Relaciones Exteriores (SER), Marcelo Ebrard; y la de Bienestar, María Luisa Albores.
En segunda fila, la secretaria del Trabajo (STPS), Luisa María Alcalde; de Educación (SEP), Esteban Moctezuma; la de Economía (SE), Graciela Márquez; el de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Román Meyer; de Cultura, Alejandra Frausto; de Turismo (Sectur), Miguel Torruco; de Seguridad Ciudadana y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo; y de Comunicaciones y Transportes (SCT), Jiménez Espriú.
Entre discurso presidencial y aplausos de los invitados, logró colarse al Patio de Honor de Palacio Nacional el sonido de un megáfono. A las 11:40 de la mañana y durante unos 15 minutos, los invitados alcanzaron a escucharlo, aunque no era una protesta por el informe, sino una carpa con manifestantes provenientes de Chiapas que desde el 29 de julio están instalados frente al edificio exigiendo la liberación de presos políticos de ese estado.
En cambio, en la puerta del otro extremo de Palacio, junto a la Catedral, un grupo de gente de no más de 50 personas manifestaba su apoyo al gobierno de López Obrador y esperaba que saliera a saludar, aunque esta vez no hubo ninguna actividad que incluyera a la población, como hace dos meses en la plancha del Zócalo.
Al terminar el acto, una de las pocas críticas provino de uno de los gobernadores panistas, el guanajuatense Diego Sinhué Rodríguez, que dijo que no toda la población está “feliz, feliz, feliz”, una frase que el presidente dijo hace unos días y volvió a repetir este domingo.
Como en los otros informes, López Obrador terminó su discurso gritando “viva México” tres veces, y fue despedido con medio minuto de aplausos y el Himno Nacional.

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