Interculturalidad ante las nuevas modificaciones curriculares en Chile


En base a las diferentes opiniones públicas que ha originado la decisión de modificar la malla curricular para los cursos de tercero y cuarto año medio sustituyendo la asignatura de historia por la de educación ciudadana – propuesta del Mineduc que ha marcado la agenda mediática en relación a los temas educativos del país durante este 2019- como integrantes del proyecto “Apoyando a los y las Estudiantes Indígenas de Primera Generación” de la Universidad de Valparaíso, percibimos que gran parte de la ciudadanía ha manifestado su descontento respecto al cambio curricular. Además, entendemos que esta nueva política educacional, fue impulsada en una decisión entre organismos institucionales, que a nuestro parecer no tiene dentro de sus principales objetivos lograr que todos los y las estudiantes se sientan reconocidos y validados dentro de la sociedad en la que viven, ya que, con estos contenidos se continuaría reproduciendo la imposición dictatorial de leyes y normas, ahora establecidas en un ramo académico, para que los y las estudiantes las conozcan, aprendan y obedezcan.
Por otra parte, vislumbramos que este proyecto ignora las necesidades interculturales que se están presentando tanto en espacios sociales como educativos, ya que a través de leyes y normas que describen a un solo tipo de ciudadano, no se promovería la diversidad estudiantil. Es sabido que los dictámenes de la ley que organizan la sociedad chilena, apuntan a la construcción tipo de los conceptos de chilenos/as y ciudadanos/as y para quienes de una manera no se ajustan al tipo, como es el caso de pueblos originarios, estos conceptos no representan e incluso contravienen su propia cosmovisión, tal como lo comenta Gabriel Salazar, reconocido historiador chileno, durante una entrevista realizada por CNN Chile el pasado mes de mayo.
Con respecto a lo mencionado anteriormente vemos que ésta modificación curricular sería incongruente a la generación de diálogos interculturales, priorizando la homogeneización de ciudadanos/as, ya que al hablar de este concepto nos referimos, a grandes rasgos, a “el debilitamiento de las características únicas de los colectivos humanos, tales como, idioma, prácticas y comportamientos, elementos de representación simbólica y la construcción de identidades sociales, entre otras” (Valladares, 2015). Por lo que nos parece que la educación ciudadana no guarda relación con la real ciudadanía en términos de participación y soberanía.
Quitar los contenidos de Historia Universal e Historia de Chile podría significar una disminución a los espacios de crítica y autocrítica sobre procesos históricos relevantes que contribuyeron a la construcción de la sociedad en la que vivimos y de esta forma restar herramientas para ser capaces de reconocer la diferencia entre individuos y crear futuros que nos incluyan a todos y todas.
Además la mirada formalista de los grandes conceptos que organizan la sociedad chilena y que dispone una igualdad formal de derechos y obligaciones entre ciudadanos, dista de la realidad material de quienes pertenecen a un pueblo originario. Esto comprendiendo las dificultades que puede traer tener una diferente cultura,religión e incluso idioma respecto de la gran mayoría. El reconocimiento de estas diferencias como un elemento positivo y enriquecedor, el incentivo a conocer y compartir para generar un diálogo intercultural lo vemos clave para lograr una igualdad material de derechos y obligaciones entre ciudadanos, así como una igualdad en las relaciones y percepciones de la sociedad como un grupo donde las minorías también logren desarrollar un sentido de pertenencia y participación.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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