Guerracruz, la cartografía de un estado violento y de fosas



“Escribir este libro fue una catarsis”, es lo que dijo Violeta Santiago, periodista y autora del libro Guerracruz, quien a sus 24 años de edad le ha tocado documentar, desde 2014, las desapariciones forzadas a manos de policías, cometidas contra decenas de personas en su estado natal Veracruz.
El libro es el resultado de una cartografía de la violencia en Veracruz, que narra los hechos  ocurridos en el norte, centro y que termina hasta la última playa del estado.
“No hay espacio que se haya salvado”, dice la autora.
En Guerracruz, Violeta dedica un capítulo a las familias de los desaparecidos para narrar quiénes y cómo eran las personas que desaparecieron, además de contraponer la versión oficial.
“Descubres que son personas que tenían sueños y aspiraciones, que tuvieron fracasos y necesidades. Hasta que descubres que se los llevan por error y que sus captores fueron policías del estado”, mencionó.
Detrás de la historia de las víctimas está una familia. Una madre que ante la falta de respuesta o información sobre su hijo o hija sale a buscarlos con la esperanza de encontrarlos, así es como nacen los colectivos de madres buscadoras.
“Los colectivos son algo conmovedor. La mayoría está compuesto y liderado por mujeres que fueron arrancadas de su entorno, como profesionistas o madres de familia y ahora se vuelven expertas en antropología forense”.

Para Violeta la forma en que las madres buscan a sus hijos se vuelve una imagen conmovedora y estremecedora por los contextos en los que averiguan sus paraderos, ejemplo de esto ocurre en la zona sur de Veracruz, donde los cuerpos los arrojan a los pozos.
“Son espacios tan angostos donde las madres se meten con equipo para ver y buscar los restos para identificar a sus hijos”.
Violeta también reporteo las fosas clandestinas. En esos tiempos, aún no entraba en vigencia el nuevo sistema penal acusatorio, así que, permitían que los reporteros estuvieran bastante cerca de los espacios.
“Si estabas en fosa, te acordonaban la zona con 4 palos y podías estar cerca de ahí y ver todo. Cuántos cuerpos sacaban, cómo se los llevaban. En Veracruz, los servicios periciales son pésimos. No tienen equipo. No tienen morgues. Son las funerarias locales las que hacen los trabajos y muchas veces, no traen ni guantes o ropa apropiada. Además, ahora a los periodistas los limitan a 100 o 200 metros de la fosa”.
Hacer periodismo en Veracruz se volvió un ejercicio difícil y peligroso, se convirtió en el estado más letal para la prensa. “Es un miedo constante que se refleja en tu salud física y emocional”, señaló la autora.
En el caso de algunos de sus compañeros, cuenta, dejaron de cubrir temas de violencia, nota roja o seguridad. Dejaron de salir de noche y realizar actividades que les causaban placer por temor a ser atacados. Otros cambiaron sus rutinas.
En ese contexto es donde Violeta desarrolla gran parte de la reportería de este libro, el cual con autorización de la autora, Editorial Aguilar y Penguin Random House, te regalamos su primer capítulo.
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