Le falta estrategia | EL DEBATE



Durante décadas, las administraciones municipales en turno han intentado lograr que el carnaval de Mazatlán sea autofinanciable y, que en lo posible, se conviertan en un negocio que genere un ingreso extra al Ayuntamiento.Todos los intentos han fracasado. La llamada máxima fiesta de los mazatlecos  tan onerosa que a lo máximo, las administraciones la utilizan para mantener la buena imagen de la administración municipal y la satisfacción de los mazatlecos que pueden perdonar muchos errores políticos, pero no una fiesta mal organizada, deslucida o violenta.El reto no es sencillo, sin embargo, ha faltado  quien plantee para ella (la fiesta) una estrategia que vaya más allá de la organización eficiente. Algunas ciudades han institucionalizado la organización de la fiesta no solo para garantizar una eficiente realización, también se encarga de su potencialización económica y su promoción como atractivo prioritario. A Mazatlán le ha faltado algo así.El Ayuntamiento de Mazatlán se encarga de la organización de la fiesta, cuya derrama se queda en las arcas de los hoteleros, los restauranteros y comerciantes de bebidas alcohólicas. Al final, la comuna se conforma con la recuperación de lo invertido en los espectáculos musicales a través de la venta de boletos, el cobro de los derechos de piso y otros impuestos. Otra cosa es el oneroso desgaste laboral, el daño de la infraestructura pública y el trabajo extra que representa dar limpieza, seguridad y prevención.La administración municipal que dirige el morenista, Luis Guillermo Benítez Torres aún no es claro en el presupuesto público para el carnaval que está por iniciar, pero con las cuentas reportadas el año pasado nos podemos dar una idea.El Carnaval de Mazatlán 2019 costó a la comuna 40 millones de pesos y generó una derrama en el municipio por 508 millones de pesos. Algo nada despreciable, que aún se podría potencializar. 



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