Día Mundial del Sueño: cómo el insomnio afecta la calidad de vida



La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el insomnio como una dificultad persistente para conciliar o mantener el sueño. Esto repercute en toda la vida. Según la neuróloga y especialista en trastornos del sueño, Evelyn Benavides, “la mala calidad de sueño hace que las personas presenten cansancio, trastornos de la atención, de la concentración y de la memoria”.
A nivel local, diversos estudios indican que los chilenos no duermen bien. En 2011, la Universidad de Chile cifraba en 26,3% los chilenos que presentaban alguna manifestación relacionada al insomnio. La última Encuesta Nacional de Salud que, tras un estudio llevado a cabo por la Pontificia Universidad Católica de Chile en una muestra de seis mil personas mayores de 15 años, determinó que el 63,2% de los chilenos dice sospechar tener algún trastorno del sueño.
La cantidad de horas de sueño que una persona requiere varía según las características de cada individuo. Se estima que la mayoría de los adultos necesita entre 7 y 8 horas de sueño. La realidad en nuestro país está cerca del mínimo. Según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (Enut) 2015, los chilenos duermen en promedio 7,28 horas diarias. Los resultados de dicho estudio también mostraron que, en general, las mujeres duermen un poco más que los hombres.
Para la doctora Benavides las causas del insomnio son variadas y se deben dividir entre las que son propias del sueño y aquellas enfermedades producidas por el uso excesivo de medicamentos. La especialista detalla las siguientes causas:
Estrés: Los problemas en el trabajo, estudios, salud o familiares pueden traer como consecuencia mantener la mente en actividad durante la noche, lo que dificulta el sueño.
Viajes u horarios de trabajo: El desfase horario por los viajes a través de varias zonas horarias, o jetlag, el trabajo en turnos de tarde o de mañana o el cambio de turno con frecuencia afectan la secreción de melatonina causando problemas para conciliar el sueño.
Malos hábitos de sueño: El uso excesivo de pantallas como computadoras, televisores o teléfonos inteligentes generan una luz que nuestro cerebro asimila como si fuera el sol, retardando la secreción de hormonas que nos hacen ir a dormir.
Alimentación en exceso en la noche: Lo ideal es comer por lo menos 2 horas antes de irse a dormir y que sean alimentos bajos en grasas, bajos en proteínas y livianos.
Melatonina: la hormona que contribuye a conciliar el sueño
La melatonina es una hormona que se produce en la glándula pineal durante la fase de luz/oscuridad, promueve el sueño en los seres humanos y afecta la actividad de las redes cerebrales implicadas en la inducción del sueño.
Además, influye de forma positiva en la calidad de vida de la gente mayor. Esta teoría se apoya en el hecho de que una buena alimentación, acompañada de altas concentraciones de melatonina a edad avanzada, mejoran el bienestar general y llevan a una disminución de enfermedades asociadas al paso del tiempo.
En algunos casos, la melatonina es usada para el tratamiento del insomnio. Actualmente, la Unión Europea aprobó el uso de un medicamento con melatonina de liberación prolongada de 2 mg (indicado bajo prescripción médica) como alternativa frente a medicamentos u otros inductores hipnóticos que pueden crear dependencia y tener algunos efectos secundarios.
La mitad de las personas en el mundo están satisfechas con su sueño
Philips anunció los hallazgos de su 5ª encuesta anual del sueño en un informe, “Wake Up Call: Global Sleep Satisfaction Trends” (Llamada de atención: Tendencias mundiales de satisfacción con el sueño). La empresa tecnológica encuestó a más de 13.000 adultos en 13 países para recoger actitudes, percepciones y comportamientos en torno al sueño. Los resultados de este año muestran que la satisfacción global con el sueño sigue siendo baja, y en los que la preocupación/el estrés, las relaciones y el uso del teléfono celular se informan como inhibidores clave del sueño.
Solo el 49 % de las personas están satisfechas con su sueño, y se informa a la preocupación/el estrés como el factor más limitante de una buena noche de sueño (33 %).
Curiosamente, menos personas en 2020 están tomando medidas para mejorar el sueño en comparación con 2019, y casi todas las estrategias enumeradas para mejorar el sueño son más bajas o consistentes en 2020 en comparación con los resultados de 2019. Por ejemplo, la lectura antes de ir a la cama fue la estrategia más popular utilizada para mejorar el sueño en 2019 (39 %), pero solo el 28 % de las personas reportan haber leído para mejorar el sueño en 2020. Otras distinciones notables en el comportamiento relacionado con el sueño aparecieron a través de las diferencias de edad y género.



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